-¡Qué bien dormí!-fue lo primero que pensé. Me levanté y caminé hacía la cocina-¿Sara? Oh, un papel sobre la mesa.-dije mirando.
"Iris fui a ver un par de avisos, quedó enla heladera algo de comida te dejé mi llave por si deseas salir, antes devolver me comunico contigo. Si ves a Mike,el de mantenimiento dile que eres amiga mía y por eso estás aquí, más que nadame lo recomendó por seguridad, en fin políticas del complejo"
-Bien, con estas notitas se parece a mi padre ¿y cómo sabré quién es Mike? ¿Me cree adivina?-Quizás podría recorrer un poco el lugar, estoy aburrida.
Salgo y la puerta no cierra- ¡joder! -forcejeo y ¡nada! Maldición, estoy sujetando el picaporte a más no poder- ¡¡bendita puerta!!
-¿Te ayudo? -suena una voz masculina detrás de mí.
Me giro y al verlo pienso, si este es Mike, podría hacer que esta puerta se rompiera todos los días.
-¡Tú debes ser Mike! ¿No? -Mirándolo de pies a cabeza -¿siempre funcionan así las puertas aquí? - soné arrogante.
-Eh ¡no!, en primer lugar no soy Mike, si lo creíste por mí aspecto, acabo de estar arreglando mi auto, por eso mis manchas y en segundo lugar soy Peter, vivo a tres puertas de aquí.- señalando el pasillo.
-Bueno en primer lugar que pena que no seas Mike, para poder arreglarla y en segundo lugar también otra verdadera pena que no sea digna de lavar esa ropa.
-¿Cómo?
-Nada no me hagas caso- ¡uf! ya estoy comportándome como una idiota- pensé.
-Creo que podría ayudarte, pero. ...tú no vives aquí.
-Oh, no, estoy de visita Sara, mi amiga vive aquí.
-¿Sara? ¡Ah sí! el otro día ayudé a tu amiga porque tampoco podía cerrarla, ¿ves? giras un poco y ¡listo!
Me lo quedé mirando atenta, ¡esas manos hicieron maravillas!, creo que me quedaré a vivir aquí. Siempre fui de intimidar a los hombres y bastante directa cuando me atraían, él lo hacía.
No se me ocurría nada y tiré lo primero que se me vino a la mente.
-¿Gustas un café?
-Te agradezco pero si no arreglo mi auto, no tendré como ir a trabajar.
Intento fallido pero luego de una pausa agregó.
-Quizás más tarde, si te parece.
Saltaba por dentro, mi adrenalina se escapaba por los poros de mi piel, mi corazón corría como una liebre escapando de ser atrapada, ¡diablos!, ¡debo controlarme! contéstale-me dije a mi misma.
-Bien, no me moveré de aquí.-después de haber contestado eso me arrepentí, ¿cómo quedé? Como una regalada.
Antes de que pasara lo de mi accidente tenía en mente venirme a Londres, mi padre tiene gente conocida por toda la ciudad, hay lugares encantadores. De niña vinimos un par de veces a vacacionar, podría utilizar la casa que papá ya no utiliza, a Sara le encantaría la idea ya que nuestra amistad vale oro, cuando estuve en el hospital me hizo mucha falta, que haría sin ella. Además de todo esto, allí en Nueva York no tendría que dejar nada o mejor dicho no tengo nada que me impida venirme aquí.
Como seguía algo aburrida, me puse a ordenarle unos libros a Sara. Aquí hace falta algo, típico mío estar en un lugar y querer modificar algo, como no puedo tirar paredes abajo tendré que optar por la decoración, también es algo que me gusta, hice un curso de seis meses, hablaré con Sara por si tiene interés de darle vida a esta heladera, sí ¡¡heladera!! Tooodoo blanco por dónde mires, hace falta color, ¡mucho color!
Mientras pensaba que hacer con este departamento se me vino a la cabeza Peter.
-¿Vendrá? -pensé.
Al principio lo vi un poco soberbio, un modo a sabelotodo, por supuesto no está mal y me gusta.
Lo que no sé qué pensar de este café pendiente, quizás sólo jugó conmigo, de todas formas no sé nada de él, no debería preocuparme.
-¡Hora de hacer algo!-dejemos hombres de lado, creo que Sara quedará sorprendida cuando regrese.
-¿Dónde tendrá...?ah ¡justo aquí!
Encontré una caja con varias cosas para decorar, fotos, colgantes... mmm ¡sí! ¡Esto quería! ¡Increíble! Unas cortinas muy coloridas color coral.
Me llevó bastante tiempo, pero valió la pena, las cortinas listas, almohadones al tono, los sillones son bellísimos, también encontré un cuadro, las fotos las coloqué por todo el lugar, en la barra, una mesita ratona que ocupaba el centro junto con una alfombra.
-Uf, listo, terminé-me desplomé sobre el sillón y cerré los ojos. Un pequeño ruido hizo que los vuelva a abrir, me levante y abrí despacio la puerta.
-Hola.
-Peter, que sorpresa, no te esperaba.
-Bueno aquí estoy ¿hay café?
-Claro, pasa.
No podía creerlo, ¡vino!, un buen punto, cumplió su palabra y eso dice mucho de un hombre. Esta vez no traía manchas, venia bañado, perfumado y hasta bien vestido. Sus ojos y cabellos hacían la combinación perfecta.
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Decisiones del interior
RomantikSara Collins, una mujer independiente y estudiante de teatro, busca marcharse de Nueva York para cumplir un sueño en Londres. Cansada de que sus relaciones amorosas se deshagan y los pocos hombres que conoció en su vida la abandonen, promete cerrar...