De cátedras y pruebas

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Villa y Corte de Madrid, España

1922


Nada más llegar a esta ciudad, e instalarme en ella, me hicieron director del Laboratorio de Fisiología más importante de España, convirtiéndome en cabeza visible y dirigente de la Fisiología en mi país. Una de las primeras medidas a tomar fue el traslado del laboratorio a la Residencia de Estudiantes, al edificio conocido por "El Transatlántico" junto a los otros tres laboratorios del Instituto de Ciencias Físico-Naturales, al que tras mudarse, cedí mi biblioteca y mi instrumental, que en un país tan mísero nunca está de mas. Gracias que la gente aprecia aun la cultura y el conocimiento, aunque cada vez esto es mas difícil debido a la economía, incluso yo, sin la ayuda de mi padre y de mi tío no podría vivir en esta ciudad ya que las 600 pesetas mensuales asignadas a mi personas no llegan para poder mantener una empresa tan costosa.

Tras poner en funcionamiento este pequeño templo del saber, Ramón y Cajal, el cual sería mi valedor durante estos años y que espero que siga siendo,  consiguió que nuestro laboratorio pasara a manos de la JAE, para acceder a mejores financiaciones y materiales.

En 1917, fui colocado en la docencia por D. José Gómez Ocaña, en la Universidad Central de Madrid, donde fui nombrado auxiliar interino de la Facultad de Medicina, cargo sin remuneración alguna, pero que me hacía avanzar a pasos agigantados hacia una mejora de mi situación.

Todos aprobaron mi método didáctico que consistía en crear en el alumno el punto de interés, mediante la exposición de un problema que le resultara curioso al pupilo, para que desarrolle mediante conocimientos teóricos aprendidos de antemano una solución coherente y lógica al problema antes expuesto.Este método consiguió fascinar con sus resultados en un país donde las clases magistrales, donde el profesor solo dicta y suelta sus verborreas mentales, sin escuchar a su alumno, son el método dominante.Aunque una materia como la Fisiología necesita de mucha teoría y aunque deba reiterar mucho el aspecto bioquímico, la materia necesita de esta teoría para poder trabajar con ella. Y por eso soy exigente con ella, y los suspensos son habituales en aquellos alumnos que no rinden eficazmente.

Gracias a este último trabajo, compatibilicé mis tareas de docencia, ejercidas por la mañana, con la investigación en el Laboratorio de Fisiología, la cual llevaba a cabo por la tarde.

Este ritmo de vida me esta provocando algunos problemas de salud. Los tónicos estomacales se han convertido en un habitual remedio debido los vómitos y a las molestias gástricas. Aparte, los medicamentos nunca faltan en mis bolsillos ya que me aterra sufrir una angina de pecho y que no pueda reaccionar frente a ella. También me molesta el saber que cualquier cosa que toques está llena de bacterias y microbios, por lo que busco la pulcritud, y evito realizar acciones que pongan en riesgo mi salud. Aún así no es nada del otro mundo, por ahora.

En 1921, se presento la plaza a la cátedra de Fisiología tras el fallecimiento del titular José Gómez Ocaña, a la cual me presente realizando una exposición sobre tres pilares: La Química Fisiológica, la descripción de material de laboratorio con las últimas adquisiciones de la Facultad y la enumeración de libros extranjeros con los que fundamentar los conocimientos sobre la materia.

El Tribunal me propuso para candidato y se me concedió la Cátedra de Fisiología, la que presiento que será mi techo académico en España.



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