Capítulo 9 - Acelerado.

2.1K 229 108
                                    

Nunca dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Eso era lo que Hinata había pensado para verse parado en frente a la puerta del departamento de Kageyama.

Si bien no había pensado bien las cosas, no podía soportarlo mucho tiempo más. Haber dormido junto con él había sido la gota que rebalsó el vaso, haber estado tan cerca de él, tener el aroma a su piel impregnado en las almohadas. La situación se le salía de las manos, y si Kageyama podía entenderlo iba a ser mejor.

El plan era simple: ir a su casa, hablar sobre esa noche de navidad, verificar si daba alguna señal de corresponder a sus sentimientos, y en caso de ser así confesarse. Fácil. Tampoco pensaba gritárselo en la cara, sólo era hablar como dos personas maduras que eran. Eso.

Suspiró y con todo el coraje que tenía, se dispuso a tocar la puerta.

-¿No te basta con estar todo el día acaramelado? Ni en el trabajo paras, eres insaciable... -Esa voz era de Kageyama, su voz burlona. Hinata podría reconocer su voz desde el espacio exterior.

-¡Tobio! Eres cruel conmigo. Además... ya te gustaría a ti estar todo el día acaramelado... -Ese era Suga, y podía identificarlo porque lo había escuchado en la noche de navidad. Sí, no había duda.

-Cierra esa boca ya, anda -lo interrumpió Kageyama.

Risas. Silencio.

Su mano había quedado paralizada antes de poder llamar a la puerta, y cuando cayó en cuenta de lo tonto que se veía -aunque nadie lo viera -corrió de allí lo más rápido que pudo, haciendo retumbar en los pasillos cada pisada, como si lo cargaran mil demonios. O como sólo Hinata sabe hacer.

Cerró la puerta de su casa con furia y caminó hasta su habitación aún más enojado, pero al llegar allí sintió como si un aura azul lo entristeciera completamente. Estúpido Kageyama, que podía hacerle sentir la más desbocada ira desde lo más profundo de su ser y luego, con tan sólo el recuerdo de su presencia, la mayor tristeza que podría haber sentido jamás.

Hinata negaba con la cabeza cada pensamiento que se le cruzaba mientras organizaba su ropa dentro de su bolso deportivo. Kageyama estaba hablando con alguien, y no sólo era alguien, era Suga. Kageyama hablaba con Suga, y no sólo hablaba... ¡Eso no era hablar siquiera! Hinata había tenido bastantes noviecitos como para comprender cuando dos personas tienen algo amoroso entre ellos, y esos dos malditos tenían una relación amorosa. Se jugaba todo el anaranjado pelo de su cabeza a que era así.

Nada de risas entre amigos, no. Ellos coqueteaban, y era así desde que volvió a encontrarse a Kageyama. Claro, ¿cómo no pudo darse cuenta antes? ¿Era ciego? Si estaban juntos cada vez que los veía. Habían llegado juntos aquella noche, de la cual no recordaba casi nada -pero Daichi sí, y se encargó de reñirlo por eso -.

Terminó de guardar sus cosas y escuchó una risa desde el otro lado de la ventana. Observó curioso tratando de ver qué pasaba, porque aunque lo negara era obvio que le interesaba saber qué pasaba entre esos dos exactamente.

-Vamos, cuando me pidas algo voy a hacerlo, sea lo que sea -decía Suga, sonriendo y juntando sus manos, rogando a Kageyama.

-No necesito que me prometas nada, sé que voy a conseguir de ti lo que quiera siempre, tengo mis métodos -aseguró Kageyama apareciendo en el marco de visión de Hinata.

Suga rió y pudo observar de reojo al chismoso vecino. Lo miró, le sonrió y lo saludó animado. Hinata se puso rojo de vergüenza, lo habían pillado espiando.

Kageyama observó a Hinata y abrió los ojos de par en par. De forma apresurada se abalanzó a las cortinas y las cerró, dejando a Hinata observando la tela azul.

A Través de la Ventana - KagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora