4. A ti y al mundo

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"Querida Lily,

Estoy tan impresionado. ¿Cómo un niño puede guardar tanto dolor en el pecho? Sé que yo sufrí, pero me encantaría ahorrarle este sufrimiento.

Lo castigué y vino a mi despacho. Cuando entró tenía la cabeza fija en el suelo, temblaba. Sabes como soy, debo aparentar dureza, no puedo dejar que mi máscara caiga o quedaré al descubierto, y fingí dureza absoluta. Le indiqué que se sentara y le hice escribir una redacción frente a mí. Se notaba que su camisa le estaba pequeña y se le veía parte del brazo. Tenía moretones, Lily. No pude evitar un Legeremens. Al principio todo parecía normal. Una casa, una familia, aquello que yo siempre quise tener. Una madre feliz acunaba un bebé de pelo oscuro entre sus brazos. No eran una familia de muggles, los Snyder son una familia de magos de sangre pura, aunque poco conocida en el mundo mágico. De repente los recuerdos se movieron y aparecí en otra escena, un entierro. Un niño pequeño de pelo oscuro se aferraba con su pequeña manita al gran dedo de su padre, el señor Snyder. Otro cambio de escena:

<<no vales nada>> <<inútil>><<maldita la hora en la que te trajimos al mundo>> <<tú tienes la culpa de todo>> <<tú tienes la culpa de todo>><<tú tienes la culpa de todo>>. Las frases resonaban mientras aparecía Blake con 4 años siendo brutalmente golpeado por su padre. Lily, nunca supiste las palizas que me propinaba mi padre, él era un muggle al que no le gustaba nada, ni la magia ni yo, que para él siempre fui menos que la nada, pero el padre de Blake es mago y hace sentir a su hijo tan miserable... Lo peor estaba por llegar. <<Crucio>>. Nunca creí que un padre pudiera ser capaz de hacer una maldición imperdonable a su hijo. Lily, me recorrió la sensación de miedo, de rencor y de culpabilidad que a él le recorría el cuerpo, que a mí mismo me lo recorría hace tiempo. Nadie tendría que vivir con miedo Lily, nadie. Sentir que no vales nada, que no eres nadie...

Lily, necesito ayudarle. Creo que es mi oportunidad, mi segunda oportunidad de hacer las cosas bien. Me importa. Más que redimirme, necesito que él no cometa los errores que yo cometí, necesito salvarlo.

Olvidaba que con el Legemens él vería también sus recuerdos. Su cara estaba descompuesta, pero aun así no lloró, había aprendido a no hacerlo y, Lily, eso es lo peor que puede pasarle a un ser humano.

No habían pasado ni 20 minutos desde el inicio del castigo y ya lo había mandado fuera de mi despacho. Me miró con cara de incomprensión y se marchó cerrando la puerta tras de sí. Me hubiese gustado ofrecerle una palabra amable al menos, pero no pude.

Ahora los recuerdos vuelven a mí y no sé cómo apartarlos de mi cabeza. Recuerdo la primera, en el momento que todo empezó. Cuando era niño pensaba que si nunca hubiese roto esa botella de vino, ni mis manos fueran tan torpes, nunca hubiera empezado el infierno de las palizas. Ahora sé que si no hubiese sido por eso motivo, hubiese sido por cualquier otra cosa. Recuerdo el sonido del cinturón deslizándose por las trabillas del pantalón. Me recuerdo suplicando, cuando aún suplicaba... Me recuerdo bajo la cama, atemorizado y dolorido. Recuerdo la mano de mi madre, dándome una poción para el dolor: su más fría muestra de cariño. Lily, la poción evitaba el dolor del cuerpo, pero ¿y mi alma?

Lily, lo ayudaré, te lo prometo. Te lo debo, a ti y al mundo."


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Siento la tardanza. Entre la mudanza y los estudios no he podido publicar. Espero que os guste y comentéis vuestras opiniones.

La segunda oportunidad de SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora