Regalo preparado.

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Miré a Jose, y cerré los ojos. Quizá él no era consciente de la paz que me trasmitía, pero era capaz de hacer que mis latidos fueran tan lentos que empezará a marearme. Me tumbé en las sábanas y recordé la suerte que tuve eligiendo la clase de Cine. No estaba segura de quererlas hasta que conocí a Jose. Lo que puede cambiarte la vida tachar una simple casilla. Jose se tumbó a mi lado y suspiró. Lo miré detenidamente, me gustaba como le quedaba puesta esa chaqueta negra, le hacía muy buen cuerpo ya que se acomodaba a éste. Cerré los ojos, y noté como me cogía de la cintura y me acercaba a él, no los abrí pero sonreí.

-Idiota. -Pensé.-

Me abrazó cuando ya estaba a centímetros de él, y noté como mi respiración se agitaba. Puede que haya abrazado a muchas personas; Familiares, amigos y conocidos. Pero nadie lograba que no pudiese controlar mi respiración, mi cuerpo... Mi mente. Todo el mundo alguna vez en su vida han dicho que les gustaría vivir en el paraíso, pero el paraíso no era una isla, no era un viaje, eran sus brazos, y yo tenía la suerte de disfrutarlo.

No creo que Jose y yo estemos siempre juntos, solo tengo catorce años y él tiene quince. No hemos vivido apenas nada. No hemos conocido apenas nada. No es que no quiera pasar la vida con Jose, ojalá tuviese esa suerte, pero, he crecido en una familia en la que mis tíos están divorciados, he ido a un colegio donde muchos padres no se querían, he vivido poco, pero he aprendido mucho de que quizá la vida si sea un instante, y que la gente sabe hacer demasiado daño como para recuperarte del golpe, pero que la vida seguirá, como todo el mundo. Me dolía pensar que algún Jose me haría daño, o yo se lo haría a él. Dolía pensar que algún día sus besos no me corresponderían, dolía pensar que en un futuro su sonrisa no llevaría mis besos, dolía pensar que ya no sería yo la que estaría en el paraíso. Dolía como si alguien estuviese pegándome en el estómago. Me tragué la bilis que me subía por la garganta al pensar que Jose no sería mío.

Quizá hacerme creer que soy fuerte no me convertía en ello, pero sin duda ayudaba para que la gente no me hiciese daño. Yo era mi propio escudo, mi propia máscara. Pero no con Jose. Con Jose era yo, me sentía desnuda cuando me miraba a los ojos, cuando me besaba, cuando me conocía. Abrí los ojos y vi que estaba dormido. Estaba tan guapo dormido, parecía un niño pequeño. Me levanté y me fui a dar un paseo.

-Galilea, que fortuna la mía. -Empecé a cantar con la voz de Sergio Dalma, no se me daba bien cantar, pero yo lo vivía.- Ohhh Galilea. -Caí en la cuenta que en un mes era el cumpleaños de Jose, y yo no tenía nada pensado. O sí. Cogí el móvil del bolsillo trasero de mi pantalón y puse en Google; Hoteles en Madrid.- Hay demasiados. Espera. Este es perfecto. -Estaba en el centro de Madrid, el día de llegada era el 16, el mismo día del cumpleaños. Tenía una cama de matrimonio amplia, y aunque no había dormido nunca con nadie, sabía que esa cama sería perfecta. Tenía un cuarto de baño precioso con bañera con hidromasajes y el precio no era tan caro como esperaba. Le di a reservar. Al minuto, un número desconocido me estaba llamando.- ¿Hola?

-Hola, Señora González.

-Señorita. -Corregí. No me gustaba que me llamasen ''señorita'', pero ''señora'' mucho menos. No tengo ni la mitad de treinta años.- ¿Quién llama?

-Somos el hotel Madrid Palace. Usted ha reservado una habitación de matrimonio para el 16 de diciembre hasta el 18, ¿correcto?

-Correcto.

-Sólo queríamos preguntarle si deseará algún servicio en especial; Spa, Buffet, Chófer...

-Necesitaré todos sus servicios.

-Eso incrementa el precio.

-Ya me hacía la idea, pero es una ocasión especial.

-¿Puede darme su número bancario para hacerle la factura?

Noviembre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora