CAPITULO VIII

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Me fui a tomar una ducha y me mire en el espejo como no me había visto antes.

Mi cabello era largo y de un color negro oscuro, mi piel era blanca pero tampoco muy pálida y mis ojos eran de un color gris claro.

Nunca había estudiado mi rostro a fondo, y mi mirada no se veía triste como siempre la senti, en estos momentos se veía brillante con una sonrisa que no podía borrar con tan solo pensar en como se despidió Will de mi.

Todavía podía sentir la sensación de sus labios cerca de los míos acompañado de una multitud de mariposas en mi estomago.

Me fui a acostar a mi cama y me quede dormida mientras me permitía tener pensamientos mas alegres de los que suelo tener, aunque en el fondo sentía algo que me inquietaba.

***

Estaba parada frente a la casa de Will y el venia hacia mi con una sonrisa que poco a poco se fue borrando de su cara conforme avanzaba hacia mi.

Me empecé a sentir preocupada, ya que del poco tiempo que lo conocía nunca lo había visto así de serio.

—valeria te tienes que ir me dijo con urgencia.

—¿por que?— pregunte porque no entendía nada de lo que estaba hablando.

—no preguntes solo vete, no querrás estar aquí.

—pero primero explícame que es lo que esta pasando—empece a alzar la voz porque no me explicaba que es lo que pasaba.

—no dudes que pase lo que pase yo siempre te protegeré.—dijo mientras se escuchaba como se acercaban unos pasos hacia nosotros.—no te dejes llevar por los impulsos y confía en mi que nunca te defraudare.

Y entonces apareció alguien que nunca creí volver a ver.

—Valeria—se escucho la voz de mi padre cuando apareció en frente de mi, saliendo de la casa de Will.

la fuerza de la soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora