Unos fuertes golpes en la puerta me despertaron aquella mañana.
-¡Snape! ¡Snape! ¿Estás ahí?
Salté de la cama, con las manos eché mi pelo para atrás y abrí la puerta rápidamente.
-Snape me tenías preocupado- dijo Dumbledore
-Lo siento señor, me había quedado dormido- contesté, aunque sabía que no era una buena respuesta.
-No es eso común en ti, Severus. ¿Hay algo que te preocupa? ¿Ha pasado algo?- preguntó él arrancándome mi pequeño secreto de los brazos.
-No es nada, pero pase, por favor- le indiqué yo. Cuando pasó y cerró la puerta tras de sí continué- Es que... bueno... Ayer en la ceremonia vi algo que me trajo recuerdos, nada más.
-Snape, no sé cómo lo has hecho todos estos años, como ocultas tu verdadero ser detrás de un hombre frío e irónico, pero sí sé que te debe doler mucho la máscara y la carga que cuelgan en tu alma.
-Profesor, ¿a qué se debe su visita?
-¡Ah, sí! Lo olvidaba- dijo Dumbledore ante mi clara necesidad de cambiar de tema- quería saber si ya estaba lista la poción que te pedí; fui a tu despacho y como no te encontré vine aquí.
- Está casi lista, le quedan alrededor de unos cuatro días de fermentación y ya podrá usarla.
-De acuerdo, Severus.- dijo el anciano algo desilusionado- ¿No tienes clases hoy?
-Sí, pero algo más tarde. Tengo clase de pociones con los chicos de Hufflepuff y los de Ravenclaw.
El anciano salió de mi habitación dejando la conversación inacabada, lo cual agradecí sumamente pues necesitaba pensar antes de la clase.
Saqué de debajo de mi cama mi "caja de los tesoros" en la que guardaba los pocos objetos a los que yo tenía apego: una pequeña libreta, un tintero y una pluma. Aún recuerdo con ternura el día que Lily Evans me regaló aquellos objetos. Era el día de mi cumpleaños y pensaba que era el peor 9 de enero de mi vida. La discusión de mis padres, los insultos, mi miedo, todo recorría mi mente mientras yo lloraba en aquel parque. Lily Evans apareció con un pequeño paquetito envuelto y me lo dio.
- Feliz cumpleaños, Sev- dijo haciendo caso omiso a las lágrimas que bañaban mi rostro.
Y en ese justo momento aquel 9 de enero se convirtió en el mejor día de mi vida.
La tinta del tintero se había gastado muchas veces y siempre compraba la misma marca que ella me había regalado y rellenaba el tintero que me compró. El cuaderno era tan grande que aún tenía hojas en blanco.
Cogí la pluma, la acaricié suavemente, la olfateé intentando oler su perfume y sentirla otra vez cerca de mí.
Abrí el tintero y la libreta, mojé la pluma y comencé a escribir.
"Querido Dumbledore,
Eres la persona en quien más confío y aun así soy incapaz de decirte la verdad sobre todo. Ese chico me ha dejado impactado, me he visto en él.
Preguntabas si dolía portar diariamente esta máscara, esta carga... Duele, duele hasta que no puedes más y cuando crees que podrás soportarlo aumenta el dolor.
Estoy tan podrido por dentro... Todos piensan de mí que soy un ser malévolo, un mentiroso, una persona incapaz de querer. Nadie sabe lo que es amar como yo amo, en silencio, con la mirada tan baja que podría penetrar el suelo. Siempre la amaré.
Estoy condenado a la soledad, Dumbledore, y aún no sé qué he hecho tan mal para tener que sufrir esto. Lo de Voldemort fue un terrible error, el peor que pude cometer, pero antes de eso yo ya estaba solo. A mí nunca me ha querido nadie, Dumbledore, nadie. Siempre he sido el humillado, el maltratado, el condenado por una mano invisible.
Desde aquel 9 de enero en que cumplí 11 años, en el que Lily Evans me regaló los utensilios con los que hoy te escribo, no he recibido regalo alguno por mi cumpleaños. Paso la Navidad en la más absoluta soledad. Las paredes se me caen encima.
A veces, por las noches, soy incapaz de contenerme; empiezo a imaginar a Lily Evans conmigo. La otra noche imaginé que dormíamos abrazados y un pequeño hijo nuestro nos interrumpía porque no podía dormir. Después de esto nos abrazábamos los tres y pasábamos así la noche. Rompí a llorar, tanto que el amanecer me descubrió en mi llanto.
Dumbledore, duele, duele tanto como que te arranquen el corazón, como que te quiten la piel y la remplacen por una de hierro con púas que pinchan a quien se acerca y te pinchan a ti.
Duele sentir que no puedo sentir, que no puedo llorar con la cara descubierta, que cualquier hechizo Legeremens pueda poner en peligro lo que lucho por proteger.
Yo tampoco entiendo como aguanto, lo hago por ti, por Potter, por Lily... No puedo decir que lo hago por mí, yo ya no me siento, estoy muerto en vida.
Dumbledore, "
No supe como terminar la carta que jamás llegaría a Dumbledore, que se quedaría por siempre en la libreta que Lily me regaló.
Dejé que la tinta secara un poco y cerré la libreta. Por último, metí la libreta, la pluma y el tintero en la caja y la dejé nuevamente bajo la cama. Ahí quedaba todo mi ser, bajo la cama en una caja.
Me puse mi máscara de indiferencia, frialdad e ironía y me dispuse a dar la clase de pociones.
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La segunda oportunidad de Snape
Fiksi PenggemarSnape conocerá en Hogwarts a un chico que le cambiará la vida, le hará recordar momentos que había preferido mantener en el olvido y podrá subsanar errores del pasado.. Algunos personajes son de J.K. Rowling y otros míos