Seguía sentado ahí en el auto, planeando aún las cosas y poniéndolas en orden
Revisó su celular y tenía un historial largo de llamas perdidas por parte de su esposa, lo ignoró y arrancó el carro.
Llegando a su casa lo primero que hizo fue ver a sus hijos, pero no estaban, suponía que su esposa le había hablado a su hermana para que los cuidara.—Te ves muy preocupado, ¿pasa algo en el trabajo? —Comentó su esposa en voz baja, saliendo de la cocina.
—Bien. Quiero decir; estoy bien. Gracias. —Replicó Ethan.
—Recuerda la cena de hoy, llevé a los niños con Sara para tener la noche libre. —Se acercó a él y besó su mandíbula.
Ethan estaba totalmente alejado a la situación, no quería tener nada íntimo con su esposa pero tampoco quería hacerla sentir mal; solo deseaba cenar con ella.
Despertó y vio que esta vez si dormía su esposa a un lado de el, ¡con ropa! dio una caricia suave en la mejilla de su cónyuge y se fue a duchar.
Era sábado y no tenía que ir a la compañía, pensó en ir a cambiar el libro y darle a la chica alguna excusa tonta de que no lo quería.
Dio un paseo por toda la calle de la libreria, la estudió tanto que sabía en que lugar se encontraba cada una de las piedras del pavimento.
Bajó del auto con el libro en la mano y sus lentes oscuros, se podía confundir con Adonis, su belleza masculina era inevitable y estaba claro que llamaba la atención aunque no fuese lo que quería. Caminado a paso lento, como cualquier cazador acechando a su presa, puso su mejor cara de desgana y entró al local.
La chica lo reconoció al instante y le preguntó que si el libro tenía algun problema, el mientras veía los demás libros, negó con la cabeza.
—No es el libro que buscaba, estoy buscando otros más resumidos.
—Bueno, es que creo que no tengo más con títulos de "Resumen de como educar a mis hijos"
Ethan rió.
—Eres muy graciosa... —Hizo una pausa esperando a que le dijera su nombre.
—Hannah, soy Hannah. Tengo un gafete donde dice mi nombre pero usualmente no me preguntan por mi nombre.
Hubo un silencio pesado, a la chica le abrumaba pero Ethan lo estaba disfrutando, se estaba entreteniendo con la escena, centró sus ojos en un libro y lo tomó.
—Mitología griega.
—Así es, ¿es lo que buscabas?
—¿Conoces el mito de Dafne y Apolo? —Preguntó ignorando las palabras de la chica.
—En realidad no, pero te puedo cambiar el libro que te llevaste por éste.
—Eros, el dios del amor, disparó dos flechas, una de oro que incitaba amor y otra de plomo que incitaba su antonimo, el odio. Con la de plomo disparó a Dafne, una ninfa, y con la de oro a Apolo, fue éste quien la acosaba tanto, que Dafne tuvo que recurrir a su padre para que la convirtiera en un arbol de olivo. Apolo la seguía deseando y le juró que con sus ramas coronaría las cabezas de los heroes.
—Es un poco enfermo.
—Realista.
—¿Te lo llevas? —Señaló el libro.
—No, me voy a llevar aquel —Apuntó hacia uno del tema que le interesaba.
Tomó el libro y no hubo ni una sola palabra más, Hannah seguía pensando en lo que acababa de platicarle, y él en como podría sobrellevar la situación. Cuando estaba todo pagado, se colocó los lentes y la observó por varios segundos; ahora Ethan se daba cuenta de lo inmoral, de lo perverso que resultaba pero sobretodo, de que lo que haría, sería la mejor opción.
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Gracias por leer, besos.
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Yes daddy. ©
Teen FictionEl morbo iba con él. Sabia perfectamente que era un estupro, porque a su edad no solo se le satisfacía de una caricia, necesitaba algo más que contacto físico. Debido a su desequilibrio laboral, sus inclinaciones a veces eran muy enfermas, pero est...