Capítulo 11: Día de Muertos (Parte 1)

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Día Uno

El ardor de mis pulmones aun mentaba según mis pies se entumecían, no quería pensar en nada y la mejor forma de distraerme es corriendo. Scarleth y Rupert se encontraban investigando acerca de los elementos que faltaban para el ritual. Su desempeño y el de Derek se reflejaban en la forma en que buscaban. Pude observar cada una de las cosas místicas que esta había recolectado, podía apostar que tenía joyas perdidas de la corana, todo aquello minuciosamente buscado para situaciones como aquellas. Según Scarleth muchas de aquellas poseían un valor monetario que a ella no le importaba, lo que realmente necesitaba es la escritura que tenía aquellas joyas.

El hecho de que Rupert estudiara filosofía nos brindaba muchos libros de su biblioteca personal.

Trataba de no pensar en aquello, pero el saber que este vendría por mí; para un ritual. Elevaba a un alto nivel de paranoia. Observe un hombre que me custodiaba con la mirada, sus ojos se percataron de la velocidad que llevaba, este comenzó a trotar detrás de mí, di una ojeada por encima de hombro para corroborar si este me seguía, por lo que cuando se encontró justo detrás de mí, mis nervios se alteraron.

Estaba expuesto, Jensen y Rob, buscaban el diario perdido en la casa de Derek. Trate de esforzar mis músculos para acelerar el paso, el aire que entraba por mis aletas olfativas hacían que me moviera más rápido. Justo en mi paso se encontraba el retorno a mi casa, avance hasta el encuentro de este, y justo antes de chocar con un árbol; mis pies se detuvieron de golpe. Observe hacia atrás para ver el cuerpo del corredor que me seguía.

Pero cuando la cera se encontró vacía, comencé a respirar con normalidad.

-¡Que tengas buen día!- mascullo justo al lado mío.

Hice un gesto.

-Igual.- respondí de golpe. Sus ojos amables se encontraron con los míos y siguió su camino. Estaba a punto de colapsar, el pensar que Benjamín se adelantaría y vendría en cualquier segundo. Me alteraba.

Regrese a mi casa a paso lento, ya no tenía fuerzas para trotar. Tenía que reunirme con sam en media hora, por lo que tenía que cambiarme la ropa deportiva. Abrí la puerta principal deseando no encontrarme a nadie. Con el pánico en mis ojos; levantaría muchas sospechas.

-Modo sigiloso.- me dije a mi mismo, mientras avanzaba hacia mi cuarto.

-Alexander.- grito una voz a mis espaldas, lo cual hizo que me alterar.

-Rachel.- la fulmine con la mirada, tras girar a su encuentro.

-¿Qué te sucede?- mustio preocupada.

Trague una boconada de aire, y la observe con detenimiento.

-¿De qué hablas?

-Estas... Distraído, como si algo te preocupara...-hizo una pausa y se acercó, me coloco su mano en mi hombro y continuo.- andas en malos pasos, o ¿estás en algún problema?

-No sé de qué hablas, ¿qué problema podía tener?- repuse tonantemente.

Se encogió de hombros.

-Sabes que puedes contar con migo en lo que sea, yo siempre te voy a cuidar.

-¡Estoy bien Rachel! No tienes por qué preocuparte, simplemente estoy cansado de correr.-indique de golpe.

Aquella se acercó y me abrazo, siempre había cuidado de mí, su papel de hermana mayor lo tomaba enserio, y el simple hecho de que ella heredara las acciones de la familia, la hacía ser más responsable, mi padre menciono que compartiríamos las acciones del negocio familiar, aquel el cual habían trabajado toda la vida. Toda aquella empresa de negocios.

Vínculo de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora