A Axel le sorprendió la naturalidad y la falta de vergüenza de su mujer, hasta le era difícil diferenciar a esa desconocida con la que había conocido y había jurado amor eterno._ Supones bien -le contestó. ¿Hasta cuándo pensabas ocultármelo? -dijo expresando rabia en su rostroElla no respondió, aunque era una situación extraña que se debía conversar seriamente, no era un tema con el que podría entablar una conversación con un esposo infiel. Su orgullo pesaba aún más que todo eso. Sin embargo, una parte de ella estaba comenzando a insistir en dejar todo atrás, por lo menos de forma temporal y comenzar a preocuparse por lo que deverdad importaba: los sucesos paranormales que habían sucedido en lacasa desde la llegada y las horrorosas apariciones de la muñeca de Amadine; podría odiarse después, pero primero estaba el bienestar de su hija y eso era algo que le incumbía a los dos, más allá del error y la falta de respeto de Axel hacia la familia. Le tardó considerarlo medio segundo y entonces,se dispuso a hablar._ Está bien. Disculpa por no habértelo dicho..._ ¿¡Disculpa!? -Interrumpió enloquecido ¿Cómo quieres que te disculpe por una cosa de ésta? Admito que yo me he equivocado en traer una mujer a la casa, pero no se compara conlo que planeas hacer tú. No puedo creer cómo nos has traicionado -sus ojos despidieron dos líneas de lágrimas que cayeron por sus mejillas, una de ellas, se metió dentro del surco rojizo de su cicatriz y se quedó estancada, sinposibilidades de hacer nada y todo por un hombre._ ¿Qué... qué estás diciendo? -Dijo ella tartamudeando, viendo que Axel se ponía de cabeza gacha para iniciar un lastimado sollozoCon un signo de interrogación dibujado en su rostro, dio dos pasos ágiles hacia delante y le arrebató el sobre de la mano, lo abrió notando que el sello conel apellido "Tussaud" escrito ya no estaba, lo sacó y leyó aquel extraño mensaje escrito con el delineador que hacía dos días había perdido.Su pecho dio un vuelco tan inmenso quele fundió en una sacudida interna. La letra era casi igual a la suya, pero ellano había escrito eso._ ¡¿Qué es esto?! Yo no hice esto. -Axel levantó la mirada como un tigre asesino No, amor debes creerme, nos están tendiendo una trampa.¡Maddie...! La muñeca de Edith en realidad es Amadine que quiere matarnos para completar su sacrificio -se acercó nuevamente hacia él y lo tomó de las mejillas, ¡Por favor, créeme!Él puso la mano en su pecho y la apartó con fuerza._ ¡No seas ridícula y admite que también eres una adúltera!Fue despedida hacia atrás, pero no con tanta fuerza como para que se produzca el trágico momento que estaban por sufrir.Apoyó la punta del pie derecho y luegosu talón para evitar caer al piso. Luego, necesitó apoyar el otro, pero éste no llegó al piso. Su pie se torció de repente al pisar una superficie redonda, parecido a un balón. Su tobillo se rompió con un crujido.El cuerpo de la pobre mujer cayó duro y congelado como un ángulo de noventagrados volviéndose llano. Su cabeza se golpeó con el borde de la cómoda dondeguardaba la ropa y un tajo sangriento se dibujó en su sien. Cayó sin vida y a sus pies, estaba inanimado el objeto que había pisado, no era un balón, sino una cabeza: la cabeza de la niña de plástico.Las orbitas oculares de aquel hombre nunca habían sido tan grandes. No podía creer que un simple empujón hubiese podido desencadenar tal tragedia. Sus manos estaban embarradas de un acto homicida._ No... ¿qué acabo de hacer? -Dijo tomándose con fuerza y locura los cabellos de su cabezaUna vena nerviosa saltó perpendicular asu frente y se levantó sobre su piel traspirada y brillante._ Maia... espetó sollozando un llanto de vidrio No, no, no, no... agregó en undesespero agitado Yo no lo hice... yo no la maté, ella se tropezó... Sí... se tropezó con el muñeco y se golpeó la cabeza.Lo que decía era cierto, pero ninguna clase de autoridad se lo creería. Hacía poco más de una semana había sido marcado de por vida en su rostro por uncuchillo que Maia había manipulado y no presentó cargos. "¿Por qué no lo hizo?..." pensaría la policía "... ¿será que quería hacer justicia con sus propias manos?"Se veía sin salida, incapaz de poder actuar o moverse. Quedó mirando espantado el cuerpo muerto de su mujera los pies de la cómoda, con su cabeza ensangrentada emanando como una cascada grotesca cada vez más y más sangre. Sus ojos, aunque ya no veían nada, estaban completamente abiertos,casi como los de él, mirando fúnebremente lo trágico del destino y lo escuro de la muerte.De pronto, algo lo sacó de aquella nube maligna de la que había sido metido sin querer y lo introdujo otra vez en la nerviosa desesperación._ ¡Maddie! -gritó Edith desde afuera ingresando a su casaLa entrada principal quedaba a solo cuatro metros y una puerta de la escena del crimen. Axel no sabía qué hacer._ Maddie, ¿Dónde estás? -preguntó entrandoMaddie... otra vez se nombraba a la maldita muñeca que había sido testigo del crimen. Axel no la había visto detrás de su esposa hasta después de fallecer. "Si tan sólo fuese alguien convida, la enviaría a la cárcel, porque ambos sabemos que yo no he sido el asesino.", se dijo en su interior considerando que estaba al borde de la locura.