Capítulo extra. (2/3)

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*Narra Gajeel*

El espantapájaros salió de la sala con un objeto en la mano, cómo una especie de carta, pero no lo pude ver porque se lo guardó inmediatamente en el bolsillo de su pantalón. Se fue a sentar al lado de Lucy, y ambos parecían almas en pena, pero no tenía tiempo de preocuparme por ellos porque era mi turno de hablar con el mago.
Me levanté de donde estaba sentado y fui a abrir la puerta.

-Hombre de hojalata-san, pa...
Antes de que dijiera nada, ya había entrado y cerrado la puerta detrás mío.

-...se
Ya estaba dentro.

"Esta sala es demasiado grande cómo para una sola persona, ya podría compartirla."

Un gran trono de diamante se situaba en todo el medio de la habitación, y lo primero que pensé fue en sentarme, así que eso hice.
Posé mi culo metálico en los cómodos cojines del trono lentamente con cuidado.
-Aah....Esto es vida, joder... - solté acomodándome en el asiento. Del trono salieron polvos que se elevaban hacía el techo moviéndose en una especie de danza de color verde, lo que hacían que me dificultara al ver. Al cabo de un rato, los últimos brillos despegaron hacia arriba siendo a la vez los más pequeños.

-¿Pero qué mierda? ¡Sal de ahí imbécil!

Esa voz masculina retumbó en toda la habitación e hizo que mis tornillos vibraran. Busqué con la mirada a quien podría ser el que hubiera hablado pero sólo estaba yo...qué raro..
El trono se había vuelto duro y abultado, vamos, para nada lo qué era.
Algo del respaldo me estaba empezando a molestar, era cómo si me estuviera empujando para fuera y hubo un punto en el que me sacó del todo. Acabé de rodillas en el suelo frente al trono por lo fuerte que me había empujado, pero gire la cabeza para mirar a ver que era y ví ahí sentado a un hombre de cabello blanco, musculoso y grande.
Tenía una cicatriz que le nacía abajo de su ojo derecho y recorría su pómulo. Llevaba una camisa blanca y unos tejanos, era bastante rarito..
Me miraba serio y firme, y posando su cabeza sobre su mano izquierda me preguntó:

-¿Qué hacías sentado aquí?
No sabía que contestar porque suponía que aquel trono era suyo y yo me había sentado en él descaradamente, aunque, si ese era su trono, seguro que sería él el Gran Mago. No quería pedir disculpas porque tampoco había hecho nada malo, pero debía de hacerlo.

-Lo...siento. - me disculpé sonando poco convincente y posando uno de mis brazos de hojalata detrás de mi cabeza. A la vez de que me disculpaba cerré mis ojos y frunci el ceño, pero al abrir uno ví que el mago tenía cara de no haberse tragado nada.

-¿A que vienes? - preguntó.
Bajé mis brazos y me puse derecho.
-Vengo a pedirte un favor.
-No, largo.
El Mago se levantó de su trono y se dirigió a donde yo estaba, parado por su respuesta.

¡¿N-no!?

Veía venir que el Mago me iba a hechar por su propio pie, y así fue, me cogió por el hombro y me giró empujándome hacía la puerta, pero en un acto reflejo hice un movimiento que me liberó de las grandes manos del Mago. Él no se molestó en volver a atraparme, sólo me miró.
-¿Qué pretendes, metálico?
Tragué duro y le mire decidido.
-Me llamo Gajeel, el hombre de hojalata y cómo dice mi nombre, - dije dando golpes en mi pecho para qué sonara cómo metal. - Mi piel se volvió metálica, y pretendo recuperarla.
El Mago se cruzó de brazos y arqueó una ceja.
-¿Hombre? ¿dices que eres un hombre? ¡Los hombres de verdad se disculpan de corazón! - gritó mostrándome su puño

Fairy Tail: El mago de ZôDonde viven las historias. Descúbrelo ahora