Del sueño a la revelación

96 9 2
                                    

Después de eso, exploté. Me hice  cortes porque me odiaba, porque mi mamá no me soportaba, porque mi mejor amigo no podía ayudarme, porque el chico con el que estoy completamente obsesionada se abrazaba con mi mejor amiga frente a mis ojos.
Mi pierna era más cortes que piel pero no importaba. Sólo así podía sobrevivir un día más.
Durante un tiempo fueron sólo llantos de soledad y cortes de vacíos pero luego mi madre rompió la cortina de mi baño y esta calló cuando me estaba bañando. Corrí por la toalla pero ella llegó antes y me vio la pierna. Tuve que prometerle jamás volver a hacerlo y aguantarme insistentes preguntas al respecto. A los 2 días, empecé con los brazos. Los pañuelos, las pulseras y las remeras mangas largas se volvieron mis mejores amigas, junto con el filo del sacapuntas.

No recuerdo muchos después de eso, me convetí en un conjunto de grasa semi-consciente. No sentía dolor, hambre, necesidad de nada en absoluto. Dejé de sonreir por completo y mi vida se convirtió en un sube-baja. Podía pasar días sin comer nada y luego semanas comiendo hasta que el vómito saliera de mi boca sin que yo ralizara ningún tipo de esfuerzo para provocarlo. Podía pasar un mes sin cortar, solo llorando y golpeandome, y luego no podía llegar a los 60 minutos sin tener tres rayas en mis piernas o brazos. Mi vida se encontraba arruinada por completo y yo no era capaz de hacer nada al respecto. Me encontraba en un sueño donde nada podía dañarme realmente, pero tampoco abrazarme, besarme o siquiera tocarme. Esta Muerta en Vida.

Sobreviví así durante tanto tiempo que no puedo recordarlo. De dietas extremas pasaba a atracos excesivos y de brazos blancos a baños de sangre y no parecía ser consciente de nada. Pero lo peor recién empezaba. Cerca de Octubre de 2015, me enteré que la empresa con la que nos ibamos a ir de egresados a Bariloche en 2016 nos regalaba un pre-viaje a mar del plata a finales de dicho mes. Me aterré de tal manera que pasé días llorando. Siempre había sentido verguenza de mis cicatrices y las había ocultado porque sabia que reflejaban la parte más oscura de mi alma, pero con el tiempo había empezado a aceptarlas como parte de mí. Estaban ahí y no iban a marcharse, la brutalidad de mis cortes lo habían dejado bastante claro. Aún así, saber que dentro de un mes debería exponarlas frenta a todos solo por un estúpido viaje a MDQ de solo 2 días me paralizó. Había usado manga larga y pulseras durante todo el año pero no lo veía posible hacerlo cuando tuviera puesta la malla y nos arrojáramos por toboganes de agua. Sería incómodo y estaría todo el día pendiente de ello. Y sabía que me lo merecía.

No existía manera de evitarlo, debía ir o las sospechas serían excesivas. E ir y no meterme al agua era obligar a mis compañeros a lanzarme al mar sin pensárselos. A pesar de la poca relación que mantenía con el 98% de ellos, Bariloche y este pre-viaje era magicamente único, ya que logró unir hasta a los peores enemigos. 

Durante los 30 días que me quedaban hasta el 22 de Octubre, el día que el micro nos esperaba en la puerta del colegio para comenzar esta inimaginable experiencia, usé todo tipos de cremas y maquillajes para hacer desaparecer o por lo menos ocultar mis cicatrices. Las de las piernas fueron más sencillas debido a que la piel ahí era más gruesa y podía recuperarse rápido o disimumarse más rápido aun que sea. Los brazos, al contrario, buscaban venganza. Los cortes eran tantos y tan profundos que me persiguen desde Junio de 2015 a Enero de 2016. 

La solución fue sencilla, la única opción. No iba a sacarme la remera. Era un decisión tomada, analizaba con profundidad e irrefutable. Pero aun queda mi peor miedo, el terror incluso el triple de grande a ser vista con marcas en los brazos: Ser vista gorda.

Dejé de comer por completo, durante los 7 días anteriores al 22 me limité a tomar agua y más agua. No exagero, esta totalmente aterrada. Como consecuencia, apenas podía pararme. Aun así continué y no hacía más que dormir y beber agua. No tenía energía ni para leer, o mirar una peli o ir al baño. Estaba completamente destruida y por primera vez en mi vida, noté lo que en era en verdad estar Muerta en Vida.

Todo estaba perfecto, iba a usar manga larga y había perdido 6 kilos. ¡Nada podía salir! Y el día anterior me preparaba el bolso, justificando las prendas abrigadas con que aún no hacía calor. A pesar del frío que tenía, sabia que eran mentiras. Y mi madre era conciente de ello también, cuantdo se interpuso diciendo: "¡Pero lleva maya, por si sale el sol. Y llega musculosa porque va a subir la temperatura!" Decidí obedecerle, pero mi cabeza armaba todo un plan elaborado para ocultar la ropa antes de marchar.

El problema real comenzó cuando insistió en que me probara todo y como era de esperar me negué pero fue tan insistente que terminé contestándole tan mal que cual quiera sospecharía. No recuerdo exacto las palabras pero estoy segura de que la oración contenía palabras tales como: Estúpida, Dejame en paz, Insoportable.

Lo que sucedió a continuación era predecible, pero yo estaba ciega y no pude verlo venir.

Ella dijo: "Ya sé que te cortaste los brazos, no lo tenes que esconder."

Y yo dije: "Ah bueno, si ya lo sabes, no hay problema." Y me saqué la remera, quedando en corpiño y pantalón. Estaba furiosa porque mi mamá se pensaba que me conocía porque había visto unos cortes en mis piernas. Puff, no tenes ni idea. Sabía que ella esperaba dos cortes grandes como los que tenía en la pierna cuando me saqué la calza, o millones de cortes pequeños como cuando se me cayó la cortina del baño. Pero yo sabía que eso no era lo que iba a encontrar. Yo era consciente de que vería, literalmente, 25 rayas horizontales tan rojas, profundas y gruesas como las otras 15 verticales que cruzaban las anteriores. Eso estaría en mi brazo izquierdo. En el derecho, habría una interminable fila de cicatrices horizontales larguísimas que rondarian alrededor de 20 o más.

Yo sabía que eso la espantaría, pero no tenía ganas de pensar en los demás. Esas cicatrices llevaban ahí largo tiempo, las había ocultado para no lastimar a nadie, había tratado de reducirlas o de detenerme para que nadie sufriera por mi. Pero era yo la única que no podía recuperarse del dolor. La destrozé y sé que estuvo mal, pero demostrarle que tan lejos estaba de conocerme, entenderme, respetarme o quererme fue un alivio. Un secreto revelado, una carga menos.

-.

(Perdón el restraso, he estado pasando un tiempo dificil. Sé los explicaré en los próximos capitulos. Espero puedan enteder y ¡Muchas Gracias por leer!)



Ana, Mia y Auto lesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora