—De acuerdo a tu criterio, ¿a quién consideras inteligente del curso?, solo mujeres.
—¿Por qué solo mujeres?
—Ni idea.
—Está bien. Creo que Diana, Domi, Camila, Sussie y Tori. Las cinco son muy inteligentes.
—También tu.
—Yo no cuento.
—¿Y a quién consideras guapa?
—Somos pocas, pero esa es más simple. Guapas —pensó un momento —, Sussie, Andrea, Cristina, Fer y Liz.
—Sigues sin incluirte.
—Es que yo no soy...
—¿Y hombres inteligentes?— la interrumpió.
—Esos son menos, aunque sean varios. Es que ustedes son unos tontos.
—Auch. Justo donde duele.
—Bueno, creo que solo dos o quizá tres. Cristóbal, Andrés y Julián.
—¿Y yo?
—Tú no.
—¿Oyes eso? Es mi corazón rompiéndose. No te rías, esto es serio. Debo estudiar más si quiero entrar en esa lista e inpresionarte. Qué linda te ves ahora, te queda el rojo.
—No estoy roja.
—Sí lo estás.
—Ya cállate. ¿Siguiente pregunta?
—Hombres guapos.
—No sé si me creas, pero no he pensado en eso.
—Tampoco sé si creerte. Entonces...
—Tom, Enri, Pablo y tú.
—¿Yo?
—Sí.
—¿Quién te gusta? — la miró intensamente.
—¿Có-cómo? ¿Del curso?
—¿Te gusta gente en todas partes?
—No, pero es que estábamos hablando... y yo pensé...
—Te has vuelto a poner roja.
—Es que hace calor.
—Estamos en invierno.
—Pero tengo calor, ¿ya?
—No cambies el tema.
—Fuiste tú quien lo hizo.
—¿Quién te gusta?
—Es complicado.
—¿Por qué?
—¿Realmente quieres escucharme divagar?
—Todo el día y estaría encantado. Amo cuando haces eso.
—¿Qué cosa?
—Ponerte coloradita. Ya, pero no me pegues. Cuéntame por qué es complicado.
—Es que él es un pesado, un imbécil, un tonto y un arrogante. Por eso es que hay muchas veces que me pregunto cómo puede gustarme. Me repito durante unos minutos que no es así y que no siento nada, hasta que lo creo. Pero luego, cuando habla y es amable, cuando sonríe, cuando me mira... siento como si todo se moviera bajo mis pies y cosquillas, siento cosquillas. Eso es raro, ¿no? Oh, y hay algo que odio. Sus labios, su estúpida manía de morderlos. Me dan ganas de ayudarlo y morderlos por él.
—Tú también eres pesada.
—¿Qué?
Él se acercó a ella, tomó su mano y la miró.
—Puedes hacerlo.
—¿El qué?
—Morder mi labio.
Y la besó.
Ella sintió cosquillas.
Él sintió que había vivido toda su vida con frío, hasta que probó su calor.
Escrito por Ignacia Bastías (Blue_Neptuno).
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Entre letras y caricias.
RandomPequeños fragmentos, cosas que se nos vienen a la cabeza. Entre letras y caricias nace la inspiración. Un mix de escritos de escritoras distintas. <3