La lluvia.

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Era 24 de octubre, el añorado viernes estaba aquí y sólo quedaba una clase para desconectar. Yo lo añoraba porque echaba de menos dormir. Cada viernes me quedo en casa después de comer y duermo hasta las ocho de la noche mientras los demás adolescentes quedan y se meten mano. Pero a mí no me atraía salir, y mucho menos que un cretino tonteará conmigo. No. No soy antisocial, soy antigilipollas, y el mundo está lleno de ellos.

-Pues a mí la sección de fotos que me hizo Fali me gustó. Es buen fotógrafo aunque sea joven para tanto talento. -Sonreí. Fali era un amigo, más bien un examigo desde que nuestro grupo cayó en clases separadas; Elena, Verónica y Fali cayeron en fotografía. Vane y yo, en cine y francés. Las fotos que me hizo eran muy profesionales, estuvimos tres horas liados haciéndome fotos y él unas cuantas más haciéndolas más perfectas todavía. Creo que del grupo, aunque fuese con el que menos hablaba, es el que menos nos ha dado la espalda. Es un buen niño, siempre lo ha sido. Desde que teníamos cuatro años y se las daba de listo, como ahora.-

Vanessa me miró con ojos tristes.

-No sé, pero desde que no estamos en la misma clase, pasan de nosotras. Y eso no es de amigos.

-Bueno, Vane, no te preocupes. -Sentí pinchazos en el pecho, era verdad, dejemos de existir para ellos.- No serán tan buenos amigos. Los buenos amigos están siempre ahí, cogiéndonos la mano cuando suspendemos un examen y saliendo los viernes. Los amigos de verdad no son amigos, son hermanos. Por eso tu eres mi hermana. Ellos no se merecen ya que seamos sus amigos porque pasan de nosotras, pero mientras yo te tenga a ti, tú me tendrás a mí para ver películas tristes y contar chistes malos.

Iba a llorar, pero escuché algo que no me gustó nada. Rayos.
Empecé a temblar. Los rayos me daban mucho miedo, era algo superior a mí. Busqué a Jose con la mirada por la clase, estaba riéndose con Pepe y Mauro al lado de la ventana, al lado opuesto de donde yo estaba. Seguía hablando con Vane hasta que noté que Jose estaba detrás mía. Miré la hora en el móvil y faltaban cinco minutos para que el timbre sonará y pudiéramos irnos.

-Jose, ¿tienes paraguas? Es que yo no he traído y Vane tampoco y creo que está chispeando. -Dije con ironía, llovía con tanta fuerza que en las ventanas cerradas se oía el choque de las gotas pareciendo que alguien estaba dándole golpecitos.

-No, pero yo tengo capucha, así que te toca mojarte. -No sé si lo dijo con maldad o con diversión.-
-Perfecto. -Dije enfadada. Salí de la clase y bajé las escaleras corriendo con Vane. Al llegar a la planta principal, vimos que había 5 centímetros de agua. Perfecto, y yo en manoletinas. Si que va a tocar mojarme.- Vane, a la de tres salimos corriendo y vamos a los edificios que tienen balcón para que no nos caiga agua, ¿vale?

Vanessa asintió, y vi que detrás de ella estaban Jose y Mauro. Ellos también asintieron.

-Una, dos y ¡tres!

Todos salimos corriendo. Escuché a la directora gritarnos que volviéramos, porque con la lluvia tan agresiva no podíamos salir del instituto. Pero seguimos corriendo, me sentía libre. La lluvia es para estar bajo ella y escucharla, y era un placer poder hacer ambas cosas a la vez. Giré la cabeza y vi a Vane sonriendo también. Llegemos y nos pusimos bajo los balcones para que no nos cayese agua. Jose, Mauro y Vane estaban a mí lado.

-Bueno, yonki yo me voy. -Mauro le llamaba yonki a Jose por su foto de el carnet de autobús, y era gracioso ver como se picaba por ello.

-Nos vemos marica.

Estuvimos como dos minutos hablando hasta que Vane se fue. Me sentí incómoda estando sola con Jose, así que me centré en no aparentarlo.

-Bueno, ¿cómo te ha salido el examen de biología? 

-Bueno. Estudié dos horas.

-Yo cinco, la noche antes. Me gusta estudiar de noche, cuando no se escucha nada.

Jose me miró como si estuviese loca, o hubiese dicho algo terrible, pero le sonreí. Era la verdad, no iba a fingir cosas que no eran, me gustaba estudiar a partir de las doce de la noche y podía pasarme estudiando la noche entera, pero de día no podía ni veinte minutos. Decidí cambiar el tema porque Jose Carlos lo cerró completamente. Ya no se podía sacar más jugo de esa conversación por su culpa.

-Dios, mira mi pelo joder. Y mi ropa, estoy calada. Y tengo frío.- Me solté la coleta para deshacer los nudos y los peine con las manos, aunque éstas me temblaban del frío que tenía, pero Jose Carlos no se dio cuenta, y doy gracias por ello, porque no me gusta demostrar debilidades. 

-Yo si que estoy despeinado. -Me dijo mientras me sonreía, pero no era la misma sonrisa que la de la piscina, esa sonrisa no la olvido.-

-A ver, espera.- Me puse a peinarle con las manos lo mejor que pude. Cuando terminé, Jose me sonrió y me miró a los ojos. Sentía que estaba metiéndose dentro de mí con esa mirada. Sus ojos estaban leyendo mis secretos o eso aparentaba esa mirada. Me sentí trasparente. Escuché el pitido de un coche. Era mi madre.

-Esa es mi madre. Me voy ya.

-Vale, adiós. -Me abrazó, yo le abracé también. Y creo que el tiempo se paro, porque ya no notaba el frío, ni estaba incómoda, ya no me importó que mi madre me estuviese mirando. Me sentía protegida. Me sentía nueva.-

Noviembre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora