Capítulo 23

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De todo el susto y el discurso de Hugo se me ha pasado la borrachera de golpe, así que no tardo en encontrar a mis amigas.
Me preguntan dónde he estado y les digo que me había encontrado a unas amigas de volley y me he entretenido, no quiero contarle a nadie nada de lo ocurrido. La única que habría notado que he mentido habría sido Karen, pero cuando me giro a buscarla veo que se está liando con el moreno que le había presentado. Por lo menos algo ha salido bien esta noche.

-¡Vanessa! Hostia, me he tropezado con unos amigos antes y se me ha olvidado avisarte. ¿Has estado mucho tiempo ahí sola? -me dice Dani sin una pizca de vergüenza ni arrepentimiento en su voz.

No puedo evitarlo y se me escapan un par de lágrimas.

-Eh Vanessa, ¿qué te pasa? -dice secandome las lágrimas.

-Nada, no me pasa nada, dejame en paz.

Me voy antes de que me pueda decir nada y les digo a mis amigas que me voy a casa. Cuando me preguntan por qué tan pronto y que no me vaya sola les digo que no se preocupen, que me duele la barriga y les llamaré cuando llegue. No se quedan muy tranquilas pero no tienen otra opción que aceptar.

A la mañana siguiente veo que tengo veinte llamadas perdidas, diez de Dani y otras diez de Karen. Luego abro los mensajes:

Dani: Vanessa donde estás
Dani: Por que no me coges el puto telefono?!
Dani: Vane cariño me estas preocupando demasiado, por que llorabas?
Dani: Tus amigas me han dicho que te has ido a casa
Karen: Vaneeeee por que te has ido???
Karen: Tía mañana hablamos eeh
Karen: Me he liado con el chico moreno :))
Dani: Como se te ocurre volverte sola hasta casa, estas loca?

¡¿Cómo?! Y tiene lo santos cojones de decirme como he podido ir a casa sola cuando él me ha dejado plantada más de quince minutos en un puto callejón, estoy flipando. Estoy cabreada, muy cabreada, no sé que coño le pasó ayer pero si piensa que voy a estar genial con él ahora lo lleva claro.

Borro todo, las llamadas y los mensajes. Apago el móvil y lo dejo tirado en mi habitación, necesito un día entero para reflexionar sin la influencia del móvil por medio, aún no tengo ni idea de lo que pasó ayer.
Parece que fue una pesadilla pero luego pienso en ese tío tocandome y lo siento tan real que me entran ganas de vomitar y luego pienso en Hugo a cinco centímetros de mi cara y ya no se de qué me entran ganas. Tuvo como una revelación y me soltó todo lo que creía que iba a tardar meses en soltar, sabía que dentro de él hay alguien comprensivo que quiere ser escuchado. Pero a la vez estoy tan enfadada, lo que me dijo semanas antes fue horroroso y si lo pienso en frío lo que me dijo ayer resumidamente es que le gusto como un tipo de psicóloga, para contarme sus cosas y ya.
Bueno pues yo no voy a ser la psicóloga de nadie, así que de momento voy a pasar de Hugo y con Dani no se que haré.

Tengo un poco de resaca, así que bebo un montón de agua y me preparo para salir a correr, solo salgo una vez cada mil años pero ahora mismo me apetece salir de esta casa y despejarme un poco. No me esfuerzo ni en encender el móvil, cojo un viejo mp3 que tenía desde hace más de cinco años y me bajo a la calle. Cuando lo enciendo no había caído en la cuenta de que la música que hay dentro también es de hace cinco años, lo ignoro y decido recordar viejos tiempos, así también me tendrá entretenida de mis propios pensamientos.

Cuando noto que ya no puedo más, me dirijo a casa y veo en el cronómetro que llevo casi una hora y media corriendo, pocas veces he corrido tanto. Subo a casa y solo está mi padre, le saludo pero se me queda mirando.

-¿Pasa algo? -le pregunto riendome de la cara con la que me mira.

-Ha pasado un chico por aquí.

Se me para el corazón.

-¿Un chico?

-Sí, un chico -mi padre es profesional en sacarme del quicio.

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