Capítulo III: "Bienvenido a Garnas"

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Para ser un camino principal aquello estaba demasiado pedregoso, los árboles eran de altura media y por eso hacían un poco de sombra. Aunque seguía haciendo mucho calor ya que estábamos en el apogeo del verano. El calor hacía que el sudor se pegase a mis ropas y mi piel se sintiese pegajosa. Mi caballo que antes trotaba estaba comiendo algunas frutas del bosque, yo desconocía cuales eran así que me abstuve de parar al rocín pues estaba hambriento, igual que yo.

De repente, una explosión se escuchó a una distancia no muy lejana y poco a poco pude divisar que de ahí salía una nube de color púrpura que se estaba esparciendo muy rápido. El caballo se agotó un poco y empezó a relinchar nerviosamente, yo no hacía más que intentar apaciguarlo mientras mi mente se preguntaba si había conexión alguna entre mi padre y los causantes de aquel ruido. Si mi padre había escapado debía socorrerlo como pudiese, él estaba gravemente herido cuando le dejé así que me encaminé a ver lo que pasaba. Mi caballo, como quien no quería la cosa, daba una vuelta a un árbol cada vez que intentaba adentrarme en aquella nube, entendible pues a mí también me aterraba el hecho de tener que entrar pero mi padre podría estar en peligro. Seguro de lo que quería hacer, di dos golpes en el trasero a mí caballo para que comenzara a galopar pero en cuanto nos adentramos en la nube morada el caballo se dio de bruces contra el suelo y yo salí disparado.

—Estás aquí, menos mal que te hemos visto —escuché la voz de Roaj, mientras él me ayudaba a levantarme. Apresado por las lágrimas le abracé inconsciente de lo que pasaba a nuestro alrededor—. En cuanto dejaste aquel lugar yo rescaté a tu padre y nos fuimos en los caballos persiguiendote.

—¿Y mi padre? —pregunté bruscamente cuando me di cuenta de que él no se encontraba cerca—. Si eres tú quien ha matado a mi padre te juro que...— en ese momento puso una de sus manos en mi hombro derecho de manera tranquilizadora, cosa que me cogió desprevenido.

—Tienes agallas, incluso en momentos críticos como este las tienes pero no llevas el poder suficiente para tal voluntad. En el caso de haber matado a tu padre, tú no serías más que una molestia que podría quitarme de encima en cualquier momento —descansó su garganta un poco antes de seguir—. Mandé al caballo de tu padre a Garnas, un pueblo cercano a aquí. Yo me quedé en busca tuya para llevarte con él.

Todo parecía tan irreal, en un sólo día que ni siquiera había acabado habían sucedido cosas extrañas. En Agros esto nunca había sucedido y sabía que aquello no podría suceder, esto no hacía más que preocuparme por la salud de mi padre y preguntarme aún con más ansia de respuesta.

«¿Por qué mi padre había decidido venir hasta aquí?»

—¿Qué es esto? —pregunté a Roaj sobre la nube.

—El tónico de "Súper-Fuerza", un tónico hecho para mermar la energía mágica del cuerpo de una persona. Osea que si eres mago tú pierdes tus poderes en cuanto hayas establecido contacto con el tónico. Y es que aunque todos tenemos tengamos energía mágica aquellos que no la usan sufren mucho menos que los que sí.

No me preocupé en responder, sólo asentí con la cabeza mientras asimilaba lo que sucedía.

—¿Quienes son los que lo han lanzado? —temeroso de la respuesta, pregunté.

—Está claro que no quieres la respuesta. Simplemente vámonos —el humo se estaba disipando y entonces alcancé a ver su cara.

Tenía un corte diagonal en la mejilla izquierda que estaba asquerosamente abierto. Muchas de sus arrugas estaban siendo omitidas por ello pero aún así su pelo blanquecino denotaba su edad. Las bolsas bajo sus ojos eran grandes pero aparte de su iris carmín no había nada de color rojo en su ojo.

Me agarró de mi camiseta y comenzó a correr mientras me guiaba por donde ir pero pasaron dos horas hasta que pudimos salir de aquel nubarrón tóxico para magos, al parecer se había extendido mientras hablabamos.

Crónicas del Ladron de Almas: Univérsita #GoldenAwards2017 #LightsAw2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora