Cambio

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Había transcurrido una semana bastante complicada entre el trabajo, los estudios y la familia, pero finalmente había llegado el día de descanso. Con mi esposo planeamos un fin de semana familiar, algo para relajarnos y disfrutar todos juntos. Marcos alquiló una cabaña en las afueras de la ciudad y teníamos todo preparado para partir. Los niños estaban emocionados y más inquietos que nunca ante la idea del viaje.

Esa mañana comenzó de la mejor manera para mí, me levanté, preparé el desayuno para mi esposo y se lo llevé a la cama. La bandeja con el café cargado como le gustaba y las tostadas con mermelada de naranja, quedó olvidada sobre la mesa de luz. Marcos me tomó entre sus brazos y me besó con mucha pasión, tenía esa mirada tierna y una sonrisa tan cálida y luminosa que me hacía sentir como en aquel tiempo cuando nos conocimos. Hicimos el amor como si el mundo fuera a acabarse…y ahora que lo pienso, ese día fue el fin del mundo para mí, el fin de mi alegría.

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