Halloween.

155 9 0
                                    

Después del abrazo de Jose no lo volví a ver hasta el lunes siguiente. Las cosas eran como siempre, nos tirábamos tizas, nos queríamos matar vivos, pero a la hora de salir era distinto. Y yo también estaba distinta, me pase ese fin de semana pensando en Jose, pero no en el sentido cursi, sino en el sentido masoquista, creo que todas las mujeres somos masoquistas a la hora del amor, porque no paré de hacerme preguntas como ''¿Tendrá novia? ¿Será así con todas? ¿Y si sólo quiere un polvo?'' Pero cuando nos veíamos hablábamos tranquilos, de todo y la despedida era la mejor parte del día, ya que nos abrazábamos. 

-Ana, Ana espabila. ¡Ana!

-Ay Vane, no me grites, ¿qué pasa? -La verdad es que gritaba con motivo. Estábamos en clase y yo seguía con las mismas preguntas del fin de semana, y por más que pensará preguntas, no iba a encontar mis respuestas yo sola. Era estúpido.-

-Te estoy diciendo que el viernes toca correr media hora en educación física, que si quieres que salgamos hoy a correr.

-Sí, sí. Te espero a las cinco en mi casa. -¿Ganas de correr? 0. Pero, Vane es mi amiga, y necesitábamos correr para gimnasia, por lo menos, intentarlo.-

-Vale, ¿y hacia donde corremos?

-Yo te guio. -Sabía muy bien donde íbamos a ir, iba a correr hasta donde vivía Jose. Si lo veía bien, sino, el se pierde verme corriendo.

-Mmm, vale. Pero muy lejos no que me canso.

-Dile eso a una asmática. -Me reí. Me hacía gracia decir que era asmática. El universo quería quitarme el aire, quería quitarme la sensación de que el aire golpee tu cara. Quería quitarme la sensación de sentirme libre. Pero, estaba feliz, feliz y resfriada desde el día de la lluvia. No creo que pueda decir que estaba enamorada, Jose me sacaba de mis casillas, pero también me sacaba sonrisas.

-Lo dice una vaga. 

-Oye, ¿y tú que piensas de Jose? -Quería salir ya de dudas, ¿porque mierdas me sonreía de esa manera? ¿Por qué me miró así el día de la lluvia? ¿Qué quería de mí?.-

-Que es un pesado, y tonto, el chaval no da para una carrera. 

-¿Te cae mal? -¿A qué venía eso? ¿Qué le ha hecho Jose a ella?.-

-Hombre, después de haberte pasado el fin de semana hablando de cuando te abrazó, del día de la piscina, se me hace pesado.

Tenía razón, fui una pesada con el tema de Jose, fui excesiva. Pero quería respuestas y nadie me las iba a dar.

El día pasó, fuimos hasta donde vivía Jose corriendo y vi a la hermana de Jose. La verdad que no parecían hermanos, ella era rubia de pelo liso y tenía los ojos azules, tenía la piel clara. Jose, sin embargo, era moreno y de ojos marrón oscuro, penetrantes y ilegibles.

-Hola, ¿eres la hermana de Jose Carlos, verdad? -Sabía la respuesta, pero quería hacer tiempo por si Jose aparecía. Dios, me estaba volviendo loca.

-Ehh, si soy yo. -Estaba nerviosa. Soy consciente de que mi presencia inquieta. Tengo los ojos grandes y marrones, la boca fina y el pelo castaño con mechas rubias naturales, pero mi voz era lo que ponía a la gente nerviosa. No era dulce. No era cálida. Al igual que yo tampoco lo era.

-Dile a tu hermano que es un estúpido.

Se rió y se tranquilizó.

-Vale yo se lo digo.

Al volver a casa me duché, no cene porque el misterio me quitaba el hambre. Me fui al ordenador y puse Goodbye my lover, ya que era la canción que escucho cuando estoy triste. No funcionó y me fui a la cama. Me puse a pensar.
¿Quería enamorarme? Claro que quería, quería abrazar a alguien cada día, besar los mismos labios el resto de mi vida, quería sentir mariposas en el estómago, quería llorarle a alguien en el hombro mientras me tranquilizaba. Pero, ¿él querría aguantarme cuando esté borde, que es toda la vida? ¿Estaría dispuesto a aguantarme toda la vida? Dejé de pensar. Me desmayé del estrés que tenía.

Me levanté y recordé lo que me sucedió la noche anterior. Recordé que hoy tendría que correr media hora en gimnasia. Me arreglé para ir al instituto y fingir que estaba resfriada para no tener que contar porque me desmayé.  No hablé con Jose las tres primeras horas, y no era porque no quería, era porque no podía.

Sonó el timbre que indicaba el recreo. Antes de que me fuese, Jose me cogió el brazo.

-¿Quieres venir conmigo al pasaje del terror? -Lo preguntó con miedo o con duda por mi respuesta, ya que cada vez que me hablaba, no le contestaba.

-Eh, sí vale, vamos.  -Dije sin ganas.- Pero hay una cola tremenda. -Dije, a ver si así decía que no que entrábamos y yo poder alejarme. Alejarme de él. No quería sufrir. No quería llorar. No quería admitir que sentía algo por él.

-No pasa nada. Vamos.

Mierda. Tendría que quedarme. Aunque en el fondo quería estar con él, pero mi mente me decía que corriera y me mantuviera a salvo. -Bueno mente, como soy asmática no correré de él, habla con mis pulmones y negociaremos.- Pensé, y me dejé llevar, porque quería hacerlo, aunque luego quisiese llorar.

Nos pusimos a la cola, había mucha gente, cada vez estábamos más pegados y mi corazón iba más rápido. Jose me puso las manos en la cintura, y puso su cabeza en mi hombro ya que yo estaba de espaldas a él.

Mucha gente nos preguntó si éramos pareja, cada vez que lo hacían, yo me ponía roja y Jose se reía, sin contestar ninguno de los dos. Y quien sabe, quizá éramos pareja, amigos o nos queríamos matar vivos, pero llegados a este punto yo sólo quería matarlo a besos. Me daba igual estar esperando para entrar al pasaje si Jose me seguía rodeando con sus brazos, quería quedarme allí. Con él. No me importaba cuanto sufriría después, quería ser suya.

Llegó nuestro turno, aquello estaba muy oscuro, no se veía nada. Yo iba a avanzar, pero Jose me atrajo hasta él y me beso. Me giré para darle otro beso, pero me besó el cuello. En esos momentos ya estaba en las nubes. Su beso fue cálido, dulce... Sabía que lo quería, pero también sabía que yo no sirvo para una relación. Terminemos el pasaje que más que terror daba pena, y me fui con Vane. Necesitaba pensar. Necesitaba más besos suyos, pero sabía que también necesitaba saber si estaba expuesta a darle mi corazón para que él cuando quisiese, hacerlo añicos.

Pero que más daba. Si me caía me levantaría, como siempre. Corría hacía él, lo rodoé con mis brazos sobre su cuello y lo besé. Lo besé con todo el amor que llevaba dentro. No quería estar ni un segundo más sin él. Quería que si me romperían el corazón, fuese él, con esa sonrisa pícara y ojos penetrantes.

Noviembre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora