Día 6.

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Ya sentía mi trasero adolorido de estar sentada en el frio concreto de las escaleras de la casa de mi abuela. ¡Una hora y no llegaba!
Ahora sé de donde saque mi impuntualidad. ¡Nunca llego a tiempo! Y cuando lo hago suceden cosas como esta. Que sea la otra persona la que me hace esperar.

-¡Abuuuu! -grité al divisar a mi abuela cruzar la calle apoyándose con su bastón.

-Pequeña, haber ayúdame -saludó pasándome una bolsa con frutas y medicina.

-Me hubieras esperado y yo hubiera ido por tus compras.

-Yo sola puedo.

-Lo sé, pero me da miedo que salgas tu sola.

Asintió abriendo la puerta de entrada mientras le ayudaba a pasar. Después de acomodar las cosas de la bolsa en la cocina y sus medicinas en un cajón. Habló.

-Creí que llegarías más temprano.

La miré incrédula.

-Lo hice -entrecerré los ojos. -Pero tú no estabas y te espere en las escaleras como por una hora.

-¡Oh, hija! -comentó perpleja. -Ya sabes que no le entiendo mucho al reloj, creí que aún alcanzaba a ir por mis cosas.

-No es para tanto, no te preocupes.

-Haber, dime entonces en qué te puedo ayudar -ofreció amable.

-En responderme, ¿Qué es el amor?

-Ay hija yo no sé de esas cosas.

-Vamos Abu -me quejé. -Como por ejemplo cuando los soldados abandonaban a sus esposas e hijos y les prometían volver, aun sabiendo perfectamente que quizás ya no podrían regresar nunca más y cosas así -expliqué.

-¿Sabes algo? -Sonrió. -No soy tan vieja,y a mí no me pasó tal cosa.

Levante una ceja incrédula.

-Bueno quizá si soy algo vieja,pero igual no me pasó.

Reí.

-Desde muy joven se tenía la costumbre de arreglar los matrimonios, así que, aún sin querer a la otra persona, debían casarse y formar una familia. Yo a tu abuelo nunca lo quise, o bueno no tanto al principio. Pero con el tiempo ya habíamos formado una familia, así que me acostumbre a él y su presencia.

Hizo una pausa y me miró.

-Perdí a varios de mis hijos, lo sabes claro -asentí. -En el trayecto de nuestras vidas, que seguían avanzando -lentamente unas lágrimas bajaban por sus mejillas.

Me acerque a ella y tomé sus manos en las mías.

-La vida no se detiene por nada ni por nadie, mis hijos restantes formaron sus vidas y aunque si me visitan de vez en cuando. Al principio, no me sentía sola porque lo tenía a él, siempre peleábamos, pero aun así lo quería. Él estuvo siempre a mi lado, desde que nos casamos. Y cuando tus tíos se fueron casando y formando su propia familia; quedamos sólo él y yo, como al principio.

Me dio un fuerte apretón, preparándose quizá para lo que diría.

-Cuando tu abuelo se fue, yo me quise ir con él.

-Pero...

-Pero aun no era mi momento supongo. Aunque creo que muy pronto lo será.

-¿Por qué lo dices? -la miré a los ojos.

-Porque lo siento aquí -soltó una de sus manos y junto con la mía se las llevo directo a su pecho.

La mire y sentí como lagrimas caían por mis mejillas.

-No puedes hablar enserio -dije entrecortadamente.

Asintió.

La abrace tan fuerte que creí que podría llegar a lastimarla.

Yo no quería que ella se fuera.

Yo la necesitaba.

Me importa un carajo si es algo egoísta de mi parte.

Yo la quería aun conmigo.

-Tú nunca dejes que alguien decida por ti.

Asentí.

-Te lo prometo.

Me miró por unos segundos.

-Te amo viejita.

-Te amo mi niña -respondió.

Y sentí mi corazón estrujándose por completo.
Yo no quiero perderla.

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