Ryan abrió el grifo para lavarse la cara. Casi se muere del susto. Aquello no era agua fría, era hielo líquido. Justo cuando quería dormir el agua le despejaba. Era lo que faltaba. Se miró al espejo. Necesitaba afeitarse, como siempre. Se secó y se pasó la mano por la barbilla. No tenía sentido afeitar-se a esas horas. Su barba no iba a raspar la delicada piel de Kate Medina. La señorita Medina se había armado con un pijama de franela y una bata. En realidad no lo necesitaba, bastaba con su intención para protegerse. El no iba a poder derribar esa muralla. Tampoco es que quisiera. Sólo quería acabar de una vez con aquella situación. Tomó el cepillo de dientes y al echar la pasta la derramó.
Era ridículo. Aquella pelirroja le estaba confundiendo de tal modo que ya no era capaz ni de lavarse los dientes. Se lo tomaría con calma. No corría ninguna prisa. Le daría tiempo para que se metiera en la cama. Con un poco de suerte incluso estaría dormida cuando saliese. De ese modo no tendría que enfrentarse a ella hasta la mañana siguiente. Ésa era una buena idea. Se quitó la ropa y recogió el pijama del estante del baño donde Kate lo había dejado. Se preguntó de quién sería. Desde luego no era de Warren.
El era de su altura más o menos, y aquellos pantalones le quedaban un buen palmo por encima de los tobillos. ¿Qué hacer? Hacía demasiado frío para dormir sólo con ropa interior. Tendría que ponerse aquellos pantalones. Estaría ridículo con ellos. Bueno, no podía resultar más absurdo que pretender estar casado. Buscó dentro de su bolsa a ver si encontraba una camiseta. Era absurdo intentar ponerse la camiseta del pijama. Se puso una camisa, guardó la ropa en la bolsa y abrió la puerta del baño. Kate estaba sentada en la butaca. Al verlo cruzar la habitación se puso en pie.
-Pensé que ya estarías dormida en la cama.
-Estaba esperándote porque... -contestó bajando la vista.
-¿Qué ocurre? -preguntó mirando para abajo.
-Lo siento, no me di cuenta de que eres mucho más alto que Jeremy.
-¿Quién es Jeremy?
-Un ex-novio.
-¿Un ex-novio? ¿Tuyo?
De pronto Ryan imaginó a Kate con otro hombre. La besaba y acariciaba como había hecho él ese día mientras ella respondía a sus besos y se derretía en sus brazos. Tuvo que sacudir la cabeza para apartar esa imagen de su mente.
-¿Por qué te sorprende tanto?
-No estoy sorprendido. Es que por tu forma de hablar parecía que había habido muchos novios, por eso pensé que quizá te referías a Linda.
-Ya sé que piensas que soy una solterona desesperada por encontrar marido -dijo acercándose a la cama y quitando la colcha.
-Eso no es cierto.
Ryan la siguió hasta la cama. Gracias a Dios, pensó, en esa ocasión no había leído en su mente.
-Pues para tu información te diré que si hubiera querido ahora podría estar casada.
-Te creo. No comprendo por qué te pones así. El payaso soy yo, ¿no lo ves? Mírame los pantalones. Ella dejó las mantas un momento y lo miró, primero a los ojos y luego a los tobillos. Se mordió el labio, sus ojos sonreían.
-No pareces un payaso, más bien un torero -contestó dándole una manta.
-¿Y esto es para dormir o para torear?
-Me temo que hoy no hay toros. Tendrás que usar para dormir. El tomó una almohada y la puso en el suelo.
-¿Ryan? -lo llamó vacilando. El la miró.