Lo que más me duele en este mundo es ver a mi madre llorar.

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Estoy decidida. Hoy descubriría todo. Descubriría la verdad.

Pasé la llave por el cerrojo. Christian me dedicó una mirada de confianza, le lancé un beso y entré a mi casa. Suspiré. Comencé a caminar y fui hacia la oficina de mi madre. Abrí la puerta y la miré fijamente.

Me miró y una sonrisa se formo en su rostro. Ese gestó se borró cuando me coloqué en frente de ella y la miré desafiante.

—¡Hola mi amor! Menos mal que viniste, iré a prepararte un rico almuerzo —dijo ella. Trató de abrazarme.

—Solo vine por una cosa. —Dije alejándome de ella.

Alzó una ceja y me miró extrañada. Ladeó un poco la cabeza.

—¿Qué pasa, mi niña? —preguntó con la voz más dulce de todo el mundo. Ella si sabía actuar.

—No quiero tu amor en este momento —respiré profundo—, cuando lo necesité no me lo diste —ella la miró triste y bajó la cabeza—. Ahora solo quiero saber una cosa —ella me miró tratando de entender—. ¿Cuál es el problema entre la familia Beadles y nuestra familia? —la miré fijamente.

—No entiendo por qué quieres saber esto —comentó con un gesto de amargura. Totalmente diferente al que tenía hace menos de un minuto.

—Yo no pienso lo mismo. Más bien, creo que sabes completamente porque quiero saberlo. —Le dije.

—Solo quiero que sepas que hagas lo que hagas nunca aceptaré tu relación. —Me informó—. Si quieres saber la historia, está bien; te la contaré, pero quiero que te quede claro eso —asentí con la cabeza y la miré aun con más rabia.

Me vio y sus ojos se cristalizaron.

Cerró los ojos y entreabrió la boca para comenzar a hablar.

—Hace mucho tiempo... aproximadamente unos 15 o 20 años —respiró—, tu padre y yo éramos mejores amigos de los Beadles —comenzó a contar.

Y desde ahí empezó a recordar todo.

— ¡Madeline, amiga! —hablaron desde el otro lado del teléfono.

— ¡Sandi! —Gritó de emoción—. ¡Años sin hablar contigo! —le comentó.

—Sí, muchísimo tiempo —suspiró—, ¿qué te parece si vamos al centro comercial y nos vemos hoy? Iré con Will, lleva a George. —Madeline suspiró, siempre estuvo muy enamorada de Will.

— ¡Claro! Allá nos vemos —Escuchó un 'ok, adiós' y colgó.

Suspiró enamorada, hoy lo vería de nuevo; casado con otra, pero lo vería.

Terminó de alistarse y escuchó que su esposo George, la llamaba desde el piso de abajo. Bajó las escaleras y le dedicó una mirada coqueta. Él la observó y la abrazó por la cintura, se dieron un beso corto y ambos salieron de la casa.

Al llegar vieron unas manos saludándolos, rápidamente los identificaron; eran Sandi y Will.

Se saludaron y entraron. Llegaron a un restaurant de ahí y se sentaron. Pasaron la tarde ahí.

—Yo sentía las miradas de Will, me miraba con lujuria. Me llegaba a dar miedo. Pero lo amaba, ______. Estaba enamorada de él a pesar de estar con tu padre —le comentó, la miré con tristeza y ella prosiguió—. Días después el me llamó...

Siguió recordando...

—Hola, Madeline —dijo con su voz sensual.

—Hola, Will —dijo tímida. Se acicaló el cabello como si él la estuviese viendo.

—¿Estás sola en casa? —preguntó. Ella se mordió el labio.

—Sí, estoy sola. Si quieres puedes venir un rato ¿te parece? —le preguntó. Por dentro sentía miles de emociones.

—Ya voy para allá, ponte algo sexy —dijo y colgó. Ella se sorprendió con la última orden 'ponte algo sexy' sabía que algo pasaría pero no tenía uso de razón.

