Capítulo 1. "Azul"

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Esto me encanta, el primer día, llegando tarde. Maravilloso (nótese el sarcasmo).

Encima que esta escuela es más grande que mi barrio, loco.

Subí un tercer piso y corrí hasta la última puerta de la derecha, ya sin aire. La mochila se me había caído como mil veces y llevaba el pelo como un afro, las piernas no me daban más. Y para colmo me olvidé los auriculares, la puta madre.

Me arreglé de como pude en la puerta del salón y abrí la puerta. Eran como veinte alumnos, y un profesor alto y algo canoso. No era muy grande el salón, pero habían un par de sillas disponibles.

—¿Le puedo ayudar en algo?— Preguntó el profe.

Todos los ojos del salón estaban en mí. Repito, maravilloso.

—Emmm sí. Soy la nueva, no sé si los directores dijeron...

—¡Ah, sí! ¡Pasa, pasa!— dos días acá y ya me enamoré de un profesor. Bueno no, pero su acento es hermoso.

Cuando pasé, se escucharon susurros de todos los rincones. Se notaba a la legua cómo estaba dividido el salón; del lado derecho, al lado de la puerta, la fila de los más populares. En el medio habia una rubia probablemente teñida, con una pelirroja llena de pecas. En el medio, otra fila, medio vacía. Sólo habían tres chicas y dos chicos, las tres chicas adelante de todo, y los chicos atrás de todo, separados por dos mesas vacías; los más estudiosos. En la otra punta, o eran los más estudiosos, o los menos populares del salón, o a los que les chupaba un huevo. Lo único feo de esa fila, es que estaban del lado de la ventana, y no habia ninguna silla libre de ese lado, pero sí en el fondo, justo al lado de un chabón con pinta de Emo.

—¿Tú eres _______, verdad?— Preguntó revisando una hoja de papel. Asentí con la cabeza —Vale. Chicos ella es una nueva alumna. Va a deciros su nombre y quienes le tengan preguntas levantan la mano.

Lo miré un segundo y después al resto del salón —Bueno, emmmm... Me llamo ______ Buraschi y tengo 19 años. Soy de Buenos Aires, Argentina. ¿Preguntas?

Casi todos levantaron la mano, menos uno que estaba casi dormido en la mesa, y el Emo, que se quedó de brazos cruzados mirando a la ventana.

¿Qué le pica? Pensé.

—Respondo todo, menos sobre mi pelo. Creo que se nota bien que es azul, no hace falta aclarar más...— el profesor ríe bajito y le sonrío. Y sí loco, es azul desde la raíz, no hacen falta más datos, dejenlóh, ahr. Fueron bajando la mano, hasta quedar cuatro con la mano arriba y señalé al más cercano—... Decime.

—¿Por qué no has seguido estudiando en Argentina?— era bastante lindo el pibe, eh. Medio rubiecito, ojos azules, un tatuaje en el cuello. Lo caga toodos los piercings que tiene en la cara. Parece un colador, el pobre.

—Siempre quise vivir lejos de mis papás para que vean que me puedo manejar sola. Y como me daba paja estudiar otro idioma me vine para acá.

Todos ríen, y señalo a una de las chicas de adelante de todo —¿Qué estudiarás aquí?

—Quiero estudiar dos carreras al mismo tiempo. Arte y fotografía, y diseño en 3D.

Los susurros inundaron el salón, provocando que me ponga colorada. Sí, wacho, soy más inteligente que ustedes, ¿cuál hay?

Otra vez, el Emo ni se inmuta. La puta madre, ya me cae mal.

Las últimas dos, eran la morocha arrepentida y la pelirroja trola. Las señalé y les hice una seña para que se levantaran. Primero fue la rubia, como toda creída que maltrata a su "mejor amiga".

—¿Tu ropa es de segunda marca?

Enarco las cejas, asombrada por la pelotudez de la pregunta. Para no quedar taaan mal, levanto el brazo e intento agarrar la parte de atrás del cuello de mi camisa, tirándolo para adelante e intentado ver si mi camisa era de marca. Todos ríen a carcajadas.

