capítulo 4

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Y tenía toda la razón, por algo me llamaba "la siempre correcta ___", no supe que me había pasado la noche anterior, que había faltado a todos mis principios y valores, pero el recordar sus caricias y sus besos eran razón suficiente para olvidarse hasta de la cordura, incluso de mi propio nombre. Suspiré y miré mi móvil que había dejado al lado del teclado del ordenador, ¿habría alguna restricción en cuánto al horario?, volví a recordar las reglas y no mencionó nada al respecto. Llevé las manos a mi cara, sentí un rubor intenso en las mejillas, pero, ¿qué me ocurría?, aún no habían pasado ni doce horas de haberlo hecho con él y yo ya ansiaba que volviera a pasar. "Y te aseguro que te dejara sin sentido", recordé las palabras de la chica que me lo recomendó y debía reconocer que tenía toda la razón y no sólo por el magnífico sexo que habíamos tenido, sino porque estaba haciéndome perder el sentido de todo. El timbre del teléfono me hizo aterrizar y respondí a la llamada de mi jefe.

Afortunadamente, para mi salud mental, ese día estuvo cargado de bastante trabajo, aunque de repente me reía yo sola porque algún recuerdo me venía a la mente y hacía que mi cuerpo se estremeciera, pero movía la cabeza y volvía a concentrarme en lo que estaba haciendo. Eran las 7:30 pm cuando terminé la campaña publicitaria en la que estuve trabajando todo el día, apagué la computadora y saqué mi bolso del cajón del escritorio, tomé mi móvil y lo miré fijamente, ¿sería demasiado desesperado de mi parte volver a llamarlo hoy?, ¿ni siquiera dejar pasar un día o dos para volver a buscarlo?, pero el solo hecho de volver a recordar sus caricias me excitaba por completo, era la primera vez que algo así me sucedía y no es que el sexo con Brandon fuera malo, escaso sí, pero cuando lo hacíamos no me podía quejar, al menos no antes de la velada de anoche. Teníamos ya cinco años de novios y era el único hombre que había conocido en la intimidad, antes de ir a enredarme con ese extraño que me había mostrado una faceta del sexo y de mí misma completamente diferente. Entonces vi que el móvil se encendía anunciando una llamada de él, precisamente.

- Hola amor, ¿cómo estás? - dije mientras tomaba mi bolso y salía de la oficina.

- Bien cariño, ¿y tú?, ¿te gustaron las flores?

- Claro, son hermosas.

- Te dije que te recompensaría, estoy afuera de tu oficina para llevarte a cenar.

- Ok, te veo en cinco minutos, ya voy de salida.

Colgué y apreté el botón del ascensor, al salir del edificio vi el flamante coche negro de mi novio y me subí, le di un ligero beso en los labios y él me abrazó, en ese momento, sentí todo el peso de la culpa, no merecía que lo hubiera engañado, no era justificación su falta de tiempo. Cuando nos separamos, me entregó un pequeño regalo que abrí de inmediato, era un hermoso dije en forma de media luna, la culpa se incremento y la sentí en mi espalda como si fuera una losa pesada y le sonreí avergonzada, no sólo lo había engañado anoche con un desconocido sino todo el día con el pensamiento.

Fuimos a un lindo restaurante de comida italiana y nos sentamos al fondo, ordenamos una botella de vino tinto, ensalada y pasta, brindamos por mi cumpleaños y por el cierre de otro exitoso negocio que él concretaba. Fue una linda velada que me hizo olvidar todos los pensamientos lujuriosos que había tenido durante el día, estaba frente a un hombre real, del cual conocía todo y que además amaba y me amaba. Pagó la cuenta y salimos tomados de la mano del restaurante, nos besamos mientras nos llevaban el coche, que diferentes eran sus besos a los de aquel extraño, el amor debía ser la diferencia, pensé tratando de borrar aquellos recuerdos.

Llegamos a mi departamento y lo invité a subir, necesitaba apagar el fuego que me había estado consumiendo todo el día. Entramos tomados de la mano y cuando subimos al ascensor no pude contenerme y lo besé desesperadamente mientras acariciaba su pecho por encima de la camisa, al llegar al piso de mi departamento Brandon me miró de forma extraña.

- Pero ___, nunca antes me habías besado de esa forma - exclamó sorprendido.

- Te necesito - respondí con voz de niña pequeña - y te extraño.

Entramos a mi departamento y volví a besarlo frenéticamente mientras hacía que se sentara sobre el sillón y yo me senté encima de él y comencé a desabrochar su camisa con urgencia, Brandon me acariciaba la espalda, comencé a besar su cuello, en tanto llegaba al último botón de la camisa, cuando su móvil sonó.

- No contestes - supliqué con la voz entrecortada.

- Puede ser importante - replicó tratando de alcanzar el celular en su pantalón.

- Si es importante volverán a llamar - insistí exasperada.

- Perdóname cariño, pero sabes que es mi deber contestar el móvil sin importar la hora que sea.

Entonces, me senté molesta a su lado mientras recuperaba el compás de mi respiración y el latido normal de mi corazón. Me di cuenta que era Leonardo, su jefe, para recordarle de la importante junta que tenían al día siguiente a las ocho de la mañana. En cuanto colgó vi que abrochaba su camisa, yo me llevé una mano al cabello y lo hice para atrás.

- Perdóname mi amor, tengo que irme, mañana tengo que madrugar, la junta es en Nueva York y ya sabes cómo se pone el tráfico para allá.

- Dijiste que me recompensarías - exclamé furiosa cruzándome de brazos.

- Y lo haré, te lo prometo, Leonardo va a darme un par de días libres como recompensa al negocio que ayer cerré y viajaremos adonde quieras.

- Eso has venido diciéndome por los últimos seis meses y sigo esperando.

- Te prometo que ahora sí se hará realidad, tú sabes que trabajo por los dos.

- Lo sé, lo sé, es sólo que... ¿hace cuánto hicimos el amor?, ¿tres meses?, ya ni siquiera lo recuerdo - agregué frustrada, cuando íbamos en la universidad lo habíamos hecho más veces en una semana que las que lo habíamos hecho en el último año.

- Mi amor, te juro que yo también te extraño y te necesito en ese aspecto, pero tienes que comprender que de este trabajo tendremos todo lo necesario para casarnos y poder mudarnos de Canadá.

- Lo sé y lo comprendo - dije resignada - que descanses y suerte en tu junta.

- Recuerda que te amo ___, por favor, eso nunca lo dudes - dijo tomando mi rostro entre sus manos.

- Yo también te amo - respondí.

Me dio un ligero beso en los labios y se fue. Yo me quede ahí, sentada en el sillón, resoplando, a pesar de que me sentía frustrada por el rechazo de mi novio, que prefería sus negocios antes de complacer a su novia aunque fuera por cinco minutos, lo que me tenía en realidad mal era el saber a quien era verdaderamente al que necesitaba y deseaba en esos momentos, así que me levanté y saqué el móvil de mi bolso y decidida marqué su número, me importaba un reverendo pepino si pensaba que era una urgida que no podía conseguir una pareja de forma normal, mi cuerpo entero estaba reclamando, ansiando y deseando esos besos y esas caricias que me volvían loca por completo.

"El número que usted marco se encuentra apagado o fuera de cobertura.

- ¡Maldición!

Grité aventando el móvil al sillón llena de rabia pensando que esas caricias y esos besos que tanto necesitaba estaban siendo entregados a otra perfecta desconocida. Frustrada y resignada me metí a darme una ducha de agua fría.

Ardiente tentacionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora