Adam: Hola, Lucy.
Lucy: Hola.
Adam: Estuve pensando, y no creo que deberíamos olvidar nuestra discusión.
Lucy: Sí, yo tambien lo pensé. Es solo que me siento tan sola, Adam.
Adam: Te entiendo. Últimamente estoy teniendo conflictos con mis amigos, y acabo de terminar con mi novia.
Lucy: ¿Terminaste con Alexia?
Adam: ¿Por qué tan sorprendida?
Lucy: Ustedes eran la pareja ejemplar. Además, Alexia siempre me pareció buena chica.
Adam: El amor se había ido hace meses, pero ninguno de los dos se animaba a terminar la relación. Nos terminamos aburriendo el uno del otro. La verdad, creo tú te llevarías bien con ella.
Lucy: ¿Por qué lo dices?
Adam: Las dos son simpáticas y cómicas. Si no me equivoco, a ti también te gusta escribir.
Lucy: ¿Cómo sábes que me gusta escribir?
Adam: Lo deduje. Si la mayor parte del tiempo estas sola, lo más probable es que necesites un pasatiempo. A veces cuando vienes, un libro sobresale de tu bolso, junto con un cuaderno espiralado. Por ejemplo, el que sobresale en este mismo momento.
Lucy: ¿De repente eres una especie de Sherlock Holmes?
Adam: Debería presentarlas.
Lucy: ¿Tú crees?
Adam: Olvidé mencionar que ambas aman la limonada.
Lucy: ¿Enserio? Nunca la vi comprando en tu puesto.
Adam: Escuchame bien, Lulú. Nadie sabe que vendo limonada, ni que mi familia tiene problemas económicos.
Lucy: Oh... ¿Por qué? Podrían comprarte limonada, y ahorrarías más dinero para la guitarra.
Adam: No quiero que nadie se entere.
Lucy: Pero si yo sé tu secreto.
Adam: Tú no cuentas...
Adam: ¡Lucy, no es lo que quise decir! ¡Vuelve!
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Lemonade
ContoElla era dulce como la limonada. A él solo le faltaba la musa perfecta para exprimir el jugo de su amarga vida; tal vez tendría que haberle agregarle más azúcar a la receta. ¿Pero acaso alguien sabe? Cuando se trata de Lucy y Adam, todo es inexacto...