Chapter XX.

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Solo habían pasado dos semanas y cada vez eran menos las ganas de estar en el mundo. Se había convertido en una esclava de la persona que más odiaba, se instalaron en una casa mediana manejando siempre un bajo perfil, mientras Ethan la trataba como un objeto, jamás la había vuelto a tocar desde aquella vez.


Continuó como cualquier otro día, tirada pasando hambre y con un dolor de cabeza, que parecía la iba a perder.

—Es tiempo de ir a ver a mi familia, tengo cosas que explicarles. —Dijo el sobrio. 

—¿Qué haré yo? ¿Crees que no tengo cosas que explicarle a mi familia?

—Te vas a quedar aquí, le dije a alguien que se quedara contigo mientras yo regreso, tal vez en unos días o semanas.

—No quiero.


Ethan se cansó de sus respuestas y se levantó con la intención de asustarla, lo logró. Después de un silencio, fue a la habitación por algo de dinero y su celular. Hannah no sabía donde estaban viviendo, así que no podía escapar, se sentía segura en esa pequeña casa.

Advirtió a la chica sobre hacer unas compras, tenía que pasar desapercibido y comprar una maleta. Le ordenó que doblara toda la ropa para cuando llegara, solo metiera el equipaje. Supuso que ya tenía los boletos de avión y él solamente le estaba avisando de algo que ya había planeado con anterioridad.

En el medio mes que llevaban, Ethan comenzó a volverse adicto al alcohol, se iba y regresaba a la casa sin saber ni siquiera su nombre, no era ni la sombra de cuando Hannah lo vio por primera vez, siempre pensaba en el hubiera, ¿Y si nunca se hubiera ido con Ethan? ¿Y si nunca hubiera conocido a Ethan? Sus ojos comenzaban a picar por las lagrimas, realizó la actividad que le dijo Ethan y cuando terminó, fue a la cocina para poder ver que alimento se encontraba. 

Consideró suicidarse, siempre lo pensaba pero no era lo suficientemente valiente para intentarlo. Se quedó perdida en un sueño después de analizar su calidad de vida ahí donde vivía, lo mismo de siempre la hizo despertar, la voz del achispado Ethan.

—¿Ya hiciste lo que dije? —Le dijo desde la cocina con la boca llena de pan.

Hubo una afonía precedente a que llegara aquél hombre, quien ahora tenía barba. Fingió que aún era victima de morfeo, seguía sin comprendía por qué lo hacía, al individuo, no le importaba en lo más mínimo despertarla o no.

Como si fuera burla de su inteligencia, Ethan no siguió hablando y fue a guardar su ropa a la valija nueva que había adquirido, Hannah no pensaba que sería capaz de dejarla sola y encerrada por algún tiempo, era imposible. Ya no entendía la finalidad de su captura, solamente era una prisionera. Y aunque eso no era lo que se ganaba sus pensamientos, no quería pensar en lo otro, porque se sentía enferma e inmoral al comenzar a  que su estado anímico dependiera de Ethan, en otras palabras, no quería que se fuera, porque sentiría bastante pena.

Alguien tocó la puerta, Ethan dejó sus trapos y fue lo más rápido a ver quién era. Cuando por fin quitó todos los seguros, un perfume caro y olor a puro inundó su sentido del olfato, se dio la vuelta y cuando escuchó el nombre, se sintió desfallecer.


—¡Rafael! —Se abrazaron los dos varones.


Era él, su nuevo raptor, ahora estaba claro que sí quería morirse.

Yes daddy. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora