10 Capitulo

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Espero que os me perdonen porque este capitulo va a ser mas lagrgo y q le haya encantado y Chao Chao.
¿Al de Amadine Tussaud? -Preguntó, nuevamente sorprendiendo a su madre_ Sí, contestó ella. -Suponiendo que Edith había escuchado dicho nombre salir de la boca de su padreDiez minutos después, el trapeador empapaba los pisos empolvados de la habitación vacía. Tendría que esperar aAxel para que la ayude a mover la cama de una plaza que tenía dejada en el fondo, aunque últimamente odiaba la idea de pedirle ayuda o favores.A la noche, mientras la cena se preparaba casi sola, el dormitorio de Amadine, había cobrado vida. El piso estaba tan reluciente como si estuvieranuevo, aunque era necesario cambiar el empapelado de las paredes que le daba un aspecto antiguo y percudido al estardescascarado sobre la madera.El sol cayó rápido y pesado como una gigantesca bola de metal, la luna se mostró llena y dorada.Comieron sin formular una sola palabra, escuchando una inquietante melodía que Edith cantaba con la boca cerrada. De repente, habló:_ Mami, perdóname por echarte de mi habitación. Maddie y yo necesitamos estar solas. Ella también se disculpa por haberte mandado a la habitación dela señora Tussaud.Sus padres la miraron pero no prorrumpieron una sola palabra. Estaban impresionados con la habilidadde su hija en disociar sus pensamientos y repartirlos entre ella y aquél ídolo que parecía haberla hipnotizado desde el momento en que la encontró. Aun así, no dijeron nada; toda oración ficticia de Edith que hacía revivir teatralmente a Maddie, los hacía acordar al momento en que su forma devida cambió de improvisto. Todavía ninguno pensaba cómo superaría esa dura etapa, ni siquiera lograban resolver cómo mantenerla._ La cena está deliciosa, cariño. -Dijo Axel sonriéndole a MaiaEdith los observó callada, esperando algún tipo de reacción, y la encontró. Maia apartó la vista de sus espaguetis para apuntarla a su esposo, a quien le proyectó una expresión nula. Luego, nopudo contener una carcajada cargada de rabia y para no seguir con el tema, se levantó de la mesa y se fue a su cuarto con prisa. Desde el comedor se escuchó el portazo._ Disculpa a mamá, pequeña. -Le dijo aEdith pronto me podrá perdonar. Todo el a mundo comete errores, ¿sabes? Y aveces con ellos lastimas a la gente que amas. Eres muy pequeña para entenderlo... pero a alguien se lo debo decir.Sus ojos azules se cristalizaron en lágrimas y uno de ellos soltó una que se resbaló por su mejilla.Tres de la mañana. La casa se volvió muda. Toda la familia descansaba en elmundo onírico, cada uno en su habitación. En eso, Edith, que siempre dormía acompañada, nuevamente quedósola.Una niña de plástico corría libremente por la caza oscura, cuyos únicos rayos que la iluminaban de forma vaga, eran los de la luna imponente pero aun así, débil e impotente.Algo logró interrumpir el descanso de Maia, era un llamado, una voz:_ Maddie es Amadine... Maddie es Amadine... Maddie es Amadine...¡Maddie es Amadine! -Sonó fuerte dentro de su cabeza y le causó un sobresalto que la hizo despertarse cubierta en sudor fríoSe sentó en su cama de golpe, como si hubiese sido revivida con un desfibrilador. Sentía el corazón latir rápidamente, como el de una rata.Entre la luminosidad opaca de la luna, pudo distinguir fácilmente que la puerta de su habitación estaba abierta.Frunció el ceño y luego su corazón estalló de miedo. Iba a gritar, pero su lengua pareció devolverle el grito a su interior. La muñeca, Maddie, estaba allí, parada a los pies de la cama, congelada pero persistente, como la misma luna."Esto debe ser una broma de Edith", quiso suponer cuando notó que una mano de la muñeca estaba levantada y su dedo índice señalaba precisamente hacia la pared.Como un acto reflejo o por la misma situación de subordinación que le imponía el miedo en ese momento, giró su cabeza hacia donde le señalaba el dedo y descubrió que justo en ése lugar, había una abertura en el empapelado color verde oliva. Frunció el ceño nuevamente, tomó valor y se puso pie. Por algún motivo, su postura ante aquel insólito hecho era firme, quizás era porque nunca le había tenidomiedo a este tipo de cosas o tal vez porque una parte de ella, seguía creyendo que estaba dentro del sueño. Respiró hondo y metió la mano en aquel tajo que casi pasa desapercibido para su adormecida visión. Al meter la mano, se percató que en aquel espacio, el papel no estaba pegado y probablemente lo habían hecho a propósito. Finalmente, no fue muy difícil retirar lo que había allí.El color denotaba el paso de los años, en un tiempo fue un sobre blanco e impecable. Olvidándose de que la muñeca estaba detrás de ella, rompió el sello que lo bloqueaba, una fina lámina adhesiva con la palabra"Tussaud". Sacó la hoja dura que estaba doblada en cuatro y la leyó:"Malaventurado aquél que lea éste mensaje escrito en el pasado, leído en el presente y ocurrido gran parte en el futuro.Los grandes espíritus del Santa África me han prometido una reencarnación. Y yo, fiel cordero, accedí a cambio de tres sacrificios.Según sus predicciones, todos los hechos ocurrirán, siempre y cuando les obedezca en todo, poniendo mi sabiduría por debajo de su poder, tantoes así, que ni siquiera sé por qué ni a quién le escribo estas palabras, pero así me lo han mandado.Ya tengo todo lo necesario para el ritual, he seguido sus pasos al pie de laletra y se que aún después de muerta tendré que terminar con la vida de tres almas mas.Mi cuerpo, será entregado bajo mi absoluta voluntad, pero todos lo entenderán como un suicidio. Los otros dos serán entregados en el futuro, justo antes de reencarnar en carne y sangre en el cuerpo de una de mis víctimas. Hasta ese entonces, no seré Amadine, sino Maddie, la niña de plástico."Maddie... Maddie... Maddie... El nombre retumbó en su cabeza e hizo temblarle las rodillas. Nuevamente se acordó de quién estaba atrás suyo y diovuelta con violencia. Al descubrir que el espacio que ocupaba Maddie, ahora estaba vacío pegó un gritó chirriante que hizo resonar el vidrio flojo de la ventana._ Ésa cosa se ha ido. Oh, no... ¡Edith!-gritóCorrió envuelta por un espanto atónito hacia la cocina y tomó el cuchillo que por casualidad creía ella, estaba sobre la encimera más cercana, cuando en realidad la niña de plástico lo había puesto allí.

MaddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora