CAPITULO VII

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Al escuchar mis palabras me abrazo mas fuerte y me dio un beso en la cabeza, cuando sintió la humedad de su camisa me separo de el y me miro la cara.

Yo agache la cabeza, estaba llorando en frente de el para mi vergüenza. Me levanto la cara y me limpio las lágrimas para después darme un beso en la frente.

—¿por que lloras?—me preguntó después de secarme bien las lágrimas.

—porque quiero confiar, pero me da miedo hacerlo sin salir lastimada.—le dije sabiendo que el entendería a lo que me refería.

—¿que puedo hacer para que confíes en mi y en que nunca te dejare?—me pregunto y realmente no sabia que contestar a esa pregunta, nunca había confiado en nadie y siempre había sido lo mejor, solo de imaginar el dolor que pase sin haber confiado como la perdida de mi padre, la partida de mi madre para nunca volver y todo lo que me han echo, solo pienso que confiar puede ser lo peor.

—simplemente nunca aprendí a confiar en las demás personas, por que en mi vida la confianza puede significar dolor y es lo que mas quiero evitar—dije y no pude evitar que mis palabras sonaran melancólicas con los recuerdos que vinieron a mi mente.

Se me quedo viendo unos instantes y después de unos segundos tomo mi mano con desicion y empezó a caminar llevándome a rastras detrás de el. 

—¿adonde vamos?—pregunte intrigada mientras me ponía a su lado para que no siguiera arrastrándome.

Se encogió de hombros y siguió caminando con una sonrisa en su cara, y sin darme cuenta tenia una pequeña sonrisa en la mía, y creía saber por que.

Estar con el me hacia sentir a gusto, hacia que sintiera confianza pero me daba miedo admitirlo, con el me sentía tranquila y en estos momentos el hizo que sonriera por primera vez, una pequeña sonrisa, pero era algo y era un gran logro.

Llegamos al parque donde hace no mucho el llego a rescatarme, y a pesar de los malos recuerdos me siguió pareciendo tranquilo este lugar, y mucho mas estando Will conmigo.

Íbamos caminando de la mano en un silencio un poco incomodo, no sabia que decir y cada vez me distraía mas cuando lo volteaba a ver y se me hacia difícil quitar la vista de su rostro.

Su nariz era recta, una sonrisa tan hermosa que hasta se me olvidaba como respirar, sus ojos, esos ojos azules tan claros que brillaban cuando sonreia y resaltaban con el color castaño claro de su cabello rebuelto.

Siempre se veia tan alegre que me costaba trabajo imaginar que el sufriera. Era tan diferente a mi, yo nunca supe que es la felicidad y de pronto el llega y me sonríe todo el tiempo.

—¿por que te cuesta tanto confiar en la gente?—me pregunto de repente.

—porque hay gente que cuando confías en ella y saben lo que tienen que saber, después de un tiempo te apuñalan por la espalda. Después de todo lo que he pasado, simplemente la palabra confianza no existe en mi vocabulario.

—yo no soy de ese tipo de gente, ya veras como poco a poco me iré ganando tu confianza.

Sonreí un poco por segunda vez en un día, lo que el no sabia y hasta yo misma acababa de descubrir era que ya confiaba en el, solo que no lo admitiría. 

Se me quedo viendo fijamente con un poco de admiración en los ojos, y yo me sonroje, no estaba acostumbrada a que me prestaran tanta atención.

—¿que pasa?—pregunte un poco avergonzada.

—nada, solo que cuando sonríes te vez mas hermosa, y es la primera vez que te veo sonreír, es un gran espectáculo digno de ver.—me dijo tiernamente.

No me podía sentir mas avergonzada con sus palabras, nadie nunca me había dicho nada igual y sentía como mi corazón latía desbocado, y como mis mejillas estaban mas encendidas que nunca.

Definitivamente no sabia que decir en esta situación en la que nunca había estado metida.

—¿crees en el amor?— me dijo dudando

—no—respondí amargamente con tan solo pensar en esa palabra.

—¿por que?— me pregunto intrigado

—porque ¿como te imaginas que alguien va a creer en algo que nunca existió en su vida? en algo que nunca recibió, ni siquiera me puedo plantear soñar con recibir algo así. Hace tiempo que deje de creer en esa palabra—respondí sinceramente, era realmente lo que pensaba sobre esa palabra en mi vida.

—¿ni siquiera crees que algún día te puede llegar el amor a tu vida? ¿que alguien te puede llegar a amar?— me pregunto con ¿esperanza? En la voz.

—no creo ¿quien va a querer estar con alguien como yo?  Si nadie me quiso antes, no me puedo imaginar que de repente alguien me quiera ahora.

—¿y que tal si ya existe esa persona a la que le importas?

Lo voltee a ver un momento, no sabia a que quería llegar con sus preguntas, pero mi única reacción es que reí amargamente ante lo obvio, yo a nadie le importaba y ya me lo habian demostrado de mas.

—ni a las personas que les debí de haber importado no les intereso como estaba yo, solo se fueron sin mas.

De repente se detuvo y se volteo hacia mi, y poco a poco fue hacercando su cara a la mia hasta que recargo su frente con mi frente y yo me quedaba paralizada por ese contacto, podía sentir su aliento combinar con el mio.

—todo este tiempo he vivido sin que me importe nadie, me la pase todo el tiempo sonriendo y fingiendo que estaba alegre, y nunca demostré lo que en realidad siento a las demás personas. No quería que nadie viera que estoy triste, para mi la tristeza es debilidad y yo siempre quise demostrar que era fuerte. Mi único consuelo estos años es que había llegado a la conclusión de que no todo el mundo es feliz aunque finjan estarlo todos sufren— me dijo mientras me miraba fijamente a los ojos y después susurro— la mascara de la tristeza es la felicidad.

Me le quede viendo fijamente y pude ver el dolor en sus ojos, y para demostrar sus palabras le regale una sonrisa aun que fuera triste, a la cual el me respondió con otra.

Después el agarró y me abrazo fuertemente mientras me decia algo en el oído.

—aunque te cueste creerlo, tu eres la única persona que me importa, la única persona que necesito cuidar, la persona que algún día quiero ver feliz y saber que yo soy el causante de esa felicidad.

Sus palabras me llegaron muy hasta el fondo haciendo que sienta como miles de mariposas revoloteaban en mi estomago.

Cuando llegamos a mi casa se agacho y me acaracio tiernamente la mejilla, y después me dio un beso en la comisura de la boca.

Me dedico esa sonrisa que tanto me gusta y se fue.

No me pude mover de mi lugar hasta que desapareció de mi vista, y cuando cerré la puerta salio una risa tonta de mi.

Nunca me había sentido así, y el es la única persona que hace que me sienta de diferentes formas con tan solo escuchar su nombre: William.

la fuerza de la soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora