Capítulo 4: Planes

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En definitiva hoy no era un buen día para Yayo Gutiérrez.
Tenía que pensar en un guión para un nuevo sketch pero nada venía a su cabeza. Si aun estuviéramos en el año del caldo de seguro tendría un montón de bolas de papel arrugadas en una esquina.
Quizás Yoss tenía razón, no podía levantar un canal solo y necesitaba de colaboraciones. Bueno, él mismo lo aceptaba pero sabía que era deprimente al mismo tiempo.

Pensar que fue él el que inició con todo este desmadre, y ahora era él quien se sentía más ahogado de todos.

Era temprano aún, por suerte. 9:36 a.m.
Se levantó de su silla para prepararse un café ya que no había dormido casi nada en toda la noche. Por pasársela escribiendo realmente nada.
Se sentía hasta decepcionado de sí mismo.

Una vez se sirvió una taza de café de la cafetera, le dio un sorbo y escuchó el timbre de la puerta sonar.
Con toda la flojera del mundo se dirigió a abrir, a pesar de que estuviera en fachas.

Abrió la puerta y detrás se encontraba una sonriente chica delgada en tacones no muy altos, vestido sin mangas, floreado hasta las rodillas. Tenía el cabello castaño tirándole a rubio, largo hasta los hombros. Un maquillaje de día impecable pero no muy cargado y llevaba una maleta café en sus manos.

-Lo siento señorita, se equivocó.

Bostezó y le cerró la puerta en la cara. Dio otro sorbo a su café y su cerebro hizo click.

Muy express volvió a abrir la puerta y miró de pies a cabeza a la mencionada. Luego de eso abrió los ojos de par en par y casi escupe el café.

-¡¿Strecci?! ¿Qué haces aquí?!

El amnésico joven se pasó como Pancho por su casa sin esperar ninguna invitación. Dejó su maleta por ahí y se sentó en el sofá. Delicadamente y con las piernas bien juntitas, claro está.

-En primer lugar, te dije que no me digas así. Soy Strappa, o Alejandra, ya de perdida Alex si quieres.

El pelinegro parpadeó incrédulo y se talló la cara con pesar. Esto era más de lo que podía soportar. Ya tenía un día demasiado ocupado (según él), como para que viniera este idiota a distraerlo más.

-Haber... Por lo que veo, sigues con tu estupidez de que eres vieja.

-No, no. No soy vieja, soy una chica.

-¡A la verga, como sea! Dime algo, ¿si te doy un madrazo te compones?

Strappa se asustó y retrocedió en su lugar.

-No serías capaz...

Yayo sonrió de lado. No necesitó decir nada. Solo se dirigió a "ella" con rapidez y la tomó por el cuello del vestido, arrinconándola al sofá y alzando un puño dispuesto a golpearle.

-Yayo...

Pero algo sucedió. En la mirada de Alex de verdad se veía miedo. Pero no cualquier miedo, sino el miedo de una chica a punto de ser golpeada. Y valga la redundancia, eso mismo le causó miedo a Yayo.

Se separó de él y le dio la espalda. ¿Porqué coño no lo golpeó?! Ahora se arrepentía. ¡¿Pero como lo iba a golpear si lo miraba de esa manera?!
Claro, ahora lo golpeaba y después se sentía como basura si todo este choro resultaba ser real. No gracias.

-Q... ¿Qué haces aquí? Me avisó Ryan que estabas con Yosstop. - Le dirigió la palabra pero sin mirarle.

-... Si. Estaba. Pero... Ella y yo discutimos hasta que... se enojó tanto y me echó de su depa.

Yayo le dio mas sorbos a su café. Quería tratar de tranquilizarse aunque obviamente tomando café no lo iba a lograr. Además recordó que si le hacía algún daño al rubio podría resultar más herido o dañarle más el cerebro. Quien sabe.

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