Primer día de la semana, sabía que hoy debía hablar urgente con alguien que me entendiera más, en este caso... Mis chicas.
Esta mañana me vestí con otro buzo ya que el clima había cambiado drásticamente de soleado asfixiante a congelado. Unos jean casuales, cabello suelto y esponjado ya que no se dejó arreglar hoy y por supuesto tomé todos mis medicamentos.
Mis padres quedaron pasmados al ver mi velocidad en arreglarme ya que ciertamente sentía que me estaba volviendo loca, las necesitaba cuanto antes o moriría de locura.
Al llegar a su casa les envié un texto y en instante ambas estaban radiantes frente a mí, como siempre.
— Hola lindura.
Helen siempre hablaba como si yo fuese retrasada y siempre le seguía el juego pero como hoy no lo hice se sentó junto al piloto preocupada.
Alí se acercó desde los asientos traseros y preguntó.
—¿Qué sucede?
Respiré hondo sabiendo que era momento de poner a prueba nuestra amistad, tenían que creerme o recetarme algún psicólogo.
—Bueno, es un largo historial y para contárselos necesitan paciencia así que abróchense que les digo todo.
Ninguna me desobedeció y lo que restó del camino les conté todo, desde la nota en el casillero, las rarezas de Max y también sobre lo ocurrido en el huerto, y por último las extrañas sensaciones junto a Zack que aún no hizo nada pero es amigo y algo extraño.
Estacioné al finalizar esperando que se rieran pero en cambio ambas intercambiaron unas miradas que me alarmaron más y por fin Alí habló decidida y firmemente sincera.
—Te creemos, en realidad sentimos cosas similares...
Su cara se alteró momentáneamente ante mi reacción.
—¡Pero no tan así, eh!... solo algo de desconfianza.
Asentí captando su punto y Helen tras darme un extraño abrazo murmuró en mi cabello.
—Por eso te vamos a ayudar un poco, si hoy ves algo más extraño nos lo avisas, sabes que tenemos contactos aquí y en toda la ciudad así que nada puede fallar en cualquier caso ¿ok?
Desconcertada pero sin ánimos de preguntar asentí.
—Ok.
Dos horas después nos vimos separadas por la clase de literatura, justamente en la misma aula que por la tarde utiliza Marco y la misma habitación en que Liam hizo florecer una rosa invisible, una que hoy no está lo que solo me causa escalofríos, pero claro que toda la mala vibra se va al ver al joven cinco bancos a mi izquierda.
Liam... dejé escapar un suspiro y me erguí en el asiento tapándolo. Hoy sí que estaba raro ya que al entrar ni me saludó, no se sentó conmigo y pude notar algo rojizo su cara.
—Buenos chicos, saquen sus poesías.
Todos sacamos las poesías "improvisadas", ya que en realidad después de estar tres horas sin nada en mente me copie de Google un poeta nuevísimo, para que no sospechara.
La profesora era petisa y esbelta, cabello con bucles negros y reflejos rubios le caían en la cadera, su ropa formal la embellecía más pero su comportamiento tiraba todo eso por la borda.