Paul, simplemente, Paul. Éste es su relato. Empieza en un orfanato como cualquier otro. Nadie sabe cómo llegó, y nadie sabe como salió.
Era lunes por la madrugada, y todos estaban durmiendo. Excepto él. Tenía la suerte de tener una habitación propia sin tener que compartirla. Por la ventana se veía la luna, tan brillante como siempre, nada nuevo. Pero, por alguna razón, él la veía todas las noches, sin excepción alguna. Sólo que esa vez, algo pasaba. No se como explicar lo que ocurrió, pero mientras el niño la miraba, iba rotando de colores, primero era un amarillo muy claro, pero se profundizaba hasta ser un rojo intenso. En un momento, el niño pestañó.
Amanecía cuando despertó, ya no estaba en el orfanato. Estaba en un lugar completamente desconocido para él. Era una especie de castillo, no había iluminación eléctrica y la luz del alba entraba ya por las semiovaladas ventanas. Estaba en medio habitación, un ambiente completamente vacío, tan grande como un campo de juego de football (Soccer), el piso estaba forrado en su totalidad por una alfombra roja. Las paredes eran grises y en estas habían doce puertas repartidas entre estas.
Paul se levantó, se sacudió la ropa y se quedó inmovil.
¿Dónde estoy? -Se preguntó- Sin darse cuenta, de repente, dejó de ser niño. Físicamente, tenía toda una contextura adolescente,y, psicológicamente, maduró.
Lo único que podía hacer (y lo hizo) era abrir alguna puerta y esperar tener suerte. Abrió una puerta y no pudo mantenerse en pie: Era como ver el infierno, el fuego, los gritos, el caos y todo lo demás estaba allí. Intentó cerrar la puerta pero no pudo, tampoco logró abrir otra de estas. Su misión ahora, es entrar en el Hades.
ESTÁS LEYENDO
Puertas
Teen FictionEn una ciudad no muy lejos de Londres se encuentra el niño más solitario del pueblo. Sin embargo, su vida cambiará luego de una noche de Abril