Una solución

21 4 4
                                    

Si me quedo aquí, moriré de sed, aunque aún no tengo, ni hambre tampoco. Por otra parte, si entro al interior de alguna puerta, puedo morir. -pensaba Paul-

Se quedó unos veinte minutos repitiéndose eso en la cabeza. Luego, analizó la situación: Si se quedaba ahí moriría (o eso creía él), pero si abría una puerta y se adentraba, tendría riesgo a morir, era morir o tener posibilidades de morir.

Eligió la segunda opción. Estaba por tomar el picaporte cuando el piso empieza a temblar. Miró hacia atrás y vió a una clase de "espíritu". Parecía ser asiático, tenia pelo canoso corto y una barba muy larga blanca. Era delgado, flotaba y señalaba una puerta. Paul decidió abrir aquela. Ninguno de los dos dijo una palabra, pero la mirada del recién aparecido exigía obediencia.

Abrió la puerta y se quedó boquiabierto. Eran ruinas. Se cerró la entrada y pudo ver todo el panorama. Escombros de hospitales, casas, escuelas, departamentos y un cráter gigante. El agujero tenía cuatroscientos kilómentros de diámetro y era un círculo perfecto. El cielo era negro, sin estrellas ni lunas, lo cual hacía inlógico que hubiera luz, pero existía alguna fuente de luz blanca. No había rastros de vida, nisiquiera animales o plantas. Lo único que podía hacer era caminar.

Anduvo una hora y media. Nada. Siempre escombros. Hasta que en un momento, vio una hormiga. Tal vez no sepas lo importante que fue esto, no sólo encontró vida, si tienes conocimientos de supervivencia, sabrás que las hormigas significa agua, y agua podría significar humanos.

Siguió al insecto seis horas, ya estaba arto de caminar, pero a lo lejos, vio agua. Corrió sin cesar hasta llegar al río. Otra cosa que puedes llegar a saber, es que si sigues el agua encontrarás la civilización, pero decidió descansar.

PuertasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora