Capítulo 5

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Comenzaba la mañana y el día hoy estaba un poco fresco, como siempre prepare café, serví dos tazas y desperté a Iris. Desayunamos y me fui a correr un rato al parque para despejar mi cabeza, por la tarde comenzaba las clases de teatro.

Luego de haber dado un par de vueltas, compre un agua y volví a sentarme para descansar. Coloque música en mi celular y sonó ¡esta canción que tanto me gusta

"Para ser un hombre, uno en el montón,

No me considero bueno, para una aventura de una noche,

Te necesito y no quiero que te vallas,

Tan solo si te quedas conmigo,

Te daré mi mano, mi cuerpo y mi vida,

Tan solo si te quedas conmigo.

¿Quieres quedarte?

Sos todo lo que necesito

Y puedo asegurarte que hoy

Solo seremos tu y yo"

Me puse a imaginar lo triste que sonaban esas frases y apareció la imagen de Evan nuevamente en mi cabeza. ¿Porque ocupaba mi mente? –frote mi pelo como si eso fuera una manera de borrarlo de mis pensamientos. Me llego un mensaje de Iris, se encontraría con su padre a almorzar y como no tenía llave debía volver antes que ella se fuera, decidí caminar a casa, como tenía tiempo vi un museo de arte y entre.

Qué maravilla el arte, ver estos pasillos es admirable, recorrí uno por uno observando pinturas de todo tipo, grandes y pequeñas. La tranquilidad del lugar me daba paz, pese a que había algo de gente no importaba, éramos mi mundo y yo. Lo cierto es que se me paso el rato bastante rápido y cuando mire la hora me acorde de Iris. Salí apurada y para mi sorpresa choque con alguien, mi camisa se llenó de un líquido oscuro.

-¡maldita sea! ¡Que no ves por donde caminas! –le dije exasperada y levante mi mirada.

-Perdón, ¿estás bien? te he dejado completamente... ¿bañada en café?-me replico.

-¿Evan?

-Si, el mismo

-Perdona, salí demasiado apresurada, ¡no te vi venir! Y ¡esto es un desastre! Oh... tu... café-mi cara de lamento era inevitable.

-Tranquila, comprare otro, toma mi chalina, así taparas la mancha y no te veraz demasiado mal.

- Gracias

Coloco por mi cuello su chalina, tapando el frente, suerte que era de un hilo finito sino moriría de calor.

-Perdona ¡estoy demasiado apurada!, ya voy retrasada... ¡te la devolveré!-le decía mientras me alejaba apresurando el paso.

Lo deje solo y quizás no entendió mi actitud pero no quería quedarme afuera, cuando llegue Iris ya estaba esperándome en la puerta y lo primero que dije al verla fue – ¡No preguntes!-ella levanto su mano y dijo -¡bien!, no pregunto, pero esa cosa, no es tuya- señalando hacia mí.

-¡Iris! Y no se llama cosa, es una chalina- le volví a objetar.

Entre a casa y me saque la remera llena de café por todos lados, la metí a la lavadora, me puse algo más cómodo y ahí estaba la chalina sobre mi cama, desparramada y resaltando sobre mi acolchado blanco. Sus colores entre tonos grises, blancos y negros combinaban bien, era imaginarme como si él estuviera sobre mi cama, la tome y sostuve en mis manos – huele bien-un aroma penetraba por mis fosas nasales emergiendo de mi cabeza imágenes de él, me sentía rara otra vez.

Decisiones del interiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora