Mis primeros dias en la universidad no fueron alentadores. Zachary era "popular". Y digo "popular" porque no hablaba con todo el mundo. Pero por su aspecto misterioso y algo petulante atraía la mirada de todos. No era un chico malo,ni un bravucón. No se metía en pleitos, no estaba en una pandilla. No era mujeriego. Era solo Zachary, a quien le importaba practicamente nada la opinión de los demás. Por ende, yo era considerada y cito: "perra"
Nadie lo decía en mi cara, pero lo intui, se nota en sus caras de desprecio.
Veía a Zachary en los recesos y hacia como si nada. Zachary nunca lo notó, pero las chicas (y algunos chicos) me odiaban. No necesité un golpe en la cara para saber que no tendría amigas. Aunque realmente me daba igual, nunca fui de tener muchas amigas, el andar sola por los pasillos mirando mis pies caminar para tratar de no tropezar ya que era muy torpe al caminar, no me hacia sentir mal.
Al comienzo no le di importancia. Era feliz con saber que Zacary no les hacia caso y preferia jugar con mi cabello enmarañado que con otros cabellos bonitos y peinados.
Los fines de semanas solíamos perder el tiempo en parques de diversiones, solo para fingir por un rato que no estábamos en la universidad y que seguíamos siendo niños. Zachary siempre quería subir a la montaña rusa más alta que haya, mientras yo quería subirme al típico "gusanito" con todos los niños. Después caminabamos buscando tiendas de dulces y comprábamos todo lo que nuestro bajo presupuesto permitía.
-Quiero sentirme así por siempre-decía Zachary, mientras nos sentábamos en el cesped para descansar de tantos juegos.- Me gusta verte feliz, me gusta verte feliz conmigo.
-Siempre soy feliz contigo.- contesté viendo una pareja de ancianos.- Y siempre lo seré, como esa pareja.- dije mirando como los ancianos reían, tomados de la mano.
-En unos 50 años estaremos así. Ya no podremos subirnos a los juegos mecánicos, pero será suficiente el hablar, repetir historias y reir por ellas, porque sobrará el tenernos el uno al otro para ser felices.
Tomó mi mano, entrelazando mis dedos con los suyos. Nos echamos en el césped, aún con los dedos entrelazados, el sol se estaba poniendo, mirábamos fijamente el cielo, sin hablar, expectantes a la oscuridad de la noche. Ambos siempre hemos preferido las noches, silenciosas y calmadas.
Supongo que lo bueno no dura, mi pequeña felicidad no duró.
Cada día era peor y no pude soportarlo mucho. Lo peor era que a Zachary le bastaba un "Estoy bien." O "No te preocupes."
Al llegar a mi casa mi mamá notaba algo extraño, pero no se metía mucho. Supongo que debí decirle.
<<Algunos le llaman depresión>> pensaba.
No le contaba a nadie lo que pasaba.
Deje de salir.
Empecé a irme sin Zachary.
Dejé de ser feliz.
Nadie se dio cuenta.
Rompí mi celular, perdida de tiempo.
Volvió la antigua Libba.
En sweaters gigantes.
Sin amigos.
Solo estudiando.
Pero ahora, fría como la Antártida.
Dejaron de molestarme.
Una tarde, después de mucho tiempo, Zachary no me creyó un "estoy bien".
Mordi mi labio, pensando que decir.
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10 ventajas de ser callada.
Novela JuvenilLibba sabe que con sus problemas no puede hacer nada. Y que mortificarse por eso sería en vano. Decide ver el lado positivo y escribe 10 ventajas de ser callada. Pero, ¿Qué pasaría si alguien las lee? Más específicos. ¿Qué pasaría si él las lee?