La historia que contó Calnator

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- ¡Insensato! -dijo volviéndose a Gandalf- ¿Qué se supone que estabas haciendo?

- No quería volver a defraudarle, así que pensé en mejorar mi resistencia así como la rapidez para poder invocar aves.

Calnator suspiró.

- Eres de lo que no hay -añadió.

- Pero, ¿quiénes eran ellos? ¿y por qué hemos huido de allí?

- Sabía que este momento llegaría... -murmuró- Será mejor que te cuente la historia desde el principio:

>> Hace mucho tiempo, mucho antes de que tu nacieras, existía un enorme y magnífico castillo de piedra. Allí vivía un benevolente y feliz rey que cuidaba de su pueblo. Todo el mundo era feliz, alocadas fiestas se celebraban casi semanalmente. El sol siempre brillaba en su reino. Un buen día, este feliz rey se enamoró de una preciosa y dulce doncella. Azre se llamaba. Años después se casaron y tuvieron un varón que se llamó Larej, el príncipe.

Larej era una niño extrovertido y simpático que se llevaba bien con todo el mundo, eso sí, era pésimo en los estudios. A la edad de diez años ell rey, que en su juventud había sido un conocido mago, decidió adentrarle en el mundo de la magia. Larej resultó ser un buen pupilo y cada día que transcurría estaba más sediento de aprender hechizos.

Los años pasaron, y Larej llegó a estar al mismo nivel que su padre; esto preocupaba al benevolente rey, pues no la daba buen uso: utilizaba la magia para reírse de los demás, ganar en peleas de forma sucia o, incluso, matar a alguna cría de venado a los campesinos con un conjuro haciendo que su carne sea venenosa, tanto para ella como para el que la pruebe... Debido a esto, el rey tomó la dura decisión de encerrarle en la estancia más oscura y profunda del castillo. Lo esposaron con cadenas de acero. Mas eso no le impidió salir. Durante aquella misma noche, utilizó su magia para lo más sangriento y perverso que uno pueda imaginarse. Destruyó el castillo y lo prendió fuego, mató a familias, y a niños no más mayores que tú. Lo destruyó todo. No dejó a nadie con vida. Azre perdió su vida intentando salvar a una familia de campesinos en lugar de huir. El rey fue incapaz de detener a su hijo, aun así, él y una pareja de jóvenes magos sobrevivieron. Ellos prometieron al rey que no descansarían hasta encontrar y dar muerte al temible príncipe. La pareja marchó y nada se ha vuelto ha saber de ella. El rey, ahora triste, observó lo que hacía unas horas había sido su dulce hogar y que se había convertido en ruinas. Sin embargo, observó que no todo estaba perdido. El alba brillaba más que nunca sobre una torre maciza y en perfecto estado.

- Muchas leyendas dicen que lo reconstruyó con su magia, otras que murió sepultado bajo las ruinas... Pero ya nada se sabe acerca del rey o de su hijo -terminó la amarga historia cabizbajo y llorando en silencio de espaldas a Gandalf.

Se produjo un silencio triste y melancólico.

- Lo siento... -titubeó el muchacho intentando escoger las palabras adecuadas- siento lo de Larej y aun más lo de Azre, pero quiero que sepa que lo que ocurrió no fue culpa del rey.

En aquel momento Calnator miró a Gandalf como si fuera su hijo. A pesar de tener once años, era muy avispado y empático.

- ¿Sabes qué, Gandalf?, tú me recuerdas a Larej, cuando era pequeño; eres listo y prosperás rápido, pero en tus ojos veo compasión en lugar de codicia.

Gandalf sintió que tenía ganas de abrazar a su maestro, no es lo más adecuado que haga un alumno, pero era algo distinto. Gandalf se abalanzó sobre él y rompió a llorar.

- ¡Oh, pequeño! -decía abrazándolo con fuerza mientras se secaba las lágrimas- Tengo que confesarte una cosa -se detuvo y miró a Gandalf a los ojos- la pareja de magos que sobrevivió eran tus padres: Sel e Itra. Sel te dio a luz, y para protegerte, te dejaron en manos de unos campesinos. Ellos querían alejarte de la magia para que fueras un niño más y Larej no te encontrara. Pero debe ser elección tuya el seguir con la magia o abandonar y salvarte.

- Entonces... no conozco a mis padres... -empezó a sentirse algo mareado- Pero, mis verdaderos padres ¿siguen vivos?

- Probablemente, eran increíblemente fuertes, y con el tiempo sus habilidades habrán mejorado.

- Si derroto a Larej, ¿podré encontrar a mis padres? -inquirió secándose los ojos llenos de lágrimas.

- No lo sé Gandalf. Solo ten esperanza. Aunque necesitarás entrenar mucho, Larej ha creado un gremio oscuro y...

- No me importa cúan poderoso sea el enemigo, ha de hacerse justicia. No permitiré que se lleve consigo más vidas inocentes. Calnator, yo te voy a proteger.

- Eres de lo que no hay, Gandalf -repitió el maestro y compañero conmovido.

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