—Mirá...— digo arreglándome —La verdad no me fijo en eso. Prefiero ir vestida con ropa de mierda que andar mostrando las carnes a todo el mundo como algunas— dije en referencia a su remera que mostraba, bueno... Las carnes. Todos se ríen todavía más fuerte, pero yo me concentro en mirar fijamente al Emo, que esta vez sonrió, sin apartar la mirada del patio. Sonreí.

Así que le gusta que bardeé a las putitas, eh. Por mí no hay ningún problema.

Ni bien la rubia con cara de odio al mundo se sienta, se levanta la pelirroja —¿Eres lesbiana?

Me asombro otra vez por la pregunta —No, desgraciadamente no. Yo sé que a ustedes les gustaría un trío salvaje, pero no voy con eso.

Escuché ecos de risas, pero sólo me concentré en aquel chico, que formó una fina línea con sus labios para no reír. La cara se le iluminó, y pude notar hoyuelos en sus cachetes que me volvieron loca. Ya veo por qué no sonríe. Llega a sonreír y todas lo creen Brad Pit o DiCaprio, no sé.

—De acuerdo, señorita Buraschi, puede sentarse donde guste— dijo el profe. Un chabón atrás de la rubia me señaló un asiento libre al lado de él. Me vi tentada, pero fui directo a sentarme al lado del Emo. Cuando notó que me senté, apoyó los brazos en la mesa y su cabeza en sus brazos, como si fuera a dormir. Qué anti.

—Mi nombre es Mariano González y soy tu profesor de historia del arte.

(Ni sé si esa materia existe pero YOLO)

Fruncí el ceño —¿Le puedo decir profe, no?

Asintió.

Durante los primeros minutos de clase di la mayor atención que pude, pero pasada media hora era un infierno.

No entiendo para qué mierda me recibí en Contabilidad si ahora voy a estudiar historia. Yo me hice contadora pública para no tener que fumarme historia, loco. Quiero saber que mierda voy a hacer yo de mi vida, no qué los hicieron mis ancestros de la suya.

En momento equis, el profe dice que saquemos algo para escribir, y todos sacan un cuaderno azul. Por suerte, me lo habían dado ayer, así que lo saqué también. El Emo, lo sacó y se puso a dibujar en una de las últimas páginas. Estaba terminando un graffitti que no se entendía muy bien, pero podía jurar que decía "Miku".

¿Le gusta Hatsune? ¿Será Otaku?

—¿Te gusta el vocaloid?— pregunté bajito. Sin mirarme, asintió. Sonreí —A mi también.

Abrí mi mochila y saqué una carpeta algo chiquita de ahí. Era blanca, común y corriente, con la particularidad de que estaba totalmente forrada con dibujos y fotos de Miku. Las fotos me las había regalado un amigo mío, pero todos los dibujos los hice yo sola. Sí, muy friki, dejenméh.

—¿Te gusta? Yo la hice— dije orgullosa.

Le costó un huevo, pero pudo contener su asombro y fascinación —No está mal— murmuró frío. Miró de vuelta para el pizarrón, como queriendo terminar la conversación. Pero yo la empecé, osea que yo la voy a terminar, carajo.

—Me gusta mucho Miku, es la mejor ¿Te gusta el Gore? ¿Sos Otaku?

Rodó los ojos, como si pensara que soy idiota o una rompe huevos. O tal vez ambas.

—Sí y no.

—El Gore es mi pasión, igual que lo Yandere ¿Te gusta Mirai Nik...?

—Me gusta el anime, ¿vale?— dijo en voz alta, girando su cabeza hacia mí bruscamente, asustándome. Se ve que lo dijo muy alto, porque más de uno se dio vuelta a ver qué pasaba, y el profesor había dejado de hablar. Los miré a todos y miré al Emo, que estaba totalmente rojo, con cara de tierra-tragame-por-favor. El primer día y ya la cagás, _______, muy bien.

—Señor Doblas, ¿hay algo que quiera compartir con la clase?

¿Doblas?

AbarajameLaBanieraNena ahr.
Muy buenas! Quería subir esto a la mañana y me re olvidé :p en fin, mejor tarde que nunca ¿no?

Las ama,
—Eve.

Suicidio. (ElRubius)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora