Miércoles 12 de julio de 1939.Meses antes de que estallara la Segunda Guerra Mundial. Nadie se imaginaba todo lo que ocurriría. Se cometió genocidio y muertes innecesarias.
Vivía en una ciudad importante de Alemania llamada Bremen. Era colorida y llena de vida antes que la sanguinaria y triste contienda la arruinara durante un largo tiempo. Era una joven astuta y fría. Mi madre me enseñó a serlo. Aunque no me llevara muy bien con ella, le estoy muy agradecida por haberme enseñado a ser así.
La fecha mencionada fue muy importante para mí. Antes de comenzar a relatar lo que me ocurrió aquel día, quiero recordar cómo era antes de la guerra. Amaba la medicina. Estudié para ser doctora pero, me tuve que conformar con ser enfermera. A Agatha, mi odiada y repulsiva madre, no le gustaba que cumpliera mis sueños. Ella prefería que fuera una buena esposa, me comportara y no le llevara la contraria ni a ella, ni a mi futuro marido. Sin embargo, a mi preciado hermano, Christoph ella le amaba y quería con locura. Le consideraba un hijo perfecto y caballeroso. Él era valiente como el que más, vanidoso y muy petulante. Ambos nos alistamos el mismo día para combatir a favor de nuestra amada patria. Christoph y yo luchamos por ella pero nos defraudó.
A su vez, mi hermano, estaba enamorado de una mujer que era una de mis mejores amigas. Ella se llamaba Henriette. Congeniamos muy bien porque teníamos un carácter parecido. Henriette era dura y fría como el hielo, pero también era amable y simpática. Su abuelo, al que tantísimo apreciaba, fue torturado y asesinado por los ingleses durante la Gran Guerra y ella se alistó para vengarle. Christoph la ayudó y la quiso hasta su último aliento de vida. Él desgraciada y tristemente murió en la Batalla de Arrás, en Francia. Afortunadamente, la ganamos pero a costa de la vida de mi hermano. Además de Henriette, también conocía a una dulce y simpática joven llamada Gretchen. Ella se alistó como enfermera. Era muy enamoradiza pero, cuando conoció a Arnold, supo que iba a ser con el con el que pasaría el resto de su vida. Arnold, era más que un compañero para Christoph. Era su amigo al igual que Erik. El último en mencionar, era ambicioso y valiente al igual que yo. Él estaba dispuesto a combatir por su país.
En este día, estaba caminando con mi hermano. Ambos íbamos orgullosos y llenos de dicha por haber sido aceptados para poder combatir contra el comunismo pero sobre todo, para poder defender a nuestra amada Alemania y acatar las ordenes del Führer. Por aquel entonces, mi país era rico, lleno de poder y de ambición. Nosotros teníamos el gran control sobre Europa o eso creíamos como grandes ingenuos.
Regresamos a nuestro hogar —si se le podía nombrar así— y a continuación Christoph y yo, tomamos una copa de whisky para celebrar nuestra memorable hazaña de ser soldados del partido Nacionalsocialista, también llamado el partido Nazi como la mayor parte de personas lo conocen.
—Queridísima hermana— dijo mi hermano entre risas— ya podemos estar orgullosos porque vamos a poder defender a nuestra gran patria.
—Ya lo creo Christoph, ya lo creo— comenté levantando mi copa medio llena.
—Hijo, ya has llegado. ¿Cómo te ha ido? ¿Te han aceptado?— dijo Agatha.
—Buenas tardes a usted también madre...— masculló Christoph.
—Déjate de sarcasmos. ¿Vas a ir a la futura guerra?— la voz preocupada de nuestra progenitora dijo.
—Sí, voy a ir y con una excelente compañera.
—Y... ¿Quién es esa joven?— preguntó ella.
—Esa joven es mi amada y hermosa hermana Astrid— gritó mi hermano dándome un beso en mi sonrosada mejilla.
—Vaya, con que tú también te has alistado. Mejor, así no tendré que aguantar tus insolencias— me espetó mi madre.
—Y yo no la tendré que aguantar a usted. Además, padre hubiera estado muy orgulloso de mí, le guste o no. Si él estuviera aquí, entre nosotros, todo sería diferente. Usted no estaría tan amargada y yo podría ser una de las doctoras más reputadas de Alemania. Pero no, usted siempre se empeña en zaherirme de las formas más crueles— dije despectivamente.
—Astrid, más te vale cuidar tus modales. Al fin y al cabo, soy tu madre y todavía puedo darte un correctivo y por lo visto, estás a falta de él. No me obligues también a truncar tu sueño de ser enfermera. Es lo único que te queda— declaró mi repulsiva madre de manera arrogante.
—¡Basta!—gritó mi hermano—¡Es que a caso no pueden dejar de discutir ni un sólo día! ¡Esto consume a cualquiera!
Christoph, sin poder soportar más la disputa que estaba teniendo con Agatha, abandonó el salón donde nos encontrábamos y se alejó tomando consigo su chaqueta, regalo por su vigésimo cumpleaños, y se retiró de nuestra vista. Llevaba un rostro de enfado mezclado con furia. No se lo podía reprochar. Él debía de estar muy cansado de los continuos enfrentamientos con mi madre.
Nota de autora:
¡¡Hola!!
Espero que os guste mi nueva historia. Sé que el primer capítulo no es muy largo pero por algo se empieza...
Astrid en multimediaEsmeralda ❤️
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Mi Gran Guerra
Historical FictionAstrid von der Sichel es una muchacha hermosa, fría, calculadora y muy inteligente. La joven ama la medicina, por ello, decide alistarse al ejército como enfermera. Sin embargo, todo cambia cuando conoce al teniente alemán de infantería, Erik Fritz...