Felicidad

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Mi nombre es Clara, no soy una persona importante ni tuve grandes ambiciones en mi vida, pero si logré cumplir mi mayor sueño: formar una familia con el hombre que amaba. Marcos…así se llamaba él…el hombre de mis sueños, el amor de mi vida. Nos conocimos en la universidad, ambos estudiábamos abogacía y por esas rarezas de la vida nuestros caminos se cruzaron. No creía en el amor a primera vista hasta que lo conocí, bastó una sonrisa para que fuera suya eternamente. Tenía una sonrisa capaz de detener el tiempo, de hacer que olvidara todo lo que me rodeaba y fui la mujer más feliz del mundo cuando me invitó a salir, desde ese día jamás nos separamos y jamás nos hubiéramos separado de no ser por ese hombre.

Un año después de habernos conocido, nos casamos y poco después nació Mia, nuestra primera hija, la luz de mis ojos y la consentida de su padre. Todo era perfecto en nuestras vidas, por razones obvias dejé mis estudios universitarios pero mi esposo logró graduarse y me sentía feliz por él. No teníamos riqueza pero nos iba muy bien, compramos nuestra casita en un barrio muy tranquilo, casi parecía un pueblo fantasma, pues los vecinos pasaban desapercibidos y no teníamos contacto alguno con ellos, pero fuera de eso todo era perfecto.

Para cuando Mia cumplió dos años, Marcos había logrado abrir su propio estudio jurídico y le iba muy bien, yo era feliz cuidando de mi esposo e hija…no podía pedir nada más; pero meses después llegó nuestro segundo hijo: Santiago. Era el niño más dulce del mundo, tenía la sonrisa de su padre y mis ojos según nos decían todos. Para mí, ellos tres eran mi mundo y no existía nada más perfecto que mi familia, podía ser una leona con tal de que nada ni nadie los dañara …así los amaba. Todo era perfecto, demasiado perfecto... 

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