Como era habitual en New Orleans, el murmullo de la gente inundaba los alrededores de la casa. Podía oír perfectamente las risas que procedían de los ciudadanos y algún que otro resoplo de caballos.
Me deshice de las sabanas y me puse de pie. El balcón estaba semi abierto, permitiendo que una tenue brisa mañanera se filtrara haciendo ondular las cortinas. Éstas se enredaron contra mis piernas, dejando el rastro de una suave caricia sobre mi piel.
En el exterior el clima era agradable; el cielo estaba levemente gris, pero había vestigios de sol tras las nubes. Apoyando los codos contra el barandal de concreto, me incliné un poco hacia adelante. Allí abajo, había movimientos. El aroma a humanos voló hacia mi nariz. Las calles estaban adornadas con guirnaldas de colores y algunos individuos estaban vestidos con trajes y vestidos de época. En el balcón de enfrente, una chica salió lanzando espuma y serpentinas en todas las direcciones; sobre su cabeza tenía una ridícula peluca blanca, de la cual pendían terroríficos murciélagos y mechones rojo sangre danzaban sobre sus desnudos hombros.
Reí por lo bajo y regresé al interior de mi habitación.
Aún era temprano, pero ya no tenía sueño. Sentí una renovada energía despertando todas las zonas adormecidas de mi cuerpo. Me pasé las manos por el rostro y bostecé contra mis palmas. A diferencia de otras veces, anoche había logrado tener una buena jornada de descanso. Me alegraba mucho saber que no tenía arcadas y mucho menos aquel molesto revoltijo en mi estómago.
Antes de dirigirme al baño, reparé en que, sobre la banqueta roja aterciopelada, había una larga funda de tela de lino beige. No la había visto anoche, por lo que supuse que alguien lo había dejado mientras dormía. Con la curiosidad picándome la nuca, me senté en la banqueta y deslicé el cierre del estuche hasta que éste tocó el suelo. Del interior se escurrió algo blanco y patinó en el piso, reposando junto a la pata del banco. Me encorvé un poco y lo recogí de nuevo.
Era un rectángulo de papel, marcado por un fino y prolijo trazo en tinta negra. Desprendía un agradable olor a manzanas.
"La leyenda de las chicas Casket, sigue viva. Hoy se celebra a la manera típica de New Orleans, con trajes elegantes y un toque sobrenatural. Es un recordatorio anual de como las mujeres pueden ser oprimidas por hombre egoístas y como pueden triunfar con el valor suficiente de luchar por ellas mismas..."
Voltee la tarjeta, pero no había nadie que lo firmase, aunque tenía un leve sospecha de quién podía haberla escrito.
Tras depositarla sobre la banqueta, me centré en el resto de la funda. Los pliegues me dejaban ver retazos de tela blanca. Corrí los dobleces beige y del interior saqué una percha plástica; y de ésta, colgando en unos broches negros de resorte, se balanceaba un vestido blanco. Sosteniéndolo con una mano lo alcé por encima de mi cabeza.
De todas las celebraciones típicas de New Orleans, la que más me había llamado la atención había sido el caso de las Chicas Casket, o Casquette; jóvenes provenientes de Francia, todas siendo, por lo general, huérfanas, que eran traídas a las colonias francesas de Luisiana con el único fin de casarlas. Pero en 1751, cuando una nueva diligencia de jovencitas se dirigía hacia su destino, una misteriosa desconocida las salvó de sus destinos, asesinando a una desesperada turba de hombres que querían deshonrarlas antes de que ellas estuviesen comprometidas. Se decía que aquella desconocida había drenado los cuerpos, dejándolos sin una gota de sangre.
Y desde ese momento hasta ahora, se celebra la desaparición de aquellas muchachas. Tal como había visto por la ventana, las mujeres usaban vestidos blancos y se adornaban el resto del cuerpo con sangre falsa o con lágrimas negras.
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Things We Lost In The Fire 🔥 (LIBROS 3&4 - TO) ✔
Fanfiction[LIBROS III & IV] Hope se ha ido. La tranquilidad en la ciudad parece haber "regresado", pero no para todos. Thalía no consigue la paz. En su mente solo hay una cosa que parece dejarla inquieta: la venganza. Humanos. Brujas. Hombres lobos. Ella tien...