Capitulo 11: La cena, parte 1.

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¡JODER!

Grité desesperadamente en mi cabeza, habíamos llegado demasiado rápido al restaurante- el cual conociendo a mi padre- había reservado completamente para los dos.

-Señorita, por favor- dijo Huston sacándome de mis pensamientos, mientras abría la endemoniada puerta del auto, yo solo me revolvía de la desesperación. Podía sentir como toda la sangre abandonaba mi cuerpo, de repente empecé a sentir un calor infernal lo cual me hacía sudar como una vaca diaforética. Tenía que controlarme o sino iba a estar en serios problemas.

-Siga por aquí, señorita- me dijo educadamente Huston mientras me señalaba el camino que debía tomar para encontrarme con el demonio pero ¿quién dice demonio? Iba a encontrarme con el diablo mismo.

- Cuantas veces te he dicho, que me llames solo Thalía-le dije a Huston mientras le sonreía.

Ambos sabíamos que eso no era posible. Mi padre era muy exigente en cuanto al trato empleado- empleador, el siempre insistía en que cada quien tenia su lugar y ese lugar debía ser respetado a como diese lugar.

A medida que caminaba por los pasillos que conducían al restaurante del lujoso hotel en el cual se estaba hospedando mi padre, tuve que parar por lo menos dos veces para agarrar aire. Dios estoy aterrada.

¿No se supone que debería estar feliz de verlo? ¿No es ese el tipo de sentimiento que debe invadir a un hijo cuando va a encontrarse con su padre? Lamentablemente ese no es el caso. Cuando era pequeña mi padre vivía ignorándome, yo estaba segura de que me odiaba. De pequeña fui una niña muy enfermiza y poco talentosa. Él decidió meterme en clases de ballet, ya que la mayoría de las hijas de sus socios estaban en ballet, creo que fue la primera vez que me hizo feliz. Amaba bailar y era muy pero muy buena en eso, tanto que aún lo amo. Él nunca fue a ningún recital y yo se lo agradecía con el alma, siempre pensé que si llegara verlo sentado en una de las sillas reservadas para los padres, de los nervios me hubiese rompido un pie o quizá todos los huesos de mi cuerpo.

-Señorita su padre la autoriza a entrar- dijo sacándome una vez más Huston de mis pensamientos- Gracias- le respondí y me tomé un tiempo (uno muy pequeño) para poder poner en orden mis pensamientos, respirar y mentalizarme -aún más- que me encontraría con ese maldito hombre que me dio la vida.

-Thalía, querida mía- dijo mi padre, con la sonrisa más falsa e impasible del mundo.

-Eliot -Dije sin una gota de entusiasmo.

A él no le gustaba que le dijera padre, a menos que fuera completamente necesario.

-Siéntate- me ordenó- tenemos muchas cosas que hablar.

Sin duda obedecí rápidamente, no quería que su majestad botara la mesa por los aires como la última vez que cenamos juntos y no quise comer un postre que tenía maní, porque demonios soy alérgica a esa mierda.

Por eso odio que alquile un lugar para que comamos solos, no tiene límites cuando sabe que nadie lo está mirando.

¡Pero por supuesto ante todo la buena imagen!

-Te vez preciosa esta noche- dijo alagándome, mientras yo me quedaba con la boca abierta- No hagas esa cara niña, yo también puedo dar halagos

¿Qué demonios está tramando?

-Gracias- respondí- Por un momento nos quedamos en silencio, lo cual hacia que me pusiese más nerviosa, si seguía a este ritmo iba a parecer una gelatina andante.

¿Por qué no habrán servido la comida, todavía? ¿Estará esperando a alguien más?

-¿Estamos esperando a alguien más? - Me aventuré a preguntar.

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