Parte 10

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No le lleva demasiado tiempo descubrir un par de cosas acerca de Fran, que es el blanco de todas las miradas desde que entró por la puerta cogido de la mano de Carla. Es comprensible que ésta se comporte como un jodido pavo real, por fin puede presumir de tener al lado al tío más alucinante del planeta. Fran no sólo es guapísimo, sino que al parecer lo tiene todo: es agradable, inteligente, divertido, sencillo. Viste con mucha clase y elegancia. Tiene el pelo rubio y unos ojos azules que quitan el hipo. Y los labios que cualquier chica en su sano juicio se moriría por besar. La otra cosa que ha averiguado es tan obvia que la hace sentirse más estúpida y celosa que en toda su vida: que Fran no tiene ojos más que para Carla. Por supuesto, después de años de conocerse y escribirse, sería demencial esperar lo contrario.

Y lo que más le jode es que hacen una pareja estupenda; no sólo se llevan muy bien, sino que tienen un millón de cosas en común, y además parece que hubieran nacido el uno para el otro. Fran es muy sociable y participa en la conversación, respondiendo preguntas y haciendo comentarios sin importarle de quién provenga la última frase pronunciada. Todo el tiempo se ha dirigido a Cat con amabilidad y simpatía, pero ella tiene la impresión de que no la ha visto en ningún momento más de lo que podría haber visto a cualquier otra persona sentada frente a él alrededor de la mesita baja.

Mi gozo en un pozo, piensa, muriéndose de celos, odiándole a su amiga su buena suerte y maldiciendo al destino por haberle arrebatado el sueño que lleva toda la vida alimentando.

Javi es consciente de lo que está ocurriendo, pero se comporta con toda la naturalidad del mundo, y hasta tiene que reconocer que Fran le cae de puta madre. En cierto modo, no es tan diferente de él mismo. Supone que podrían llegar a ser buenos amigos, si es capaz de olvidarse de ese sentimiento de celos que se le está comiendo. Si tenía alguna esperanza de llegar a conquistar el corazón de Caterina, se ha esfumado al conocer a su rival. La Gata ha encontrado al hombre de su vida, y no importa si nunca llega a estar con él, le amará eternamente.

Piden otra ronda y pasan un rato más allí, porque la conversación parece no acabárseles y todos se encuentran a gusto. Carla sonríe todo el tiempo y le coge la mano a Fran con expresión orgullosa y triunfante, y posesiva, por qué negar la evidencia. Carla no perderá de vista a su chico ni un segundo, como no le quitaría el ojo a un valiosísimo collar de diamantes, más parece que esté paseándose por toda la ciudad con un trofeo que con un novio.

Mírala, se cree la cocacola del desierto, piensa Caterina, envidiosa. Si ella tuviera un novio así, se creería la mismísima reina de Inglaterra, qué coño. Luego se regaña a sí misma y se dice que no está siendo nada amable al criticar mentalmente a su amiga, y que está haciendo de menos a la joya que tiene sentada a su derecha. Tiende la mano y coge la de Javi en un gesto que no está exento de ternura. Pero, por algún motivo, no puede sentirse la jodida reina de Inglaterra.

Mucho después, cuando los chicos se levantan y van a la barra para pagar, Carla se lleva a Caterina a los aseos casi a rastras y cierra la puerta.

—¿Qué te parece? —pregunta la puta cocacola del desierto con su expresión de felicidad absoluta y un regocijo casi malsano, las mejillas arreboladas y los ojos brillantes.

—Que estoy celosísima y envidiosísima, y que te deseo toda la buena suerte y toda la felicidad del mundo mundial —responde Cat con tono neutro.

Carla la abraza entusiasmada.

—¡Tía, qué feliz soy! Estamos las dos emparejadas y además estamos juntas. Creo que es el mejor año de mi vida.

Caterina se siente despreciable al ver el gesto lleno de cariño de su amiga y pensar que la muy zorra se quiso ligar a Javi pocas semanas atrás. ¿Serviría de algo decirle que no está saliendo con Javi?

EL CHICO PERFECTO NO SABE BAILAR EL TWISTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora