Riesgo

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Durmió diez horas y despertó como nuevo. Emprendió el camino a lo que podría llegar a ser su salvación, había caminado unas tres horas y seguía viendo agua en soledad. No vio más hormigas ni nada vivo (olvidé de mencionar que el río estaba sobre el asfalto, no había tierra ni plantas), cada vez estaba más asustado.

¿Por qué el espíritu me mandó por la puerta equivocada? ¿Quién es él? ¿Cómo saldré de aquí? -Eran algunas de las preguntas que se planteaba-

Había perdido todas las esperanzas, pero siguió caminando, era lo único que podía hacer. De repente, escucha galopeos.

¡Caballos! -Pensó-

Pero no eran esa clase de equinos precisamente... Eran... Unicornios. Unicornios alados y negros, mucho más grande que los caballos de nuestro mundo. Sus patas eran doradas, pero no brillantes, sino que opacas. Pero lo más importante: Estaban montados. Los caballeros eran hombres blancos, con ojos marrones, pelo corto negro, al igual que sus barbas. Lo extraño, es que eran todos iguales.

Paul se quedó sorprendido y paralizado. No dijo una palabra, pero los jinetes sí.

-¿Quién eres?

-Me llamo Paul. Soy de otro mundo, no sé dónde estoy.

-¿Ah sí? Jajaja. Bueno, ven, debes estar alucinando. -Dijo un jinete en tono burlón-

Ya perdió la cuenta de cuántas veces deseó estar muerto en esta aventura... Espíritus, puertas, el infierno, destrucción, unicornios negros, luces, niños burlándose, todo junto. No te lo deseo, no importa cuánto te lo merezcas.

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