Libre.

31 6 0
                                    

La lluvia crepita fuertemente y a mi paso suenan los tacos mezclados con el ruido del cemento mojado. Me abrazo al cuerpo mirando a ambos lados como esperando encontrar a alguien, quien sea que me impida seguir con mi andar. No hay nadie y algo de decepción se instala en mí, esperaba que alguien viniera a rescatarme. Paro en seco y miro hacia el cielo, cierro un poco los ojos al encontrar que la acción anterior hacía que me entrara agua. Mi labio tirita y me doy cuenta que no es lo único que tirita, mi cuerpo pareciera tener una convulsión, pero extrañamente no me molesta. Vuelvo la mirada hacia el frente y decido sacarme la chaqueta, quedando solo así con una polera tan fina que pareciera no tener una, la protección contra la lluvia se fue y con eso un gran peso. Continúo caminando sin despegar la vista del horizonte.
Miro desde abajo la majestuosidad del puente, tan iluminado pero tan opacado. Siento una pequeña satisfacción y decido sacarme los zapatos. Los ordeno en una esquina, esperando a una dueña que no volverá más.
Los autos con sus luces me ciegan por segundos, sin importarme aquel detalle continúo con mí andar. A lo lejos observo el punto donde me detendré, donde todo acabará y habrá una paz infinita, pues no sentiré nada, nunca más. A medida que me acerco, la lluvia parece disminuir, pasando de la tempestad a la calma, tal como yo haría en unos momentos. Tener la mente en blanco no es fácil, la decisión está tomada pero me cuesta tanto hacer callar y detener cada una de las imágenes con recuerdos. Lloro por ellos, por los que dejaré y a pesar de sentirme limpia, una culpa me llena pues ellos no fueron suficiente.
Antes de balancear mi cuerpo hacia el vacío grito silenciosamente, aun en mis últimos momentos no soy capaz de dejar ir la vergüenza. Sonrío a mi pesar y me dejo ir. Lo último que siento es una caricia fría que me recorre.

Escrito por: teyah

Entre letras y caricias.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora