Kate se sentó en el sillón frente a la mesa de John Calvert. Tenía que haberse dado cuenta de que una cotilla como Emmaline Godfrey no era de fiar nada más verla en el aeropuerto. Necesitaba explicar su «matrimonio» de tal modo que aquella noticia no le llegara ni a Mary ni a Warren.
Quizá si conseguía un tono jocoso adecuado y ponía cara de incredulidad John creería que todo había sido un malentendido y no preguntaría por los detalles. Por el rabillo de] ojo vio a Ryan sentarse en el otro sillón. Estaba muy serio. Si continuaba así todo el mundo se preguntaría por qué no exigía una rectificación en el periódico. John esperó a que ambos se sentaran para hacerlo él también.
Con aquel alto sillón de piel todos sabían qué rango ostentaba. Lo cierto era que John no necesitaba ese sillón. Con sólo levantar una ceja todo el mundo sabía que él detentaba el poder.
-Parece ser que tengo que felicitaras.
-No -respondió Kate deprisa - Nos han debido de confundir con alguna otra pareja -dijo mordiéndose el labio al comprender que quizá les preguntara con quién. Miró a Ryan y contuvo la respiración. John también lo miró levantando una ceja inquisitivo.
-Nosotros nos hemos conocido este fin de semana, no estamos casados -dijo Ryan. Kate volvió a respirar. Era de agradecer que no hubiera dado explicaciones. En sólo dos días llamaría a Mary y le diría que se habían separado.
-Comprendo -dijo John-. Me alegro de oírlo.
-Nosotros también -dijo Kate medio riendo.
-Ya sabéis que no estoy a favor de los matrimonios entre trabajadores de la misma empresa. Suelen traerse los problemas de casa al trabajo y viceversa.
-Por supuesto, pero eso no será problema en nuestro caso -dijo riendo de nuevo. John la miró elevando una ceja. ¿Por qué había dicho eso? Se le había escapado.
-Quiero decir que no trabajamos en el mismo departamento. Nuestras oficinas están en lados opuestos del edificio. Y además eso no importa porque no estamos casados. En realidad apenas nos conocemos.
Estaba cometiendo un error detrás de otro. Tenía que callarse, no hacía más que empeorar las cosas, pensó.
-Puede que eso hubiera importado en el pasado -dijo John-, pero ahora ya no. Hemos contratado a Ryan porque tiene experiencia en los nuevos estilos de organización de las empresas. Él va a poner fin a nuestros antiguos métodos de comunicación «a través de las paredes», como si dijéramos.
-¿«A través de las paredes»? Suena a que vais a romper los barrotes de las cárceles -dijo Kate mirando a uno y a otro.
-Es la forma en que se trabaja hoy en día en muchas empresas americanas -explicó Ryan-. Un departamento trabaja en un proyecto y, por decirlo de alguna forma, se lo cuenta al de al lado a través de la pared, pero no hay discusión de ideas ni cooperación alguna.
-Vamos a cambiar esas prácticas en esta empresa -dijo John-, y precisamente comenzaremos con vuestros departamentos. Es por esa razón es por la que quiero que os llevéis bien tanto personal como profesionalmente.
-¿Qué? -preguntó Kate. Debería haberse callado otra vez. John volvía a levantar la ceja. Ryan se reclinó sobre el sillón.
-Estoy seguro de que nos llevaremos bien. John la miró. Era su turno.
-Yo no veo problema alguno -mintió.
-Es justo lo que esperaba que dijerais porque el miércoles vendrá un potencial cliente y quiero que lo convenzáis para que trabaje con nosotros.