Capítulo 2 - Un vecino especial.

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Era lo último que le faltaba en ese día, descubrir que justo en frente de la puerta de su balcón se hallaba una ventana, que pertenecía nada más ni nada menos que a ese chico que se había cruzado.

Lo miró incrédulo unos minutos más, las ventanas no estaban tan distanciadas y podía distinguirlo bien, era ese chico, el mismo traje, el mismo cabello bien peinado, ¿qué estaba haciendo? ¿Bailaba? ¿Con esa música horrenda? Parecía contento, bailando al son de su música fea a altas horas de la noche en lo que parecía ser su habitación.

Si estaba feliz o no a Tobio le importaba más que poco, le parecía una falta de educación ponerse a tontear con la música a esas horas. Inaceptable. Furioso y de muy mala gana abrió las puertas de su balcón, haciendo algo de ruido. Esto pareció no afectarle al chico del otro lado, quien seguía bailoteando y saltando por la habitación como un tonto... ¿no estaba bastante adulto para eso? Tobio refunfuñó tratando de llamar la atención... nada.

- ¡Eh, tú! – exclamó a regañadientes Tobio apoyándose con las dos manos sobre el barandal de su balcón. El chico se giró a mirarlo y le dedicó una sonrisa, se acercó a su ventana y se asomó. Tobio le dedicó su peor cara de odio y descontento. En cambio, el otro chico al llegar a su balcón abrió los ojos de par en par.

- ¿Qué haces? ¡Apaga esa música!

- Oh... claro... - dijo el chico, y apagó la música desde el control que sostenía en su mano.

- ¿Qué estás mirando? – preguntó Tobio con tono de enfado. El otro chico lo apuntó con un dedo.

- ¿Kageyama? – musitó confundido, entrecerrando los ojos y apoyándose sobre el barandal del balcón.

- ¿Perdón?

Tobio no sabía si había oído mal, o el molesto chico de en frente había dicho su apellido.

- ¡Kageyama! ¡Soy yo! – gritó mientras se despeinaba el pelo con ambas manos. Al terminar, alzó ambas manos y sonrió con extrema felicidad. El silencio se prologó unos segundos.

- ¿¡Hinata!? – exclamó Tobio, quitándose los lentes lo más rápido que pudo.

- ¡Sí! ¿Qué haces aquí? ¡Creí que nadie vivía en ese departamento! Oh... ¿te mudaste? ¡Qué coincidencia!

Tobio no pensaba responder. Se dio vuelta, entró a su casa, y cerró la puerta del balcón mientras Hinata seguía hablando, o gritando. Lo único que le faltaba era encontrarse con Hinata, maldito Hinata, ¿qué hacía ahí? No lo veía hace ¿cuánto? Tres años, seguro. A lo mejor, pensó, había sido algo rudo con su viejo compañero. Volvió su mirada a la ventana y pudo observar al bobo chico tonteando, bailando y riendo como si nada hubiera pasado. No, no se disculparía.

Se alejó de la ventana, apagó las luces del estudio y cerró la puerta. No volvería a entrar allí sin haber puesto las estúpidas cortinas, aunque ya sabía que el pesado de Hinata no lo dejaría en paz, pero ¿qué demonios hacía ese cabeza de zanahoria en el departamento de en frente? ¿Y por qué nunca antes lo había visto?

El departamento en el que Tobio se había instalado había sido conseguido gracias a Suga. Él había dicho algo como "Tengo el sitio perfecto para ti", y era cierto, ese departamento era bastante barato, cómodo, quedaba relativamente cerca del trabajo... ¿acaso Suga sabía que Hinata vivía allí? ¿Mantenía el contacto con Hinata? Nunca habían hablado de ello, Tobio se esforzaba con todo su ser en no recordar el pasado, quería olvidar todo lo relacionado al estúpido de Hinata, su cabeza de zanahoria, y sobre todo: el voleibol.

El pobre muchacho sentía que su suerte era nula. Luego de haber descubierto a su nuevo vecino, quien por cierto seguía con esa actitud hiperactiva que tanto lo irritaba, decidió relajarse... si esto le fuera tan fácil... Habían pasado ya dos horas desde que había decidido recostarse, era tarde y él odiaba no poder dormir, y más cuando la razón no era otra que ese idiota de... ni siquiera podía pensar en su nombre.

Cuando era más joven, y quien dice más joven dice "hace tres años", tenía que soportar a Hinata en las prácticas, en casi todas las clases. Tenía que soportarlo con sus ataques de nervios antes de cada partido, sus charlas hiperactivas toda la mitad del camino de vuelta a casa, y quién podría olvidar todas las veces que Hinata y Tanaka se metían en problemas y, tanto Suga como Tobio, tenían que ir a buscarlos y contener las ganas de estamparles la cara en el suelo.

Por cada recuerdo malo y exasperante, existía uno dulce y no tan insoportable. Como charlas tranquilas, ayudar juntos a limpiar luego de los entrenamientos, compartir el almuerzo, y cosas como esas. Razones por las cuales a veces se sentía culpable por haber cortado toda relación con sus viejos amigos.

Tobio suspiró sin ganas y se estiró para abrir uno de los cajones de la mesita de noche, de allí sacó unas pastillas. Cogió una y se la tomó sin vacilar. Ni siquiera se molestó en ir a buscar un vaso de agua, simplemente quería dormir sin pensar en más problemas.

- Buenas noches, duérmete ya – se susurró a sí mismo, cerrando los ojos.



¡Qué corto este capítulo!

El próximo promete... o no.

A Través de la Ventana - KagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora