7. El abismo

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La maldición cruciatus se detuvo y Voldemort me dejó volver a casa, no sin antes recordarme que tuviera mucho cuidado con lo que tuviera entre manos. Sentí terror. Tuve miedo de que hubiese descubierto al chico.

Me aparecí en casa. Blake estaba en el sofá y se me quedó mirando con los ojos desorbitados.

-Ha sufrido una cruciatus, ¿verdad?

-Blake...

-Conozco los síntomas, yo también la he sufrido. No me negará que esos espasmos son por culpa de la maldición

-No, no te lo negaré. Solo te pido que vayas a mi habitación y me traigas una poción relajante y que me dejes dormir en el sofá.

-¡De ninguna manera! Debe dormir en la cama. Le llevaré

El chico me agarró del brazo. No recuerdo más hasta que me desperté. Al abrir los ojos vi al chico en una silla, al lado de la cama. Me había cuidado durante la noche y se había quedado dormido en algún punto de esta.

Lo desperté delicadamente y le indiqué que viniera a dormir.

Cuando desperté nuevamente eran las once de la mañana; no suelo dormir tanto.

Decidí preparar un gran día para Blake.

Fue fantástico. Primero preparamos un gran desayuno: tortitas con sirope. Hicimos una guerra de harina. No importaba nada, todo quedaría limpio con un toque de varita. Después proyectamos una película. Corrimos jugando por toda la casa. Ahora parecía que todo estaba lleno de color. Después de la cena le indiqué que se duchara. Después de la ducha, se retiró a dormir. Lo arropé en su cama y le di un beso en la frente. En ese mismo instante todo se volvió negro.

Sentí mi cuerpo caer por una espiral de vacío. La nada me tragaba, me absorbía.  

La segunda oportunidad de SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora