"Perfecto", pensé.
Ya eran más de las dos pasadas donde las niñitas genios habían quedado de vernos aquí con el almuerzo, luego del encuentro anterior.
No me aguanté más y le di un buen mordisco a mi jugosa hamburguesa con papas.
Mientras me saboreaba contemple el panorama, una hermosa tarde salteándome geografía, en el patio junto a la salida de emergencia del comedor, bajo un enorme árbol que me tapaba más que bien de los rayos solares demasiados potentes para llevar ropa tan abrigada, sentada sobre el pasto verde y recién podado. A lo lejos se podía divisar a la perfección el estadio, la pista de atletismo, la piscina, alumnos fumando algo que ni quiero saber y por supuesto la ausencia de esas dos.
Entonces recordé a mi rubio hoy y me arrepentí por milésima vez de no haber accedido, aunque en el fondo sabía que me debía alejar.
Al salir del baño me lo había topado y agrandado como de costumbre dijo.
—En vez de almorzar aquí pensaba en ir a la plaza, ¿quieres ?... Hasta que debamos volver.
Y como mi suerte me detestaba recibí el mensaje de las hermanas puntualidad, citándome para planificar algo.
— Lo siento, me iba a encontrar con las chicas para un proyecto.
Y antes de que me insistiese me retiré como cohete.
Un carraspeo me trajo de vuelta a la realidad, gire la cabeza tan rápido que varios huesos tronaron y me masaje en el acto mientras contemplaba instalarse a un pequeño colorado.
—¿Qué quieres?
Mi enojo por el trato todavía seguía, Louis había sido muy mal educado, así que no me importo demostrarle mi desagrado pero este hizo como si nada y sacó un sándwich de queso.
— Eso iba a preguntarte Eli, que coincidencia.
Dio una pequeña risa de niño, entonces no pude evitar sonreír, pero elimine ese gesto al instante.
—Pues no te llame, eso quiere decir que de ti desagradecido no quiero nada.
Alzó una ceja y pude notar como un pequeño círculo morado del antiguo gran moretón seguía allí.
Por un segundo me sentí como si yo fuese la desagradecida, pero ¿por qué?, yo quise ayudarle y el me retiró fácilmente del escenario.
—Mira, la verdad es que se nota tu falta de conocimientos niña, si tan solo supieras un poco más ahora mismo seria tu más grande héroe.
Abrí la boca al igual que los ojos, este osado me llamó niña cuando soy tres o cuatro años mayor y encima me llamaba a mi desagradecida.
Al ver mi confusión e irritación tosió y alzo los hombros sin importancia al asunto.
— Dejémoslo ahí, ¿te parece?... de por si te ves muy tensa gemela mía.
Chasque la lengua, era cierto que nos asemejábamos bastante
— Si, lo sé GEMELO.
Nos reímos y poco a poco esa risita se hizo una gran carcajada que no había oído en años.
—La verdad es que, me siento atrapada, como si vieras cosas que nadie más nota y te sientes engañada a la vez.
Noté el silencio y me enrojecí por mi lengua larga, ¿por qué se me daba por contárselo a él?
—Lo siento, debes creerme una lunática total...
—No, la verdad te creo, la vida suele ser el gorro de mago más extraño y despiadado.
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