30 minutos después tocaron el timbre. Ella sabía que era él. Bajó las escaleras sensualmente, solo llevaba puesto un vestido negro corto que resaltaba sus curvas, sus pechos y su trasero. Se podían ver sus esbeltas piernas. Llevaba unos tacones negros y altos. Sus labios pintados con un labial rojo pasión, que harían derretir a cualquier hombre. Leve sombra en sus ojos, rímel, y algo de rubor en sus mejillas.

Abrió la puerta, y aquel hombre con el ramo de flores en las manos abrió los ojos y la miró de arriba hacia abajo, se sentía intimidada, pero a ella le encantaba.

Lo hizo pasar y agarró el ramo lo tiró al sofá y atrajo al hombre a sus labios.

Se besaban con mucha pasión. El besó iba subiendo de tono cada vez más.

Las piernas de ella se envolvieron alrededor del cuerpo de él. Con pasos lentos y cuidadosos llegaron hasta la habitación, donde se entregaron en cuerpo y alma.

—Lo sé, estuvo mal. Pero lo hice, y no podía echarme para atrás —me quedé sorprendida. —Luego, escuchamos tocar la puerta, ambos nos sorprendimos.

El recuerdo empezó a rodar otra vez...

— ¿Madeline, estás ahí? —preguntó desde afuera. Sin esperar respuesta abrió la puerta y encontró a su esposa y a su mejor amigo ahí, juntos besándose sin pudor.

Se puso rojo de furia y sacó lo que menos quería, una pistola. Quería matarlo, a él, y a ella también. Pagarían juntos por pecadores.

— ¡Suéltala si no quieres morir! —apuntó la pistola hacia él. Ambos se separaron y miraron a George aterrados. No sabían qué hacer, habían cometido un error, y lo sabían. Pero no podían hacer más nada.

—No lo hagas, George. Por favor —le suplicó.

—No puedo creer que me hayan hecho esto —les dijo George, llorando—. Yo confié en ti, Will. Eres mi mejor amigo. Y tú, Madeline. Te amo, ¿y tú me haces esto? —dijo aún apuntando a ambos con la pistola.

—Baja la pistola, por favor —le pidió Will.

— ¡Tu no me dices que hacer, idiota! —le gritó.

—Sólo déjame explicarte —le habló su esposa.

—¿Explicarme qué? —rió amarga y sarcásticamente—. ¿Qué fue una equivocación? ¿Qué te violó? O quizás, ¿qué no es lo que parece? —rió de nuevo y la miró con furia. —Lo único que veo aquí es un par de asquerosos idiotas engañando a sus parejas. Me dan asco, ambos. —Los miró por última vez y se dispuso a jalar el gatillo.

Ellos cerraron los ojos, esperando el impacto de la bala. Pero no fue así.

—Justo cuando él iba a jalar el gatillo, llegó la policía con Sandi atrás de ellos. No sé cómo lo supo, no sé porque, pero ella hizo que se llevaran a George. Estuvo preso por uso ilegal de armas. Estuvo 5 años ahí ya que luego pude pagar la fianza, me perdonó pero igual el odio hacia esa ellos creció más y más. Yo seguía amando a Will pero... —se tragó las lágrimas— un día lo llamé...

Recordó ese momento...

—¿Will? —preguntó con un hilo de voz.

—¿_______? —preguntó con un tono de voz amargo.

—Sí, mira te llamo para...—el me interrumpió.

—No quiero hablar contigo ¿sí? —ella se impresionó y lágrimas empezaron a bajar por sus mejillas—. Quiero que te quede claro que lo que pasó hace años solo era porque quería tener un buen polvo. Pero hasta ahí ¿ok? —ella suspiró—. No quiero saber más de ti ni de tu familia. —Luego de haber escuchado eso ella colgó.

—Desde ahí lo odio, a él y a su maldita familia. El me hizo sufrir. —sin decir más comenzó a llorar, yo también lo hacía, mi madre había sufrido por amor, y por eso no quería que yo siguiera con Christian, por miedo a que pasara por lo mismo. Pero yo sé que él no haría eso, porque él me ama. O por lo menos, eso demuestra.

Besame. (Christian Beadles&Tu).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora