CAPITULO III

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Era la única persona que quedaba después del entierro de mi madre, mi papa de verdad que se olvido de mi por que ni siquiera fue a verme, y a pesar del gran dolor que amenazaba con undirme me mantuve firme ante todos. Aunque ya que todos se habían marchado ya no estaba segura de si podía seguir aguantando más el sufrimiento que amenazaba con salir.

—¿por que?¿por que decidiste abandonarme?— le chille al lugar donde ahora descansaba mi madre.
»¡no eras la única que sufría! ¡Y a pesar de todo yo no decidí matarme así como tu lo hiciste para huir de tus problemas!
¡¿por que fuiste tan egoísta y solo pensaste en ti?! ¿por que no recordaste que tenias una hija y que tal vez te necesitaba? ¿por que solo pensaste en tu dolor y no en el de los demás? Ya no se que hacer y aqui me dejaste sola, ¿por que no pensaste en que yo también sufría? Dime por que ¿por que todo el mundo es egoísta?— y conforme me desahogaba y se me iba pasando la histeria, se fue apagando mi voz hasta que solo se escuchaban mis débiles sollosos.

Me levante como pude del suelo y me fui a sentar a una banca que estaba cerca de donde yo me hallaba. Subí mis rodillas para abrazarlas y juntarlas contra mi pecho y así me quede.

Creo que debí de haberme quedado dormida por que sentí una mano en el hombro y abri los ojos sobresaltada.

—oye amiga, ya es tarde y no creo que te quieras quedar a dormir en un lugar lleno de tumbas y donde podrian posiblemente aparecer fantasmas— me dijo un muchacho que estaba en frente de mi con una de las sonrisas mas bonitas que había visto.
»ya es tarde y por lo que veo vienes sola, así que te puedo acompañar a tu casa para que no vallas sola por las calles a estas horas de la noche.— me dijo mientras me ayudaba a levantar y me acompañaba a la entrada.

La verdad era que ya no me importaba si me pasaba algo, así que cuando me acompaño no replique nada, pero también en parte de verdad que no quería ir sola a mi casa.

—cierto, no me e presentado. Mi nombre es William, y cual es el tuyo?

En estos momentos agradecí la distracción por que ya no quería seguir pensando en todos mis problemas.

—soy Valeria

—me siento culpable, creo que debería disculparme contigo.

Lo voltee a ver sorprendida, la verdad es que apenas lo acababa de conocer y no sabia de que debería disculparse.

Cuando me volteo a ver me empezó a explicar sus razones.

—yo vine para visitar a mi padre y siento como si te hubiera espiado que por cierto no es mi estilo, y cuando yo llegue fue cuando empezaste con tu ataque y la verdad no pude evitar no escuchar todo lo que dijiste.
»lamento mucho la situación por la que estas pasando, aunque no eres la única, todo mundo tiene problemas hasta la persona que mas feliz se vea.

Sus palabras me fueron reconfortantes por que lo que decía era cierto, no hay persona que pueda estar siempre feliz, siempre debe de existir un problema en la vida de todas las personas.

Apresar de eso no pude evitar ponerme roja, no quería que alguien me hubiera visto así de vulnerable, tal vez pensara que soy de esas personas que se la pasan llorando y tal vez tenga razón, aunque que mas quisiera yo dejar de llorar.

—¿eres muy callada o se te fueron las palabras?

Me lo había dicho con cierto tono de burla que no pude evitar contestarle.

—¿y tu eres muy hablador o se te escaparon las palabras de la boca?

Me respondió con una sonrisa y yo le respondi con otra.

No iba a dejar que el sufrimiento se apoderara de mi y menos en frente de los demás.

Y a pesar de no querer confiar en nadie no pude evitar sentirme bien en esos momentos, era agradable tener compañía.

William me acompañó hasta la entrada de mi casa y después se fue. Me sentía tranquila después de haber caminado con el y haber tenido una agradable platica, de verdad que me había caído bien.

Cuando subí las escaleras me fui directo a mi habitación y no se por que estaba pensando en ese chico, pero no me preocupó por que me sirvió de distracción para no pensar en otra cosa.

Cuando me recoste en mi cama caí en un profundo sueño gracias a que me sentía demasiado cansada.

***

Cuando me desperté baje y desayune lo que pude, tenia que conseguir un trabajo de medio tiempo, lo bueno era que me la pase ahorrando y por lo mientras tenia suficiente dinero.

No pensaba dejar de ir a la escuela, así que me arregle y salí de casa.

La verdad me sentía igual a cuando estaba mi mama, como siempre estaba sola y son compañía de alguien, el vacío que debí de haber sentido en estos instantes ya estaba desde hace mucho tiempo.

Cuando llegue me fui a sentar a mi lugar de siempre como si nada me hubiera pasado, no pude evitar sentir satisfacción y abrirle camino a una pequeña sonrisa perversa cuando vi a tomm.

Estaba sentado en su lugar con la mandíbula morada, casi de un color azul marcándole el rostro. Me alegraba que el gran dolor que todavía sentía en mis nudillos aun vendados hubiera valido la pena.

Nadie se atrevió a molestarme, aunque me di cuenta que de vez en cuando me voltaban a ver de reojo.

Me puse a dibujar como pude, realmente no dibujaba mal, aunque con la mano así realmente no podía.

Cuando entro el maestro a clase preferi quedarme con la cabeza gacha, ya sabia que la satisfacción que sentía traería consecuencias, agregándole que me salí de clases.

—buenos días chicos, hoy se incorpora un compañero nuevo a nuestra clase.

Como no me interesaba lo que escuchaba, seguí en la misma posición concentrandome en tratar de dibujar ignorando las punsadas de dolor.

—presentate— dijo el maestro al chico que traía con el.

—mi nombre es william y me acabo de mudar a este lugar.

No se por que pero el nombre y la voz de quien lo dijo hizo que levantara la cabeza y ahí estaba, parado enfrente del salón con los ojos clavados en mi.

Lo empecé a ver bien como no había echo ayer cuando lo conocí.

Era alto, su cabello era de un color claro casi miel, sus ojos eran de un color tan claro y hermoso como el cielo, esos ojos que no quitaban la vista de mi y yo no podía quitar la mía de ellos. Era como si me hipnotizara.

Cuando se fue a sentar, se sentó en el lugar que siempre estuvo vacío a mi lado, ahora ocupado por el.

Y después de unos momentos el profesor rompió el encanto.

—valeria—me dijo con una voz intimidante— después de clases quiero que te quedes a limpiar el salón, y eso mismo vas a hacer por todo lo que resta del mes.

Lo único que hice fue decir que si con la cabeza. Pero tampoco me iba a quedar callada.

—disculpe maestro, pero yo no fui la que causo el problema. Solo tommy recibió la consecuencia de sus actos— le dije con la voz mas dulce que podía.

—lo siento valeria pero también te fuiste de clases después de eso y no regresaste. Además tomm ya recibió un castigo que lo llevó a la enfermería.

De acuerdo lo acepto, solo por que no puedo evitar no sonreír.

—al menos valió la pena— me susurré a mi misma.

Por alguna razón volteo a mi lado y veo que william me mira con interes, solo significa que también me escucho.

Por alguna otra razon también me pongo roja y entonces el se empieza a reír de mi.

Por dios hasta su risa es hermosa. Un momento, ¿por que estoy pensando así? Concentra te valería, la vista en frente.

la fuerza de la soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora