El principio

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Fue hace 2 años.
Mi cumpleaños de 15 era a finales de 2013 y estaba verdaderamente ansiosa. Era marzo pero yo no podía pensar en otra cosa que en entrar al salón, con un hermoso vestido y mi familia y amigos sonriendo al verme. No se si fueron los nervios, las ansias y mi inminente miedo a que algo saliera mal y no hubiera vuelta atrás, pero algo sucedió en mi cabeza y dejé de comer al medio día. Al principio sólo comía la mitad del plato, luego me compraba unos palitos o galletitas y al final nada. Con el tiempo, el hambre desapareció y me resultó asqueroso comer, aunque sea en esa hora del día. Fue divertido, ya que tenía una amiga que con el tiempo tampoco quiso comer y ambas salíamos de comedor a sentar en un banquito y charlar. Esa hora de almuerzo nos unió como nada podría haberlo hecho. Yo era una lectora obsesiva y ella estaba conociendo mi mundo de a poco, con mi más alegre ayuda. Con el tiempo, nos convertimos en una. "No, no tenemos hambre", decíamos, "No, ya comimos" .
Pero luego sus padres se separaron y yo me quedé sola. Ella se derrumbó y empezó a aislarse de todos, yo incluida. Un día le descubrimos el filo de un sacapuntas dentro de la funda del celular. El cuestionario fue incisivo, pero ella mostró sus muñeca y las tenía intactas. Apesar de todo, yo no pude dejar de desconfiar y de sentirme un poco (bastante) traicionada. ¿Cómo había dado ella ese paso sin mi? Eramos un equipo, aunque nunca habíamos hablado abiertamente que queríamos bajar de peso, era ovbio que estamos juntas en esto.
Después de varios meses de su aislamiento social, yo me desmoroné. Ya no desayunaba ni merendaba: era una regla que no me costaba cumplir ni un poco.
Al fin llegó mi cumpleaños y mis 15 fueron un éxito. Mi vestido fue blanco (apesar de mi insistencia en que lo quería rojo) y mis amigos me hicieron un vídeo sorpresa con fotos y una grabación donde estaban en mi casa y me rompían todos mis preciados libros!!!
La pasé tan bien que incluso, al día siguiente, llegué a pensar que fue un sueño. Obviamente, no comí en todo el día ni en toda la fiesta.
Y por el resto del año, seguí sin comer en todo el día. Sólo cenaba la mitad del plato, o un poco más si mis papás insistían, pero nunca completo.
Evitaba el espejo, ¿para que? ¿Que podía cambiar?
Pero un día tuve que verme y eso lo cambió todo.

Ana, Mia y Auto lesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora