6.

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─¿Desde cuando eres indigente?.

Devon sobresalta a Emma que yacía en el banco de la plaza absolutamente despeinada y desastrosa. Se refriega los ojos y estira los brazos mientras bosteza.

─¿Resaca un miércoles?

─¿Qué hora es? ─Estaba totalmente desorientada.

─Las dos de la tarde, ¿No tienes frío?

Emma se despertó del todo, se acomodó su ropa y una ventisca atravesó su cuerpo haciéndola temblar. Era una mañana muy fría y estaba demasiado desabrigada como para poder resistirla.

─¿Quieres una moneda, mendiga? ─ Devon rió mientras que ella ponía la mejor cara de odio ─Ok, perdón. Ya veo que no tuviste una fiesta y ni que decidiste terminar aquí intencionalmente ─Le extendió su campera ─Ten, abrigate.

(...)

Emma entra a la casa por la puerta trasera para que nadie la vea. Por suerte su padre ya se había ido al trabajo y le avisó a su madre que ya estaba aquí para dejarla tranquila.
Se bañó y peinó abrigandose lo más posible para no enfermarse, trabó su puerta cerrandola con llave y con una silla para no poder girar la perilla.
Se acurrucó entre las sábanas, estaba temblando, estaba congelada.

El bolso.

El maldito bolso seguía en la casa de Caleb y ahí se encontraban sus cosas del colegio y personales. Ahí estaba todo menos su teléfono que por suerte se encontraba en su bolsillo.
No tenía ningún tipo de información más que su nombre y donde vivía, era imposible contactarlo, debía volver a la casa.

Emma se levanta rápidamente y se dirige a la salida, tiene miedo, comienza a correr por la enorme y despoblada sala hacia la puerta, cierra como puede e intenta recordar cómo llegar a la casa de Caleb sin perderse otra vez.

─Hey. ¡Hey! ─Emma se da vuelta bruscamente. Devon. ─ ¿Donde crees que vas?

─¿Tu sabes llegar rápido hasta el lugar donde nos conocimos?

─¿Qué quieres? ¿recodar bellos momentos? ─ Guiñó el ojo ─Porque si es así tenías que doblar en la cuadra anterior.

Emma toma de su mano y lo arrastra hasta llegar a la esquina de la casa se Caleb.

─¡Caleb! ─Golpeó la puerta.

─Si, ya se, Amy, tu mochila.

Le dejó la mochila en mano y sin mirarla cerró la puerta.

─Oye, ¿Estás bien?

─Vete, por favor.

─¡Caleb!

─ Creo que debes dejarlo ─acotó Devon.

─ Hazle caso al niño bonito y largate.

Emma patea su puerta y se va enojada, Devon la sigue por detrás y la intenta calmar un poco, ella le regala una sonrisa falsa y entra a la casa cerrandola de un portazo.

No podía creerlo, ella nunca le pidió su ayuda, que ahora no se ofenda por lo que quiera que se haya ofendido.
Recuerda lo que le dijo Devon minutos antes.

"Quizás tiene novia y se puso celosa por el bolso de mujer"

No lo sé, solo él sabía lo que pasaba por su mente.

─¿No te llamabas Annie? Él dijo Amy.

─No, me llamo Emma Scott, sólo que antes no hacía falta decirte mi nombre verdadero.

(...)

Jueves.
Colegio.
Tortura.
Dolor.

Eso describe el día de Emma.
Se viste lo mejor posible, con sus tacos altos y su cara de indiferencia.
Pero al querer abrir la puerta no se atreve. ¿Y si está?.

Emma se quita los tacos y los pone en su bolso. Tomó la rama del árbol que daba a su ventana e hizo lo que pudo hasta tocar tierra firme. Volvió a ponerse sus zapatos rojos y se fué.

A la entrada del colegio se cruzó con Amy.

─Hola, bella dama ─Dijo un Amy con voz extraña.

─Hola bello caballero ─Hizo reverencia.

─¡Hey! yo no tengo bigotes, ese es Jeremy ─pensó un minuto ─Aunque se los depila.

─Se llama afeitar.

─¡Es lo mismo!

─ Ve y preguntale si se depila la boca.

─¡Si, mi camarada!

Amy se fue corriendo dejándola sola a Emma.

Si Fueras Emma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora