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─¡Vamos a cortar la torta! ─ Gritó Amy llevándose a Emma y Jeremy a rastras.

─¿Algún día madurará? ─ Emma dijo más para ella misma que para su amigo.

─Es una linda manera de decir que no quiere ser vieja.

─¡Yo no soy vieja! ─Se unió a la conversación.

─Ahí lo tienes ─Dijo Jeremy satisfecho.

─No ví lo que le regalaste.

─Secreto,Emma, secreto.

(...)

─¡Me hago pis!

─Linda información, Amy.

─¿Donde está el baño?

─Es tu casa, no la mía.

─Cállate, Emma. Tienes la obligación de saberlo, eres mi mejor amiga.

─No me simpatizas.

─Creo que ya es tarde, voy a empezar a echar gente antes de que los vecinos comiencen a quejarse. ¿Alguna persona en especial que desees que eche?

─Me gustaría que eches a todos.

─Muy bien, mi querida Emma.

─"Felices juegos del hambre".

─"Y que la suerte siempre esté de su lado" ─Completó Amy.

(...)

Emma llega como puede hasta su cama, estaba completamente agradecida de que Jeremy la haya traído, sino debía volverse sola y eso mucho no le agradaba. Tiró sus zapatos negros sobre el piso de madera, el ruido que hacen al caer a Emma la sobresalta y sus torpes pies se enredan con la sábana. Intenta sacar la mayor cantidad de manta para poder taparse un poco, no tenía frío, lo hacía más por instinto.
Cierra los ojos y cae rendida.

(...)

Un fuerte golpe contra el vidrio de su ventana hace despertar de golpe a Emma, no piensa levantarse a mirar que es, solo se queda mirando el techo blanco y aburrido que algún día tendría que redecorar.

─Wow, esa mancha de humedad tiene forma de perrito─Buscarle sentido a las cosas era el pasatiempo favorito de Emma aunque no siempre lo lograba ─Esa otra parece una silueta.

Su tedioso Ringtone de patos suena una vez más, Emma toma su teléfono al mismo tiempo que se refriega los ojos. No puede abrir el chat que ya la están bombardeando de mensajes otra vez.

"La fiesta del trece de mayo"

Odiaba ser invitada a ese tipo de fiestas pero debía ir igual, Amy la obligaba y después de todo no siempre la pasaba tan mal.

Al estar completamente despegada a las ganas de dormir salió a hacer algo productivo de su vida, ósea caminar.

No, caminar la cansaba mucho. Mejor andar en bicicleta.

No, mejor...

Otro golpe contra el vidrio de su ventana le interrumpe sus pensamientos.

Emma se acerca a la ventana y la abre.

─Perdón, es que mi hermanito estaba jugando al tenis y... ¿Amy?

─¿Caleb?

─Hola, ya nos íbamos ─Sonaba seco.

─¿Quieres que te preste mis peluches?─ Emma miró al niño de unos seis años que yacía de la mano de su hermano.

─Caleb dice que ya hay que irnos.

─Pero no se molestará, será un segundo. Te regalaré uno─ Intentó convencerlo.

─Bueno.

(...)

─¡¿Qué te pasa?! primero me "rescatas" como si fuera una damisela en peligro y luego me hechas de tu casa─ Emma empujaba el pecho de Caleb con su dedo─ Y encima ahora te haces el ocupado para no dirigirme la palabra.

─Luego me lo vas a agradecer.

Tomó al niño de la mano y se fue de la casa.

Si Fueras Emma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora