capítulo 23

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- ¿Qué venimos a comprar? - pregunté caminando a su lado.
- Todo lo necesario para la cena, ya mañana nos vamos, así que hoy haremos un festín.
- ¿Y cuál será el menú?
- Pasta y ensalada, sin faltar un buen vino.
- Pero, falta el postre.
- Cierto, ese te toca a ti.
- ¿Te gusta el flan napolitano?
- ¿Sabes prepararlo?
- Por supuesto, soy una gran cocinera.
- Eso quiero verlo, habrá flan entonces.

Le sonreí y caminamos al pasillo a buscar los ingredientes para el flan, incluido el molde porque me dijo que no tenía. Después fuimos al área de frutas y verduras, escogimos una lechuga verde y una morada, pequeños tomates, uvas y finalmente fuimos por la pasta, el queso y el vino.

- Qué bonita pareja, seguro acaban de casarse, me recuerda a nosotros hace cuarenta años.

Escuché que una señora le decía al que debía ser su esposo, él asintió y le dio un dulce beso en los labios, mi corazón se oprimió y por primera vez en mi vida me visualicé anciana y sólo había un hombre con el que quería llegar a esa edad.

- Ya está todo, podemos irnos- dijo Logan sacándome del trance - ¿estás bien?
- Sí - apenas pude decir, sin quitar la vista de la pareja que seguía mirándonos.
- ¿Los conoces? - me preguntó mirándolos también y les sonrió.
- No.

Logan me sonrió, pero de forma muy diferente a como lo hacía normalmente, aunque en ese minuto no supe si era realidad o mi mente me estaba haciendo una jugada, para mi sorpresa me tomó de la mano y me hizo caminar.
Pagó todas las cosas y se negó rotundamente a que yo contribuyera con algo. Caminamos al estacionamiento y metió las bolsas en el maletero. Volvió a abrirme la puerta y luego subió él. Empezó a manejar por una calle inclinada, era un rumbo diferente al que tomamos cuando llegamos, al subir estaba un poco desierto, sólo había casas de un lado y del otro había un pequeño bosque. El coche se movio un poco y se apagó.

- ¿Qué pasa? - pregunté extrañada.
- No lo sé - trató de encenderlo tres veces y no funcionó.
- Creo que se averio, que lata, me molesta alquilar coches, no sabe uno quien los usa ni si les dan mantenimiento.
- ¿Y qué haremos?
- Esperar un poco, quizá sólo necesita enfriarse.

Me acomodé en el asiento y eché mi cabeza atrás en el respaldo. Él hizo lo mismo, pero me di cuenta que jugaba con sus manos. De pronto, se dio la vuelta y me miró sin decir nada, yo me acomodé de lado para verlo también, acarició mi rostro y puso un mechón atrás de mi oreja, yo sostuve su mano, entonces, se acercó y me besó despacio, sin intentar algo más, yo le respondí de la misma manera, pero bajé su mano con la mía y la puse sobre uno de mis senos, él comenzó a acariciarlo lentamente, mi mano buscó los botones de su camisa y empecé a desabrocharla y a acariciar la piel que iba quedando al descubierto. Él se separó y echo su asiento hasta atrás, con sus ojos miel me invitó a que me sentara sobre él y eso hice.

Volvimos a besarnos mientras él metía sus manos debajo de mi suéter y acariciaba mi piel. Besé su cuello y su torso, desabroché el cinturón y el pantalón, me separé y me quité el suéter, él se acercó y besó la parte superior de mis senos que salía del sostén en tanto yo acariciaba su masculinidad, él me desabrochó el pantalón y me acarició por encima de las medias, jadeé al sentir sus caricias.

- ___, no debiste ponerte pantalón - se quejó con la voz entrecortada.
- No tenía planeado hacer esto y menos aquí.

Me sonrió y entonces, yo me senté en el asiento del copiloto y me quite el pantalón y la ropa interior mientras él bajaba el suyo hasta las rodillas después de sacar un condón del bolsillo.

- ¿Acaso eres dueño de esa empresa? - pregunté al tiempo que se lo colocaba.
- No, pero me gusta estar prevenido, uno nunca sabe en qué momento se darán las cosas - respondió mientras me atraía a su cuerpo.

Ardiente tentacionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora